No me esperes

3

No lo podía creer, al principio pensé que se dirigía hacia la salida, puesto que nuestra mesa estaba a un par de metros de ahí, pero me equivoque, estaba viniendo hacia nosotros, con pasos lentos pero decididos.

— No lo creo —dije en un susurro, mientras veía a la chica.

Steve siguió la dirección de mi mirada y quedo de piedra al ver lo mismo que yo, pero se recompuso rápidamente y me dio un ligero puntapié en la pierna.

— Auch —me quejé—, ¿por qué hiciste eso?

 Y antes de que él pueda responder, la chica llegó a donde estábamos nosotros.

— Hola Ally —me saludó.

— Hola —respondí dudosamente, no sé cómo sabia mi nombre.

— Tal vez no me recuerdes, soy Dulce —dijo extendiéndome su mano.

— Mucho gusto en conocerte — e hice lo mismo que ella— soy Ally, pero por lo visto ya sabes mi nombre, él es mi amigo Steve —dije presentándolo.

Steve abrió los ojos exageradamente. Tal vez pensó que no iba a presentarlo, pero no soy tan mala como aparento ser. Además, si salió la oportunidad de presentarlos pues que la aproveche. Dulce regresó a verlo, como si no se hubiera percatado de él y por un breve momento vi asombro en sus ojos.

— Hola —dijo como si le hubieran quitado el aire, vaya, sí que lo ponía nervioso.

— Mucho gusto en conocerte Steve, soy Dulce —volvió a presentarse, pero esta vez no extendió su mano, al parecer él también se dio cuenta ya que regreso a verme atónito.

— Disculpa, pero ¿de dónde nos conocemos? —inquirí.

Dulce sonrió levemente, al parecer ya se esperaba esta pregunta.

— ¿Puedo sentarme aquí? — dijo señalando la silla que había a lado de Steve. Él regresó a verme, por su expresión pude darme cuenta que estaba nervioso y no podría soltar ni una palabra sin trabarse, así que respondí por él: —Claro, estaría bien.

— Gracias — y una sonrisa tímida asomo en sus labios—. Me alegra saber que estas bien después de lo que pasó.

No entendía a qué se refería, pero ahora que lo pienso, creo que alguna vez he escuchado su nombre.

Antes de que pueda decir algo, mi móvil comenzó a sonar, era Max.

— Discúlpenme un momento, debo contestar.

Ambos asintieron y me dirigí hacia una esquina del local.

— Hola, ¿qué pasó?

— Hola Ally, ¿ya estás viniendo a casa? —su tono de voz era extraño, algo estaba pasando, parecía nervioso.

— Aún no, sigo en Vendetta —respondí mientras observaba a Steve y Dulce, habían empezado a conversar y se los veía cómodos, así que me di la vuelta— ¿por?

Suspiró antes de hablar y dijo: — No sé cómo decirte esto.

— ¿Pasó algo malo? —me apresure a decir.

Miles de cosas pasaron por mi cabeza, pero nunca espere oír aquellas palabras que salieron de sus labios.

— Tu madre está en casa, hace una hora aproximadamente, pero no llegó sola — y la línea se llenó de silencio.

Por favor, que no haya venido con el inútil de su esposo, con cualquiera, menos con él.

Siempre tuve una buena relación con mi madre, hasta que él y mi madre decidieron tener hijos, apenas era una niña y no tenía ningún problema en tener hermanos. Cuando crecieron nunca me trataron bien y eso que soy la hermana mayor, me consideraban un estorbo y una molestia para la familia, y para su padre, yo era el recordatorio del mío.  Hable varias veces con mamá sobre eso, pero no tomo cartas en el asunto, decía que eran ideas mías y desde ahí las cosas empezaron a ir mal, pero todo empeoro cuando pasó aquel accidente. Nunca me sentí más sola como aquel día, mi propia familia me dio la espalda y decidí que lo mejor era irme a vivir con papá.

— Dime que no vino con él, por favor —susurre.

Podía hablar con mamá, ya la había perdonado, más o menos. Ella sabía perfectamente que no soportaba verlo, no podía hacerme esto.

— Intente hacer que se vayan, se cómo te sientes con respecto a ellos, pero dicen que tienen que hablar algo importante contigo.

— Yo no tengo nada que hablar con ellos, diles que recuerden todo lo que me dijeron al salir del hospital —dije con la voz entrecortada.

Recuerdo sus palabras y me estremezco.

— No se irán hasta que hayan hablado contigo, Ally. Además, dicen que esta no es mi casa y por lo tanto no tengo ningún derecho a echarlos. Y tu padrastro argumenta que ellos tienen más derechos que yo en la casa, ya que la casa es tuya y ellos son tu familia.

Maldito, es un sinvergüenza. Como se atreve a tratar mal a la única persona que ha estado conmigo. Ah, y resulta que ahora si soy parte de la familia.

Respiro hondo y con voz dura digo: — Ponlos al teléfono —creo que duda por unos segundos, así que añado en un tono suave—: No te preocupes, voy a estar bien, solo fue la sorpresa de que se atreva a venir aquí.

Regreso a ver hacia la cocina y veo a Lily saliendo con los pedidos, al darse cuenta que no estoy en la mesa me busca con la mirada. Al encontrarme su cara se llena de preocupación, sin emitir sonido alguno, mis labios forman las palabras «Estoy bien», sé que no me cree, pero lo deja estar.

A la primera que oigo hablar es a mi madre, gracias a Dios.

— Hija, ¿cómo estás?

— Bien mamá, ¿por qué viniste con él?

— Es tu padrastro, cariño —, como si eso fuera algo bueno—, quisimos venir a visitarte porque te extrañamos mucho. 

Ja, no creo que ese señor me haya extrañado, si ha de odiar a la persona que salvó mi vida. Mis últimas palabras resuenan en mi cabeza, regreso a ver a Dulce y recuerdo, por eso se me hacía conocida, es ella quien me salvo aquel día.

Espero que sea discreta y no le cuente nada a Steve, nadie conoce esa historia, a excepción de Max, por eso me mude lejos… nos mudamos, él vino conmigo.

— ¿Qué es eso tan importante que tienen que hablar conmigo? —pregunto con cierta indiferencia.

— Debemos hablarlo en persona.

— Esta bien, pero no lo haremos en mi casa, los espero en la cafetería que hay a tres cuadras de ahí —, mamá suspiró, pensé que iba a contradecirme, pero aceptó.




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