No Me Juzgues

Capítulo 7

MI VIDA DE MIERDA:

Subí las escaleras y me dirigí directo a mi habitación, la cerré de un portazo y trabé la puerta.

Tome mis audífonos de mi mesita de noche y los conecte a mi móvil; me acosté en la cama y encendí la música a todo volumen.

Desde que mamá murió me he vuelto más callada, mis noches más largas, mis heridas más profundas, mis comidas más pequeñas, me volví más delgada, mi música más ruidosa y nadie lo noto.

He aprendido que cuando crees que todos estarán ahí, todos se alejan; que la única persona en la que puedes confiar eres tú, y mi única razón para vivir es mi hermano, porque si no fuera por él, por qué sé que tengo que estar para él, que tengo que cuidarlo, si no fuera por él, acabaría con mi sufrimiento.

Ya se ven lejanos mis recuerdos de felicidad, ya estoy en silencio, con mi amarga soledad.

Se ven lejanas las veces en que estaba todo bien, en que mi padre llegaba del trabajo en la tarde y con nosotros jugaba, en que mi madre a la noche iba y nos daba su bendición, y un beso en la frente. Esos días en los que cantaba, reía y jugaba sin parar, en que creía que todos los cuentos tenían un bonito final, esos días ya se desvanecieron y los que queda de ellos es solo el recuerdo.

Con mi padre en la cárcel, mi madre a 3 metros bajo tierra, mi hermano odiándome y yo aquí queriendo acabar con mi vida de mierda. Porque ya estoy HARTA, HARTA de que todos finjan que les importo, HARTA de tener que esconderme detrás de una sonrisa falsa, HARTA de que todos crean que vivo en un cuento de hadas, que todo es paz, amor, arcoíris y felicidad, sin saber que lo que en realidad hay es tormenta, desesperación, miedo e incertidumbre.

ESTOY HARTA DE QUE LA GENTE ME JUZGUE, ME CRITIQUE, ME SEÑALE CON EL DEDO, SIN SABER MI HISTORIA POR TODO LO QUE HE PASADO.

Porque una sonrisa no se significa que estas feliz hay sonrisas falsas, fingidas, y disimuladas; sonrisas hipócritas, sonrisas que al forzarlas duelen.

Pero ya no importa, ya para qué. Ya ni si quiera se lo que es sonreír de verdad, no entiendo en que momento empecé a sonreír sin ganas y olvide lo que se sentía una verdadera sonrisa.

Y no lo aguante más, me levante de la cama, fui al baño, tome una navaja y empecé a hacerme cortes en el antebrazo, uno tras otro, mirando cada choro de sangre que salía de mi muñeca; Porque con el tiempo ya no me duele, es tan fuerte el dolor que siento a dentro, el dolor de mi corazón, que quiero compararlo con algo físico y ni siquiera es suficiente.

Me corto, porque al hacerlo separo mi piel, por qué es lo único que puedo separar; no puedo separar el dolor de mi alma ni de mi corazón, pero si puedo separar mi piel.

Cuando iba como por el décimo corte y mis mejillas estaban desbordadas en lágrimas, pare y simplemente llore más fuerte, era un llanto desesperado.

— Rose soy Margaret, ábreme por favor- oí la voz de Margaret que, resonada detrás de la puerta, pero no me moví, solo cogí mi almohada y ahogue un grito en ella y ahí me quede "dormida" con mi mano hecha un sangrerío y mi vida (como siempre) hecha una mierda.

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QUIERO ACLARAR ALGO: 
Nunca en mi vida me he cortado y espero nunca hacerlo, pero me quise meter en los zapatos de Rose.

Espero que les guste voten y comenten.

Atte.: J.A.C.R

 



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En el texto hay: odioamor, comedia, sarcasmo

Editado: 23.05.2018

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