No me odies, Quiéreme

Empezando de nuevo

8 meses después.

Luego de que Alonzo sacara a Erika de la clínica donde le practicarían el legrado y su posterior discusión afuera de la casa de ela, no volvió a saber nade de ella, en la universidad nadie volvió a ver, Alonzo fue a buscarla en diversas ocasiones, pero no obtuvo ninguna respuesta sobre su paradero.

A los dos meses Alonzo dejó de buscarla, pero eso no indicaba que se hubiera resignado, nunca lo haría, pues no era fácil para él entender que tuvo la oportunidad de ser padre, y aunque probablemente no habría sido el mejor padre del mundo, no podía olvidar que le arrebataron esa oportunidad de las manos, al igual que su padre si el hubiera tenido la posibilidad de ser padre habría hecho lo mejor para su hijo tal como el suyo lo hacía con él, sin embargo, era algo que ya nunca podría hacer gracias al egoísmo de Erika, y eso es algo que nunca le perdonaría, el que hubiera jugado con él, haciéndole creer que lo amaba era nada con el dolor que le había causado al matar a su hijo, sin darle una oportunidad a él de ejercer sus derechos y obligaciones.

Así pasaron los meses con Alonzo lleno de amargura y recriminación en contra de Erika, además de que no había un solo día en el que Alonzo no pensara en la vida que él y su hijo podrían haber tenido, aunque tanto Tomás como su padre le decían que tratara de dejar esa situación en el pasado, pero él por más que lo intentaba no podía. Si Erika había andado con él solo para burlarse y posteriormente dejarlo en un estado de zozobra lo consiguió, lo peor era que por más esfuerzos que hacía él para seguir con su vida no encontraba la forma de conseguirlo.

El principal problema de Alonzo era la universidad, estaba por llevarse varias materias, pero por más que trataba de concentrarse en sus estudios no podía, era como si el mundo siguiera corriendo, pero su vida se hubiera detenido y no había forma de avanzar en ninguna dirección, cuando se dio cuenta que por más que estuviera en la biblioteca no podría hacer nada por estudiar, salió.

―¡A ti te estaba buscando! ―dijo Sonia, al toparse con él en la entrada de la biblioteca.

―Irónico, meses atrás yo te busqué y no pude dar contigo. ―recordó con amargura―. ¡¿Qué quieres?!

―Necesito que vengas conmigo. ―dijo, no era una petición, era una orden en toda regla, a pesar de la rabia visible en la mirada de Alonzo.

―No voy a ir contigo. ―sentenció molesto. ¿Por qué después de tanto dolor y tanta humillación? Lo buscaba cuando ya no quería saber nada de ella, ni de su amiga.

―Esto te conviene y hasta podría decir que te interesa. ―insistió.

―Nada que se relacione contigo lo hace. ―refunfuñó, Alonzo camino en dirección contraria a Sonia, quería que lo dejaran en paz, quizás si ya no aparecieran en su vida podría comenzar de nuevo.

―Ni siquiera si tiene que ver con tu hijo. ―murmuró Sonia en voz baja, con la esperanza de que nadie más la escuchara.

―¿Qué dijiste? ―gruñó, mientras comenzaba a seguir a Sonia. Parecía que su tortura nunca acabaría.

―Si quieres saber más es necesario que me acompañes. ―dijo. Sonia continuó su camino, no se fijo si Alonzo la seguía o no, pero esperaba que lo hiciera, aún no sabía como se había dejado convencer por Erika para hacer eso, era su amiga y la estimaba, pero hacía las cosas de una manera poco ortodoxa, a veces creía que Kika disfrutaba haciendo sentir mal a los demás, no obstante, después desechaba ese pensamiento, aunque con Alonzo no estaba tan segura, el tipo era un imbécil retrograda, pero eso no quitaba que su amiga se había pasado al no decirle que continuó con su embarazo y por consiguiente su hijo estaba vivo.

―Sonia, espera ―pidió Alonzo―. ¿A dónde vamos?

―No muy lejos. ―se limito a contestar. Alonzo al darse cuenta de que no iba a conseguir ninguna información la siguió en silencio, aún no entendía qué había querido decir con “tu hijo”, porque Erika había abortado, de eso estaba seguro, sino ¿qué otra razón existía para que hubiera desaparecido?

Sonia guio a Alonzo por todo el plantel, al salir de la universidad se dirigieron a un callejón donde no había mucho movimiento, salvo una pareja que caminaba por ahí y un Honda Valester color aceituna estacionado. La chica abrió la puerta del copiloto, a pesar de que Alonzo se estaba muriendo debido a la angustia no se acercó lo suficiente para saber que estaba sucediendo, para su sorpresa del lado del conductor salió Erika, enfundada en un vestido amarillo y unas zapatillas blancas.

―Erika. ―dijo sorprendido. Entres todas las personas que se podía encontrar ahí, a ella era a la que menos quería ver, no podía olvidar que era la culpable de todo el dolor que lo aquejaba, aunque por otro lado esperaba que pudiera resolver todas sus preguntas de una vez por todas.

―Pareces sorprendido de verme.

―Creí que nunca más te volvería a ver. ―reconoció.

―En realidad, no deberíamos volver a vernos, después de lo que me obligaste a hacer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.