Desperté e Ileana estaba acurrucada a mi lado. Me intenté sentar en la cama pero ella se aferraba a mí con fuerza. Así que acabé sentada con ella en mi pecho.
Cogí mi cuadernillo y comencé a revisar mis frases. Al cabo de un rato. Alguien tocó la puerta.
La señora asintió y yo me levanté con ella en mis brazos. La señora me condujo a la habitación de Ileana y la dejé sobre la cama con cuidado. Después me senté a su lado e hice aparecer telas.
Comencé a hacer vestidos y ropa para Ileana.
Después, antes de que ella despertase guardé todo y bajamos juntas al comedor para desayunar.
Derek me esperaba con una sonrisa.
Ileana me miró triste. Derek asintió y los padres de la niña asintieron.
Al terminar de desayunar. Derek se fue con Ileana por la aldea y yo me quedé terminando todos los vestidos de Ileana.
Por la tarde, tenía hechos unos veinte vestidos, cinco para cada estación. Los dejé sobre la cama doblados y con una No me olvides y preparé mis maletas. Cuando todo estuvo listo. Derek y yo nos encaminamos hacia la puerta e Ileana corrió detrás de nosotros.
La abracé y dejé un beso en su frente.
Abrazó a Derek y después regresó a mirarme con melancolía. Suspiré y tomé su mano con una sonrisa.
Asintió y llorando me abrazó. La madre apareció con un plato de comida.
Yo me quedé y esperé a que Derek se alejase. Cuando lo hizo. Entré en el jardín y vi las No me olvides rosas. Me arrodillé y dejé una caricia que hizo que tomasen todos los colores que poseía esta flor.
Cuando me levanté agaché la cabeza y al levantarla Ileana negaba mientras lloraba.
Tuve que hechizar a Ileana ya que quería venir detrás de mí. Así que anduve con las lágrimas en mi garganta por la aldea. La gente se inclinó y no me opuse. Salí lo más rápido que pude y al entrar en el bosque, a unos metros antes del lago, Derek estaba en la orilla con el plato en la mano y la mirada perdida.
Me senté a su lado y me dejé caer en su hombro.
Lo miré con mis ojos vidriosos y él besó mi frente.
Me abrazó y una lágrima rodó por mi mejilla.
En la distancia, Edrea, me sonreía con los ojos llorosos.
Derek me abrazó y yo sollocé, no volvería a esa aldea nunca, ni a ninguna otra. Y eso me rompía.
Y lo creí. Y me aferré a él. Como si fuese un ancla, aunque en verdad solo fuese un montón de ramas débiles.
***
Después de cenar, Derek me arropó en sus brazos y yo me quedé dormida al poco rato.
Me sentía… triste. Demasiado triste. Nunca me había afectado una despedida con alguien con quien no conocía tanto. Pero Ileana… Ileana me había marcado de alguna manera. Había dejado su huella.
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Editado: 20.09.2024