Desperté y estaba lloviendo. Sonreí. Amaba estos días. Derek hizo una mueca cuando miró por la ventana, pero yo me levanté y me coloqué un vestido.
Bajé las escaleras y desayuné.
Comencé a correr por toda la aldea y a mí, se me unieron unos niños. Juntos comenzamos a bailar y a reír mientras saltábamos y girábamos.
Amaba la lluvia, amaba girar bajo ella. Amaba reír bajo ella, era un tipo de fármaco. A mí me gustaba llamarlo, el fármaco de la felicidad.
Por unos instantes, mi mente dejó de gritar. Dejó de hablar y se calló.
Me sentí bien, mi mente estaba tranquila.
Poco a poco, la lluvia cesó y Derek se fue a casa y yo me quedé en la aldea un poco más.
Los monstruos no tardaron en llegar. Mi mente comenzó a gritar de nuevo.
Me sentí mal, con odio, odio hacia mí.
La mente volvió a atacarme.
Morir deberías de haberlo hecho tú en vez que esta gente.
Muerte por muerte, ese es el lema, Bela.
No te cortes la cabeza, el pueblo te necesita, métete en fuego, estoy segura de que aguantarás.
Recuerda, sufrimiento por sufrimiento. Muerte por muerte.
Hécate te odia querida.
Enciende el fuego, eso es Bela.
En un trozo alejado de la aldea, encendí el fuego. Hechicé la zona para que ningún brujo entrase.
Tienes que pagar un precio curandera.
Dolor por dolor.
Esas almas te odian y sufren.
Por ti.
Por tu culpa.
Eso es Bela, metete en el fuego y siéntelo.
Me descalcé y primero metí los pies, luego, me metí entera. Sentí como el fuego me abrazaba cada parte del cuerpo. Me lo merecía. Era una mala persona. Era una mala persona. Una asesina. Una destripadora. Una cruel bruja. Merecía la muerte.
¿Lo sientes?
Es un pago por la muerte inocente que has causado.
Muérete Bela.
Nadie te necesita.
Eres una bruja del montón. Una patética y asustadiza brujita.
De pronto, oí voces gritar mi nombre. Y vi todo negro.
No sé lo que pasó. Solo sé que mi mente no se calló.
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Editado: 20.09.2024