No encontraba a Derek. Llevaba cuatro horas caminando y no lo encontraba. Comencé a tener miedo. Pánico.
¿Y si le había pasado algo?
¿Y si se había marchado lejos?
Me obligué a respirar, a serenarme. Lo iba a encontrar. Tenía que encontrarlo.
Así que opté por la vía viable.
Seguí gritando su nombre preocupada. Todavía no lo había encontrado.
Corrí por el bosque desesperada. A lo lejos, vi una explanada. Al llegar allí seguí corriendo y vi la colina. Me había alejado mucho.
Me acerqué y a lo lejos vi una figura humana marchar.
Las lágrimas inundaron mis ojos.
La figura se giró y efectivamente, era él. Venía corriendo hacia mí. Yo corría hacia él.
Las lágrimas bañaron mi rostro y lloré mientras corría hacia él. Me lancé hacia sus brazos y sollocé mientras lo apretujaba.
Tenía la cabeza escondida en su pecho. No podía mirarlo, solo podía llorar y llorar.
Cuando me calmé tomó mi mano y sonrió.
Nos metimos entre el bosque y seguí a Derek de la mano. No lo iba a soltar.
Encontró una planta. Era una flor de corazón sangrante.
Una flor de corazón, básicamente, era preciosa. La había visto en libros. Pero nunca en persona.
Sonreí y besé su mejilla.
De regreso a la colina, Derek me llevaba en su espalda, ya que me había tropezado y según él era una herida de gravedad.
Obedecí, cuando comenzó a subir la cuesta me aferré a él, no usé magia, él pudo subir conmigo a la perfección.
Derek negó y siguió andando.
Y era verdad, era un general fortachón, lo había visto, en su cuerpo y en su fuerza. Tanto física como mental.
Estuvimos caminando durante un rato largo, ya me había bajado de su espalda. La noche había caído y nosotros seguíamos andando desorientados, pero siempre agarrados el uno al otro.
Hice como que intentaba encenderla de espaldas a él, pero en realidad, usé el fuego de mis manos.
Caminamos en silencio y lleguemos a la explanada del lago, allí, Heiko nos esperaba tumbado.
El sol se pondría pronto. Le di a Derek la antorcha y él la apagó. Yo me tumbé en la hierba y cerré los ojos, estaba cansada.
Derek se tumbó a mi lado y me abrazó.
Y abrazado a él sentí un calor en mi cuerpo. Ese tipo de calor que me abrazaba el corazón. Y se convirtió en mi nueva cosa favorita, en mi nuevo sentimiento favorito. En mi nuevo fármaco para la felicidad.
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Editado: 20.09.2024