“Tengo miedo, soy como la luna, la cual se esconde cada vez que el sol aparece
-M.B”
20:07pm.
Abro la puerta de manera cautelosa, con sigilo saco la cabeza y observo de izquierda a derecha para ver si no hay moros en la costa. Salgo lentamente de mi casa y cierro la puerta silenciosamente.
— ¿Qué se supone qué estás haciendo? —Pego tremendo brinco al escuchar la voz de Noah—. Deja de hacer el ridículo y apresúrate.
— ¡Me asustaste! —Resoplo desordenando mi flequillo—. Debemos ser cuidadosos.
— ¿Por eso te vestiste de esa manera patética?
Ladeo la cabeza confundida y observo mi atuendo. Una blusa negra y unos pantalones del mismo color, también traigo una campera negra que cierro por completo y me apresuro en poner la capucha. No entiendo que tiene de malo.
Él rueda los ojos.
—El patético eres tú —Digo cruzándome de brazos.
No dice nada, me señala con la cabeza para que caminemos y me pongo a su “lado” como a mil metros de distancia. Noah está demasiado bien vestido como para esta misión. Unos pantalones negros que puedo apostar que cuestan más que mi vida, una camisa azul pálido y un tapado gris.
— ¿Eres rico? —Pregunto mientras caminamos. Él me mira de reojo y aprieta su agarre sobre el pobre bastón.
—Sí.
Que sea sincero a la primera me sorprende pero… si es rico ¿Qué hace viviendo en un dúplex como este?
— ¿Y qué haces aquí? No es por nada pero si tienes dinero ¿Por qué no vivir en un lugar mucho más agradable a la vista?
Cómo una mansión. De acuerdo tal vez estoy exagerando un poquito.
— ¿Esperas que viva en una mansión? —Niego con la cabeza rápidamente—. Mis padres siempre se vieron reacios a dejarme vivir solo así que tuve que buscar algo con un precio accesible porque en ese entonces no era un CEO.
—Oh, eras pobre.
Él vuelve a mirarme sobre sus hombros exasperado.
—No, pero soy avaro, no me gusta gastar dinero en tonterías. Además el lugar es pacifico —Se detiene y voltea por completo en mi dirección, lo miro con curiosidad—. Bueno, era pacifico.
¿A qué se refiere?
Continúa caminando por el borde de la acera y yo saco mi celular de mi bolsillo y enciendo la linterna para iluminar el suelo.
—Oh, si yo fuera rica te aseguro que gastaría mi dinero en muchas tonterías —Alumbro hacia el césped—. Me gustaría una casa grande.
Él se ríe de manera irónica.
— ¿Para qué quieres una casa grande? Con lo sucia que eres de seguro ni limpias la mitad de tu casa.
Doy un salto hacia su costado y él rápidamente salta hacia el césped apuntándome con el bastón en estado de alerta, resoplo.
—No soy una mujer sucia ¿Por qué toda Phoenix piensa lo mismo? —Digo haciendo un berrinche. Miro a Noah quien está observando sus zapatos y vuelvo a resoplar—, oye ¿Me estás prestando atención?
—Sucio.
— ¡Deja de decirme sucia! —Digo exasperada.
—No, mis zapatos ahora se encuentran sucios.
Arrugo el ceño y bajo la mirada hasta sus pies. Mis ojos se abren con sorpresa y una carcajada no tarda en escapar de mis labios.
— ¡Pisaste popo de perro! —Digo soltando una carcajada—. ¡Mira tu rostro!
El Señor Nieves está tieso cual estatua de hielo. Mira con pánico su zapato y me da hasta penita.
—Sucio —Vuelve a repetir.
—Oye… no entres en pánico…
— ¡Aaaa! ¡Necesito desinfectante! —Niega con la cabeza rápidamente—. No, no, lo que necesito es acido. ¡Tráeme acido!
—No seas quejica y solo arrastra tu pie por el césped —Digo y él niega. Está tan asustado que mira por todas partes hasta que se detiene en mí.
—Dame tu abrigo.
Doy un paso atrás y me protejo con mis brazos.
—De ninguna jodida manera.
Él avanza un paso en mi dirección y con el bastón me apunta.
—¡Dámela!