(no) Puede Ser Amor

Capítulo 24

—Amy… —Brad se detuvo de repente, con una extraña expresión en su rostro, desplazando su mirada por el cuerpo femenino antes de posarse finalmente en aquellos ojos color castaños. Estudió su rostro por lo que pareció una eternidad lo cual la puso inquieta.

—¿Qué? —preguntó ella cohibida.

—Te ves… diferente.

Amy hizo una mueca de disgusto.

—Quita esa mueca de tu cara. Cuando dije que te veías diferente no lo dije por mal.

El ceño fruncido permanecía en el rostro de Amy, el mismo que había estado en su cara desde que Michelle le había hecho prometer algo que ni a punta de tortura iba a cumplir.

Brad se desplazó hacia la cama para tomar asiento en la orilla. Ella se cruzó de brazos tratando fallidamente de calmar los nervios que se intensificaban por minuto. Dejó caer los brazos sobre sus costados para doblarlos nuevamente sobre su pecho, ya no sabía qué hacer con ellos.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —le reprochó.

Brad ni siquiera pudo hacer contacto visual con ella cuando dijo:

—Si te sirve de consuelo presiento que estoy a punto de desmayarme. Creo que se me bajó el azúcar.

—No me salgas con que estás comenzando a dudar de tu maravilloso plan. —Amy no recibió ninguna respuesta de su parte—. ¿Estás comenzando a dudar del plan? —Un miedo abrumador se instaló en su estómago.

—Por supuesto que no dudo del plan, es perfecto. —Amy sintió alivio por su respuesta, pero cuando vio que se frotaba el puente de la nariz como si estuviera estresado, supo que no era bueno lo que iba a decir a continuación. Ella tomó aire preparándose para lo que venía—. Pero sí dudo en llevarlo a cabo.

Amy se dio la vuelta y estaba a punto de arrancarse los cabellos.

—Dios. ¿Ahora qué?

El colchón hizo un sonido cuando Brad se levantó de la cama y se colocó en su campo de visión.

—Sharon llegó.

—¿Qué? ¿La invitaste?

—¿Estás loca? Ella se invitó sola.

—¿A qué vino?

—Vino para amenazarme. Me acorraló en la otra habitación. No quiere que me case.

—Eso es bueno ¿no? Te quedas con ella y todos felices. —Brad apretó su brazo cuando la vio resuelta caminando hacia la puerta para marcharse quién sabe a dónde.

—¿A dónde vas tú?

—No tengo nada más que hacer aquí. Me abandonaste antes de la boda por tu ex. Eso es lo que vas a decirle a tus padres.

—No señorita. Eso no es lo que voy hacer. ¿Crees que le voy a dar el gusto a Sharon de no casarme? Pensará que le tengo miedo.

—Brad, por Dios, acaba con esto.

—Sharon sabe de nuestro  pequeño secreto y piensa decírselo a todos. —Los dedos de Brad se apretaban alrededor de sus hombros y la miraba fijamente a los ojos—. Si me caso,  mataría a dos pájaros de un solo tiro. Complazco a mis papás y fastidio a Sharon hasta ponerla verde. Para cuando quiera decirle a todos que lo nuestro es una mentira ya estaremos casados y no le quedará de otra que resignarse. Luego podemos esperar un tiempo prudencial antes de pedir la nulidad del matrimonio.

Una parte del cerebro de Amy estaba tratando de asimilar toda aquella información. Aceptar esa nueva locura era para ella firmar su propia sentencia a muerte. La otra parte, deseaba escapar velozmente de esa casa, tomar un avión y desaparecer para siempre a un lugar donde Brad no pudiera encontrarla nunca más.

—Busca la piedra y la soga. Prefiero un millón veces lanzarme a un precipicio que casarme contigo.

Brad arrastró los dedos por su cara, en total desasosiego.

—Perdí el control de toda esta situación.

—¿En serio? —dijo Amy con sarcasmo.

Brad se dejó caer al suelo para arrodillarse frente a ella.

—Sé que estoy pidiendo demasiado, pero tienes que decir que sí. Te lo estoy rogando.

Amy lo miró algo aturdida. En su vida pudo haber imaginado que ese hombre estaría de rodillas frente a ella rogando por un favor. Ella comenzó a retroceder para alejarse y la primera reacción de Brad fue acercarse para rodearla con sus brazos y así abrasarse  a sus piernas. ¿En verdad podía humillarse tanto?

—Ya te dije que no. Suéltame —expresó Amy, al tiempo que intentaba alejar los fuertes brazos que la tenían atrapada.

—Eres mi socia en esto. No puedes abandonarme ahora.

Al tratar de hacer más resistencia para separarse de Brad, Amy perdió el equilibrio y a pesar de que se sujetó de la cama, o más bien del edredón, no pudo evitar caer de espalda al suelo, golpeándose el codo contra la alfombra. El dolor entró como corriente por su brazo.

Brad, aun de rodillas, se deslizó cerca de ella hasta llegar a su lado.

—¿Estás bien? —preguntó al verla hacer una mueca de dolor mientras se frotaba el codo.

«¿Qué fue lo que dijo?», se preguntó Amy en su mente, dándose cuenta de lo que había dicho Brad antes de que terminara en el suelo.

«¿Socia? ¿A qué se refiere Brad con eso?» Indirectamente ella pensó que estaba sacando a colación el tema del préstamo.

De repente, un nuevo pensamiento la paralizó.

—¿Todo esto es una trampa? ¿Este era tu plan desde el principio? ¿Preparaste toda esta encerrona para que me casara contigo?

Él negó rápidamente con la cabeza, apretando la mandíbula.

—De todas las mujeres que podía tener… ¿crees que voy a elegir a la más frustrante para vivir un infierno con ella voluntariamente? Por favor sé razonable.

—¿Me pides que sea razonable cuando tú me estás rogando que nos casemos solo para hacer sufrir a Sharon? Por favor.

Brad se rascó la nuca y dejó escapar una mueca.

—Bueno, sí. Eso no es muy razonable —concordó con ella. Después tomo asiento sobre la alfombra, con las rodillas flexionadas frente a él y la cabeza apoyada en las manos. Ahora sí que estaba en apuros—. Tengo dos opciones —continuó, una vez que levantó la mirada—: seguir implorando que digas que sí o salir huyendo contigo en una auto que, según Austin y Daniel, me espera en la entrada. Si tomo la segunda opción, mis papás no me lo van a perdonar y me desterraran de por vida.




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