(no) Puede Ser Amor

Capítulo 33

Cuando aparcaron en el estacionamiento de su edificio Brad no se bajó del auto inmediatamente.

Miró a Amy, que estaba de brazos cruzados mirando hacia la ventanilla con los ojos absortos en la lejanía. A Brad no le extrañaba que ella hubiese estado en silencio durante todo el camino porque rara vez abría la boca para discutir o argumentar algo mientras él conducía; a menos que la provocara.

—¿Qué pasa contigo? ¿No te miraste en el espejo antes de venir acá? —dijo Brad, sacando las llaves del contacto.

Era domingo, y esa tarde él había conducido hasta su casa a buscarla para después reunirse en el apartamento de Charlotte como habían quedado. Una de las condiciones que Amy había puesto era que no se quedaría en su apartamento los fines de semanas y eso no tenía discusión.

Amy movió la cabeza y lo miró, arrugando la frente. Se veía agotada, con la cara sin color y ojeras bajo sus ojos.

—¿Ahora cuál es tu problema?

—En el último minuto mi problema es esa cara que traes.

Amy suspiró exageradamente.

—Y ahora te vas a meter con mi cara.

—¿Te peleaste con el maquillaje hoy?

—¡Uff! ¿Y desde cuando te importa?

—Pues hoy si me importa porque luces peor que un zombie.

—Está bien. Subiré a la habitación y me maquillaré. ¿El amo quiere alguna otra cosa? —dijo ella, sonando bastante irritada.

—Pues sí, quiero otra cosa. —Amy rodó los ojos—. No te pongas tan antagónica conmigo. Solo di amén a lo que hable y listo.

—¿Y no es eso lo que siempre hago?

—Cuando tuve el valor suficiente para decirle la verdad a los muchachos tú te opusiste a que lo hiciera. Así que si quieres seguir con este juego, deja de rodar los ojos, quita esa cara de odiosa y olvídate de los comentarios estúpidos.

Brad salió del vehículo.

Amy suspiró, pero esta vez con pesar. Luego se desabrochó el cinturón de seguridad y salió del auto unos segundos después.

—En sencillas palabras: solo voy de adorno.

Brad chasqueó los dedos como si ella la hubiera atinado.

—Es exactamente eso. Me has robado las palabras de la boca—dijo él, quien iba unos pasos adelante.

Continuaron caminando hacia el interior de edificio mientras Amy se mofaba y le perforaba la espalda con la mirada.

Entraron al apartamento de Brad, y Amy caminó directo hacia su habitación.  Cuando se miró al espejo no pudo evitar hacer una mueca de asombro.

—Dios, pero qué mal me veo.

Sacó rápidamente el poco maquillaje que traía consigo para así comenzar a darle algo de vida a su rostro. Cuando ya estaba lista, Brad asomó la cabeza por la puerta de la habitación para llamarla.

—Ya terminé. ¿Al señor le parece mejor cómo me veo ahora?

—Más o menos —respondió Brad arrugando la nariz—. Sal ya. Nos esperan.

Amy revisó su celular para constatar que no había recibido ningún mensaje.

Él tomó su chaqueta del sofá antes de salir del apartamento.

Solo les llevó un minuto llegar al apartamento de Charlotte y darse cuenta de que la celebración no iba a ser una pequeña reunión del grupo sino que también la invitación estaba abierta para otros compañeros de la universidad.

Amy abrió los ojos como platos al ver la cantidad de personas que había en aquel apartamento. El espacio parecía muy reducido para tanta gente y no era de extrañar que alguien muriera de una asfixia de un momento a otro. Personas iban de un lado a otro y no había alguna sin una bebida en la mano. Aquello parecía que no lo iba a disfrutar para nada.

—¿Por qué no me dijiste que este lugar iba a estar lleno de tantas personas? —preguntó Amy con un tono de reclamo. Estaba comenzando a sentirse claustrofóbica en aquel lugar.

—¿No habías escuchado hablar de las reuniones de mi prima? —Amy deslizó la mirada hacia todos los invitados y parecía como si las paredes se estuvieran cerrando a su alrededor para estrujarla—. La mayoría de ellas son así.

—¿Y si mejor me voy? Dudo mucho que Charlotte note mi ausencia con tantos invitados que tiene aquí.

—Ya deja de ser tan aburrida y termina de entrar. No te la pasarás tan mal —dijo Brad, al tiempo que hacía un gesto con la mano invitándola a avanzar entre todas aquellas personas.

En el camino localizaron a Austin bailando con una  despampanante rubia que quizá acababa de conocer y con la que parecía estar pasándosela muy bien. En la sala estaba Candace hablando entre risas con un grupo de chicas.

Brad se detuvo un momento en la cocina, tomó un par de vasos desechables y comenzó a vaciar cerveza en ellos.

—¿Quieres cerveza? Porque te puedo servir alguna otra cosa. —Brad comenzó a ver los estantes—. Seguramente Charlotte guarda vodka, bacardi o alguna otra bebida por aquí.

—Sabes perfectamente que no bebo.

—Ah. ¿Entonces qué quieres? ¿Agua?

—No quiero nada.

Dicho eso, le dio la espalda y luego apoyó los codos por encima de la isleta.

—Te comportas como una niña malcriada, ¿sabías? Pero puedes actuar como quieras. No voy a dejar que me arruines la noche —le manifestó Brad.

De pronto, se acercó uno de los compañeros de clases de Brad y le dio una palmada en el hombro. Amy aprovechó el momento en que Brad estaba distraído para aislarse, tratando de parecer invisible. Pero lastimosamente los ojos del recién llegado se posaron en ella para sacarla de su estado de confort.

—Hola…eh…—El chico estaba buscando en algún lado de su olvidadizo cerebro el nombre de la pelirroja. Y cómo recordarlo si solo la conocía como la Señorita perfecta—. No recuerdo…

—Amy. Me llamo Amy —dijo ella en un tono más brusco de lo que hubiera querido.

—¿Y cómo les va…a ambos? La convivencia ¿Cómo les va juntos?

—Estamos muy bien —respondió Brad y luego tomó un trago—. ¿No opinas lo mismo Amy?

—Amén —contestó ella, alzando la ceja con ironía.




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