El pasillo estaba lleno de estudiantes y conversaciones a la hora del almuerzo. Encontrar un lugar en el cafetín o en alguna banca del patio se convertía en una odisea. Algunos de los lugares que podía considerárseles como “libres” eran las escaleras y el piso del pasillo, espacios en los cuales la mayoría de los estudiantes solían desparramarse para poder almorzar y apenas descansar antes de entrar a la siguiente clase.
Amy era uno de esos casos ese día lunes.
—¿Qué haces allí echada? Pareces cachorrito si dueño. —Amy alzó la vista de su celular a los ojos de su amiga para regalarle una sonrisa triste—. Te estaba buscando para avisarte que no vamos a tener la última clase porque la esposa o… la hija del profesor enfermó. —Chloe hizo un gesto como si estuviera tratando de recordar—. No sé muy bien. El asunto es que por hoy no tendremos que ver su odiosa cara y podremos irnos más temprano.
—Yo tendré que quedarme un poco más.
Chloe se puso de rodillas para después sentarse frente a ella.
—¿Esperas a Brad?
—No. Hace unos minutos recibí una llamada del departamento de bienestar estudiantil y me temo que no son para darme buenas noticias.
—¿Te adelantaron algo?
—No, pero… ¿para qué me llamarían a la oficina? La última vez que lo hicieron me advirtieron que no podía seguir bajando mi promedio y ahora…
—No te llenes la cabeza de cosas que aún no han sucedido. Mejor escucha lo que te van a decir y después veremos cómo actuar. —Chloe lucía muy optimista—. ¿A qué hora te citaron?
Amy le echó vistazo a su celular y de inmediato se puso de pie.
—Ahora mismo. Debo ir ya.
—Te acompañó. Me quedaré esperando afuera de la oficina.
Chloe se enganchó al brazo de Amy mientras caminaban por el pasillo directo hacia la oficina.
Luego de tocar la puerta, Amy entró para tomar asiento frente al escritorio. Una mujer de cabello liso y oscuro de algo más de cincuenta años fue quien la recibió en la oficina, la misma que había hablado con ella unos meses atrás.
Luego de los saludos preliminares la mujer fue al punto.
—Amy eres una estudiante que desde el principio demostró un gran desempeño en esta universidad. Las calificaciones con las que ingresaste a esta casa de estudio eran sobresalientes y por esa razón te otorgamos la beca completa para que cursaras tus estudios en la carrera que dijiste que soñabas. El semestre pasado estuviste en esta misma oficina y te citamos aquí porque nos preocupaba que hubieras bajado tus calificaciones y te comprometiste a mejorar en este nuevo semestre. Pero…—La mujer bajó la mirada para ojear un segundo algunos papeles que estaban sobre el escritorio—…revisando el corte de notas de las asignaturas que estás cursando actualmente, nos estamos dando cuentas que en tres de ellas no vas muy bien, y con eso no me refiero a que las estés reprobando sino que las calificaciones que llevas no te van a ayudar para aumentar tu promedio. Y eso no es bueno. El año que entra podrás recibir tu título universitario y lograr lo que tanto has querido, pero el único problema es que vas a tener que costearte tu matrícula para ese año, porque la universidad está considerando revocarte la beca completa.
Aquella noticia cayó sobre Amy como una ducha helada. Todos sus esfuerzos se estaban desmoronando al igual que otros aspectos de su vida. Amy parecía estar en una muy mala racha.
—Pero… aun no es una decisión definitiva —comenzó Amy con voz temblorosa—. Si coloco todo mi esfuerzo en lo que queda de semestre… ¿es posible que…
—Tendrías que obtener excelentes calificaciones.
Cuando Amy salió de la oficina se dirigió directo al baño, olvidando por completo que Chloe estaba esperando por ella afuera.
—Eh, Amy. ¿Qué pasó allá adentro? —quiso saber Chloe, inmediatamente después de alcanzarla en el baño.
—Me quitaran la beca —respondió Amy; lágrimas de frustración asomaban a sus ojos.
—¿Qué?¿Por qué?
—Mi promedio ha estado bajando. Tengo que sacar diez en cada una de las evaluaciones que me quedan por realizar para poder continuar. Si pierdo la beca no voy a poder seguir estudiando. Se me hará imposible pagar la matrícula. —Amy se abrazó a Chloe con los ojos empañados de lágrimas— ¿Qué voy hacer ahora?
Chloe acarició el cabello de Amy consolándola.
—Nos esforzaremos juntas para que obtengas puros dieces. Eres una maestra en obtener excelentes calificaciones, así que con un poco más de tiempo, ayuda y esfuerzo lo lograrás de nuevo.
—No sé cómo voy a poder hacerlo si ya parece que todas mis fuerzas se acabaron.
Chloe la apartó de sus brazos para mirarla y luego le enjugó las mejillas con los pulgares.
—Renueva tus fuerzas como las del búfalo. Me tienes a mí para ayudarte. Y también tienes a tu esposo para apoyarte. No olvides que él también estudia Economía y está más adelantado.
—¿Por qué para todo tienes que mencionarlo? Además, él no tiene tiempo para eso.
—Ah, que no. ¿Se lo has preguntado?
—No. ¿Y para qué?
—Para qué —se mofó—. Para que te ayude tontita.
Amy se encogió de hombros.
—No le vayas a mencionar nada de esto a Brad. No quiero molestarlo. Promételo.
Chloe deliberó por un segundo haciendo una mueca y luego exhaló un suspiro.
—Creo que debes entender un poco más de qué se trata el matrimonio porque me parece que no lo tienes muy claro.
Cuando Amy estuvo un poco más calmada salieron juntas del baño.
Unos segundos más tarde, la puerta de uno de los cubículos del baño se abrió y detrás de ella apareció una de Las Primas quien sin querer había escuchado toda de conversación entre Amy y Chloe.
***
Luego de buscarlo por más de veinte minutos y de que no contestara el par de mensajes que le había enviado, Amy encontró por fin a Brad en la sala de estudios, sentado en una mesa al final, solo, con la mirada clavada en el celular. No respondió los mensaje porque al señor no le plació, pensó Amy.