Solo. En su antigua habitación. Con la cabeza llena de pensamientos sobre el futuro; un futuro que no veía nada alentador. Su diabetes era uno de los secretos que se había obligado a ocultar por años a sus amigos, y ahora se sumaba su matrimonio lleno de conflictos y mentiras, que aparte hacía infeliz a Amy; esos eran dos secretos con los que ya no podía lidiar solo. Una parte de él quería correr para hablarlo con sus amigos, pero otra parte se negaba a hacerlo por temor a que conocieran su debilidad y que lo señalaran como a un egoísta.
—Brad. —La voz de Maddie hizo eco a través de sus pensamientos. Él giró un poco el cuerpo hacia su hermana que lo observaba con suspicacia—. Qué reflexivo te ves. No estarás pensando en regresar ¿verdad?
Él rápidamente negó con la cabeza metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones.
—Oh, no. Eso jamás.
—¿Qué haces aquí un domingo tan temprano?
—Vine a ver a mamá antes de que fueran todos a la iglesia y… me detuve un momento a espiar un poco a ver en qué habían convertido mi antigua habitación.
—Mi mamá quiere usar el espacio para practicar yoga y yo lo quiero usar como un gran armario. —Maddie se encogió de hombros—. Pero después veremos. Por lo pronto sigue igual. —Hizo una pausa mientras su mirada vagaba por toda la habitación—. ¿Amy vino contigo?
—No. Ella está en su casa.
—¿En su casa?
—En la casa de su mamá, me refiero —aclaró él cuando la vio fruncir el ceño al no comprender su respuesta.
—Ah, ya. Amy es muy linda. Me agrada mucho y a mamá también. Lástima que después de la boda no la hemos visto.
—Ha estado muy ocupada.
—Me imagino. Y… ¿eres feliz con ella?
Brad caminó algunos pasos y se sentó en la cama, suspirando derrotado.
—Nos vamos a separar.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué fue lo que hiciste?
Él rodó los ojos.
—¿Por qué automáticamente me señalas de haber hecho algo?
—Porque Amy es una chica linda y dulce, y tú a veces eres un gruñón.
Brad rió, moviendo la cabeza con desaprobación.
—No la conoces. Nuestro matrimonio no funciona de ninguna manera. No tenemos nada en común. Ella está todo el tiempo a la defensiva. Nunca baja la guardia. No me escucha, es diabólicamente insoportable y pesada. Nuestra vida juntos es miserable. Me siento frustrado —agregó Brad, encorvado al borde de la cama. Después se apretó la cara con las manos.
—¿Qué fue lo que hizo que te enamoraras de ella en un principio?
«Nada. Este es un matrimonio arreglado. Sin amor. Sin nada», eso hubiera querido decir Brad.
—No lo sé.
—¿Y por qué te casaste con ella entonces?
—Creí que tenía una buena razón para hacerlo.
—¿Y esa razón es suficiente para que desistas del divorcio?
—Maddie, ya lo he pensado y esto es lo que debo hacer.
—¿Le darás el gusto a mi papá? El día de tu boda le dijo a mamá que creía que tu matrimonio no llegaría ni a un año. Lo mismo sucedió cuando fuimos a cenar a tu apartamento y Amy no llegó. No paraba de decir en el auto que era lamentable que Amy hubiera terminado casada con un hombre tan inmaduro como tú. Demuéstrale al viejo que sí puedes mantener tu matrimonio a flote, cuidar de tu salud y sostener la compañía sin que te esté controlando. Haz que se trague sus palabras. Amo a mi papá pero también te amo a ti. Y no quiero seguir viendo cómo te humilla las veces que se le pega la gana.
—También te amo hermanita y agradezco mucho que te preocupes por mí. Pero comencé haciendo todo mal y es demasiado ingenuo esperar que todo termine bien. En el fondo mi papá tiene razón. Soy inmaduro e irresponsable.
Maddie se acercó a la cama, se sentó de lado en las piernas de su hermano como si estuviera haciéndole una petición a Santa y luego pasó un brazo alrededor de sus hombros.
—Yo sí me siento orgullosa de ti, porque eres el mejor hermano de todos los hermanos del mundo. Eres terco y malhumorado a veces, —Maddie frunció el ceño para imitarlo lo mejor posible— pero también eres bueno, fuerte, osado y luchador. No eres nada de lo que mi papá dice de ti. Así que no te puedes rendir. Debes arreglar tu matrimonio. No hagas que Amy se lamente luego de perder a un hombre tan maravilloso.
Brad rió ante su comentario.
—En verdad me amas, ¿no?
Maddie asintió.
—Mucho.
—Quiero que sepas algo Maddie: No soy el mejor ejemplo de persona para nadie. He hecho cosas un tanto cuestionables y no quiero que repitas mis errores. Yo siempre estaré allí para ti, pero nunca seas como yo. Piensa mucho las cosas antes de involucrarte con otra persona. Nunca te acerques a alguien más por motivos egoístas, así no terminarás haciéndole daño.
—Hermano, no eres perfecto y eso lo sé. Siempre tomo mucho en cuenta tus consejos. Pero ahora quiero que tomes en cuenta el mío. No te precipites. Intenta salvar tu matrimonio. —Maddie hizo una pausa mientras lo miraba a los ojos—. ¿Lo harás?
***
Luego de escuchar al último grupo expositor hablar sobre el entorno económico internacional, Brad salió de su última clase acompañado de Daniel. El rubio le recordó algo sobre una asignación que tenían pendiente, antes de desaparecer por el pasillo del primer piso para encontrarse con su novia Megan.
Mientras Brad deslizaba los dedos por la pantalla de su celular para llamar a Amy, sus ojos dieron con ella cuando atravesaba el patio de la universidad. Amy se encontraba sola en una de las chalet, apoyando el codo sobre la mesa y descasando la barbilla sobre la mano; parecía fatigada mientras esperaba que apareciera algo en la pantalla de su laptop.
—Hey —dijo él, y Amy levantó la mirada de la portátil para encontrarlo sentado frente a ella con los brazos cruzados por encima de la mesa y mirándola fijamente.
—¿Qué quieres? —dijo ella con voz áspera.