No puedes elegir de quién te enamoras

Un poco incómodo

Algunos días después de mi cumpleaños, una noche no pude dormir.

Había estado dando vueltas en cama recordando a mi padre. Él solía escucharme cada vez que yo me decidía a hablar de mis problemas en el colegio, de lo estresante que me parecía escuchar a los profesores los mismos días a la semana, año tras año; me era difícil abordar el tema con mi madre, únicamente se mostraba disgustada al escucharme decir que no era eso lo que yo quería. Pero mi padre me miraba atento mientras hablaba. Gracias a él, terminé por decidir que no quería estudiar más. Pero no mucho después, él viajó a España debido a su trabajo, y esas conversaciones entre ambos dejaron de ser frecuentes...

...no quise pensar más.

La luz de la cocina estaba encendida. Pensaba que quizá un refrigerio ayudaría a dispersar mis recuerdos y permitirme dormir, pero al abrir el refrigerador mi estómago pareció sentirse incómodo. Únicamente serví agua en un vaso.

Notaba lo fácil que mi mente viajaba ausentándose de todo alrededor, pues cuando comencé a beber el agua me percaté de que Andrea estaba ahí. Por un segundo pensé en dar la vuelta y volver a mi habitación, pero no lo hice. Ella se limitó a sonreír para después invitarme a tomar asiento frente a ella.

Dio un sorbo a su café mientras hablaba acerca de mis nuevos sombreros, añadiendo que se veían "adorables" en mí, cada día que los usaba.

—En realidad, Christina me los obsequió por mi cumpleaños —respondí.

—¿Ha pasado tu cumpleaños ya? Debiste comentarme.

—No, yo... realmente no me gustan las sorpresas o regalos. Pero Christina insistió en obsequiarme algo.

—Entonces no te gustaron...

—Oh no, no me malentiendas. Me encantaron. Christina fue muy linda al darme un regalo... quiero decir, muy amable —desvié mi mirada—, son... lindos.

—Realmente lo son, Vannesa. ¿Sabes? —bebí de mi vaso con lentitud mientras la escuchaba—. Gabriela mencionó hace un par de días que ha notado distinta a Christina...

¿Distinta? ¿A qué se refería? ¿Por qué parecía preocuparme siempre lo que tenía que ver con ella?, pensé.

—... más abierta y alegre últimamente —continuó Andrea—. Creo que le gusta que estés aquí. Y... eso me alegra también a mí.

Era la primera vez que había entablado una conversación con Andrea de más de dos diálogos, y el escucharla hablar de Christina me parecía extraño, aunque no de una forma negativa, sino que... era la primera vez también que hablaba sobre su hija conmigo. Me sentía fuera de lugar con el tema, así que decidí cambiar un poco el hilo de la plática.

—¿Cómo van las cosas en tu trabajo? —pregunté.

—Bastante bien—notaba mi cambio repentino, pero al igual que su hija, no me inundaba con preguntas o comentarios—. Incluso he planeado un viaje para Jennifer. Necesito que alguien viaje y se encargue de unos asuntos. Y espero que Christina se sienta mejor para poder continuar con sus estudios el semestre entrante. ¿Cómo te has sentido tú, Vannesa? Quiero decir, aquí.

—Todo ha ido bien. Me gusta estar aquí. Supongo que el haber salido de casa me ayudó en algunas cosas, como llevarme mejor con mi madre y, bueno, hablar con... más personas.

—Me alegra escucharlo. ¿Todo en orden con tus pagos?

—Sí, todo ha estado bien. Me alegra poder ayudar a mi madre también de esa forma.

—Eso es excelente, Vanne. Y, ¿por qué te has levantado a esta hora?

—Creo que es insomnio. No es importante. Mañana dormiré mejor. Y... tú, ¿por qué estás aquí tan tarde?

—Supongo que me he acostumbrado a dormir poco. Es así cada vez que mi trabajo disminuye.

—Entiendo. Espero los días siguientes duermas mejor. Como tus hijas. Duermen toda la noche y al menos Christina pareciera que podría estar así todo el día.

—Tienes razón —reímos juntas—, me he acostumbrado a su sueño prolongado... —me miró fijamente durante unos segundos—. Vannesa... serías una nuera que cualquier madre esperaría tener —después sonrió casi son sarcasmo y dijo: Lástima que no tengo varones.

—Gracias —respondí apenada—, eso... creo. —tomé lo que quedaba en mi vaso con rapidez y me despedí de ella—. Bien... creo que intentaré dormir de nuevo. Te veré mañana.

Definitivamente, ese había sido un comentario un poco incómodo. Mejor dicho, muy incómodo. Pero lo olvidé por completo una vez que me quedé dormida. Y no lo recordé hasta mucho, mucho tiempo después...




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