—Entonces, ¿has hablado con Blue? —asiento al escuchar la pregunta de Roel y continúo mirando la pantalla—. ¿Han hablado últimamente?
—Un poco, hemos decidido llevar las cosas lento, pero se siente lo correcto. —explico llevando un par de palomitas a mi boca.
—Me alegra que hablaran las cosas, su amistad no podía desaparecer por un imbécil. —añade Logan desde el otro sofá.
—Dos. —corrige Mateo acostado sobre mis piernas y Tete dormido en su pecho.
—Lavas los platos Logan. —dice de pronto Justin desde el suelo, lanzándole una sonrisa arrogante al mayor.
Roel, Andrew y Jay solo atinan a reír desde sus lugares olvidando por completo prestar atención a la película que elegimos ver para pasar el rato en la tarde luego del almuerzo del domingo. El grupo de chicos tiene una regla muy interesante sobre las malas palabras, quien dice alguna tendrá que lavar los platos sin objeción y en caso de que ninguno diga alguna, harán hasta lo imposible por sabotearse entre ellos para conseguir su perdedor. Niego riendo y le alcanzo el tazón con palomitas de caramelo a Jay que está sentado junto a Logan y posa una palomita en su puchero haciendo que él coma de mala gana.
—A veces odio esta regla. —murmura Logan provocando que la sala se llene de carcajadas nuevamente.
—Tú la creaste. —le recuerda divertido Andrew acariciando los mechones de cabello de Jake, el chico se durmió en sus piernas cuando la película inició.
Según Mateo mencionó tuvo que quedarse hasta tarde terminando un proyecto final.
—Para controlar a esos adolescentes. —se defiende Logan de nuevo señalando con su mentón a los menores.
—Alguien por aquí trata de ver una película. —canturreo tratando de hacer que guarden silencio para escuchar las palabras en francés.
—Creí que esa regla fue creada porque Roel no daría un buen ejemplo en la universidad. —susurra por lo bajo Justin.
—Veronica, estoy tratando de defender mi orgullo. —me detiene Logan elevando su mano, giro mis ojos bufando escuchando la suave risa de Mateo—. Y sí, la regla la cree porque ese idiota no podía decir menos de dos palabras sin maldecir y esos tres son como esponjas que absorben todas sus malas conductas.
—Suenas como mi madre. —gruñe Mateo sentándose a mi lado fastidiado.
—No recuerdo haber dicho nunca nada similar a Roel —interviene Justin y Mateo asiente en su dirección dándole toda la razón—, yo nunca, pero Jefferson sí.
La expresión de Mateo cambia por completo cuando escucha como el pelinegro lo acusa y yo comienzo a reír con fuerza. Lo siento Timothée Chalamet y tu lindo acento francés que puede verse en competencia con el italiano de Song Joong-ki, pero no pienso perder la oportunidad para burlarme de Mateo o de sus amigos, mucho menos cuando hay un gran espacio dentro de esta conversación para conocerlos aún más y todas las travesuras que han llevado a cabo juntos. Tengo mucho por conocer de Moni y sus amigos potencialmente locos.
—No digo malas palabras. —se defiende Mateo lanzándome una mirada a juego con su ceja elevada cuando ahogo una carcajada para depositar sus iris oscuros sobre Andrew—. En todo caso, el segundo mal hablado es hyung.
Andrew se gira para mirarlo incrédulo, mis carcajadas son las únicas que se escuchan en la habitación y me tiene sin cuidado al escuchar la manera en cómo se acusan unos con otros para disipar de algún modo la furia de Logan, que no ha sacado a relucir que él fue quien cocinó. Tete salta fuera del regazo de Mateo hacia el patio trasero, me levanto dejando al grupo de chicos que comienza a gritar y Jake es despertado en el proceso con un pronunciado puchero en sus labios.
—Despertaron al bebé. —una risa se escapa de mis labios cuando escucho la queja de Andrew.
Aunque él no lo demuestre muy seguido, sus favoritos siempre van a ser los menores. Como aquella vez en donde durmió abrazado a Justin, ahora queriendo proteger el sueño de belleza de Jake y cuando llegué para el almuerzo estaba cepillando el cabello de Mateo tratando de ponerle una bandana para recoger el cabello que le caía sobre los ojos, al final le fue imposible y tuve que detener a Roel porque iba a cortar el cabello de mi chico.
El aire de la noche golpea contra la piel descubierta de mis piernas al vestir un short y me encojo contra la tela del nuevo abrigo que le robé a Mateo mirando como los colores del atardecer comienzan a desaparecer para darle paso a la mágica noche. Me siento sobre el césped del jardín trasero de los Jefferson para dejarme caer de espalda en el lugar mirando únicamente el cielo con los suaves pasos de Tete a mi alrededor olfateando cosas de su interés.
En algún punto del comienzo de clases también estuve mirando un cielo similar en compañía de un chico callado que parecía odiarme, pero con un corazón tan grande y cálido que jamás pudo hacerlo, nunca pudo sentir esas emociones hacia mí. Un atardecer cualquiera ahora representa para mí un nuevo comienzo, uno donde pude tener la oportunidad de reparar el daño hecho en Mateo, incluso en mí misma y dar paso a una relación mejor que la pasada. Los tonos poco a poco se van oscureciendo conforme el sol se oculta y un profundo suspiro se escapa de mis labios cerrando los ojos para disfrutar de este momento conmigo misma.