A veces tener tanto poder dentro de una empresa no es precisamente lo necesario para ganarse el respeto de tus compañeros, me había dado cuenta desde que me nombraron analista de marketing superior en la agencia. Había dejado de ser un simple compañero para convertirme en jefe y el resultado fue alejarme de los que alguna vez llegaron a llamarse mis amigos.
Tener un puesto superior en algunas ocasiones te hacen ver las cosas diferentes y es allí donde tu ego incrementa y te convierte en un idiota, al menos eso me había pasado. Me dejé llevar por un momento de mi superioridad dentro de la agencia creyéndome más que los demás sin darme cuenta de que estaba equivocado.
Mi padre fue el culpable de aquello, insistiendo una y otra vez en que me convirtiera en alguien duro, con carácter fuerte y serio con mis compañeros, aquello se salió de mis manos y al final resulté siendo un dictador que despedía a los pasantes nuevos de la agencia, aquello fue lo que realmente me tachó como un hijo de perra dentro de la agencia.
Desde ese momento todos dejaron de mirarme, de hablarme, ya no éramos compañeros, éramos la típica relación de jefe y empleado. Y ahora estoy pagando las consecuencias de mi inmadurez.
Me levanto de mi sillón y salgo de mi oficina para dirigirme a la cocina en búsqueda de mi café matutino como de costumbre. Camino por los cubículos de mis compañeros, todos estaban concentrados en sus asuntos y no es para menos, hoy es jueves y mayormente los clientes se reúnen con nosotros este día.
Al llegar a la cocina, tomé una de las tazas que se encontraba en la encimera, me acerco a la cafetera y me doy cuenta de que ya no tiene café… maldición. ¿Cómo es posible?
Doy un suspiro y me limito a buscar el café donde sea que se encuentre, entonces me fijo en un frasco con el nombre “Café”. Lo tomo inmediatamente y miro la cafetera preguntándome donde debo de poner el café… mierda, tendré que llamar a mi secretaria para que me ayude en esto.
—Pareces apurado con eso… ¿te doy una mano? —pregunta aquella voz tan conocida, giro mi rostro de inmediato con dirección a la puerta de la cocina y me encuentro con Hayley. Sus potentes ojos azules me miran fijamente con una expresión carismática.
—Hayley, que gusto volver a verte. —digo dejando el frasco, ella se acerca a mí.
—Hola, Calvin. Veo que tienes un problemita por aquí. —dice con voz burlona, miro la cafetera un poco avergonzado por no saber cómo preparar un simple café.
—Lo que callamos los inexpertos. —digo, ella ríe un poco y se acerca a la cafetera, me ayudará en prepararlo. Entonces al ver como levanta su mano, me fijo que en su mano izquierda se encuentran dos anillos en su dedo corazón, haciendo que mis sospechas sean ciertas. Sus vacaciones fueron en realidad su luna de miel.
—Me enteré de que te casaste con Trevor. —digo vacilonamente mientras dejo descansar mi cuerpo en la encimera. Ella me mira sonriente para luego mirar sus anillos.
—Así es, hacíamos legal nuestro amor, por decirlo así.
—Muchas felicidades. —digo mirando mis manos, realmente me alegra que se haya casado con él. —Sé que ha pasado mucho tiempo, pero quiero volver a disculparme por lo que te había hecho. Casi arruino tu relación con él por mi forma tan egoísta de pensar.
—No tienes por qué disculparte, Calvin. Eso fue hace tiempo y sé que te arrepentiste de ello. —dice sonriéndome, luego desvía la mirada y se limita en preparar el café.
Me quedo observando cada paso que Hayley hace, parece fácil de preparar aquel café, pues simplemente ella le puso una especie de papel a la cafetera, solo 4 cucharadas de café y finalmente colocó el agua para encender la cafetera. No tiene ciencia, es bastante fácil a simple vista, pero a la vez interesante.
—¿Nunca has preparado café?
—¿Intentas avergonzarme con saber la respuesta? —le respondo con una pregunta, parece que aquello le ha causado gracia, pues estaba a punto de reírse… pues es la verdad, no sé hacer café.
—En 5 minutos estará listo. ¿Sabes cómo se endulza? —pregunta burlonamente, la miro un segundo y ambos reímos.
—No me gusta ponerle azúcar. —digo dejando de sonreír, ella asiente y camina hacia la salida de la cocina. —Nos vemos en el bar al salir de la agencia, Alice me comentó que estás invitado.
—Allí estaré.
Ya es hora de irme, después de un día analizando y organizando todo para el evento de mañana no había dudas de que todo será un éxito. Me limito a salir de mi oficina, observo que ya Alice y unos compañeros más se han ido, por lo que me doy prisa y camino rápidamente para dirigirme al elevador.