No hizo falta que diga que era mi amiga, ya que mi celular estaba a pocos centímetros y tiene una pantalla lo siguientemente grande para leer quien está llamado. Sequé mis manos rápidamente y Eduardo tomó el celular colocándolo cerca de mi oreja.
—Te llama tu novio
¡Maldición! ¿Por qué seguía Emmanuel registrado en mi teléfono como “Love”?
—Hola — dije sujetando el celular mientras Eduardo volvía a lanzarse a la piscina.
—Te extraño muñequita —Escuché a Emmanuel mientras miraba a Eduardo sumergirse en el agua.
—No he tenido muy buena señal estos días— Expresé sin prestarle mucha atención a lo que decía.
— ¿Estas bien? Parece que no estas escuchándome ¿Escuchas lo que te digo? —volvió a repetirme
—Si — dije casi convencida, mirando atenta a Eduardo.
—Muñequita quiero verte ¿Puedes conectarte en la noche al chat? necesito mirarte aunque sea unos minutos.
—Si… tal vez, voy a ver cómo está la señal.
—Ok preciosa, te amo.
—Hasta la noche—Colgué.
Suspiré y volví a dejar el celular a un lado de la piscina, mientras sumergía mis piernas en el agua. Me quedé mirando el vacío unos segundos hasta que Eduardo salió del agua y se sentó una vez más a mi lado.
—Tu novio es muy afortunado de tenerte a su lado.
—Tal vez
— ¿Lo amas?
—Creo que si —Sonreí avergonzada.
—Cuando uno duda, no hay amor verdadero o el amor se fue muriendo sin darnos cuenta — me clavó esa mirada tan profunda que me hizo estremecer.
Me perdí en su mirada profunda unos instantes cuando oí llegar a papá
— ¿Terminó la clase?
—Hace un instante — Dije mientras me levantaba.
— ¿Y cómo va mi Reina? —Se dirigió a Eduardo mientras me abrazaba.
—Excelente señor Derek.
—Entonces prepárense porque vamos a conocer un poco el lugar y a comer algo —Sonrió papá.
— ¿A dónde iremos? —dije curiosa
—A cualquier lugar, hay que admirar el paisaje y conocer. Las cosas sin planearlas salen mejor.
—En eso tiene razón — Refirió Eduardo levantándose —voy a vestirme, nos vemos luego.
Tomé mi celular mientras papá colocaba la toalla para cubrirme; nos dirigimos al interior de la casa. Subí a mí habitación llena de sentimientos encontrados. La imagen de Eduardo volvió a acariciar mi mente, llenándome de angustia ¿Estaría bien amarlo?
Luego de vestirme me dispuse a bajar cuando llamó Emmanuel ¡Rayos! Había olvidado conectarme para el video chat.
—Hola muñequita ¿A qué hora es allá?
—Son casi las 7 y 39 — Expresé mirando mi reloj pulsera.
—Ups .No sé si podré llegar a nuestra cita virtual. Estoy en una fiesta con los chicos ¡Ya sabes! Las reuniones de la universidad.
¡Si! Esas fiestas, que lindo se las pasaba siempre, alcohol, droga y sexo desenfrenado. Lo que tanto amaba, era casi imposible negar que en esas fiestitas no amanecería con una o dos chicas desconocidas en su cama.
—No te preocupes, saldré con papá a cenar, no sé a qué hora regresar.
—Diviértete Amor, Chao.
—Adiós — Ya había colgado.
Siempre ha sido así ¿Por qué recién reconozco eso? Bajé y ya estaban todos listos, esperándome. Yolanda con su vestido de flores suelto y ajustado del busto, la hacía lucir muy joven. No estaba desentonando con mi vestido color vino de pliegues.
—Esta noche te ves demasiado hermosa — dijo Eduardo adelantándose y poniendo su mano en la cintura para que yo la tome —permítame acompañarla esta noche señorita Isabela —Sonrió.
—Vaya formalidad — Expresé sonriendo mientras tomaba su brazo. Papá sonrió e hizo lo mismo con Yolanda.
Yolanda se ofreció a ser la guía de Máncora y sus alrededores; nos fue mostrando el lugar mientras llegábamos a nuestro destino gastronómico por así decirlo. La noche en Máncora es mágica o quizá me lo pareció por estar al lado de Eduardo. Caminando llegamos a un hermoso lugar llamado Atelier Vino Bar, está a unos 100 metros de la playa. Un hermoso lugar decorado con objetos reciclados de la zona, genera diferentes sensaciones atreves de su diseño, tiene buena música y buena atención al cliente.
Probamos los langostinos con salsa de maracuyá ¡Delicioso! Lo mejor fue el pisco sour de nutella. Como noche es joven bailamos un par de piezas; una velada de ensueño. Sus miradas y su sonrisa me llenaron de emociones y suspiros profundos.