Entro a su apartamento. No es que sea una desesperada, exigente y obsesiva persona que le pide las llaves y lo vigila todo el tiempo. No. Simplemente él decidió entregarme las llaves y algunas veces espero dentro.
Espero recostada sobre el sofá, pensando en las palabras de Alma y negándome a que sean una realidad. Sé que él no es así, pero el hecho de formalizar una relación me hace dudar, eso sin decir que él probablemente se irá del país en un par de meses y entonces es probable que las palabras de Alma tengan sentido.
Aleksis llega después de un rato, me sonríe al verme acostada y se acerca a mi besando mis labios, yo correspondo, y después nos separamos mirándonos a los ojos. Me toma de las manos hasta que llegamos a la cocina, está por preparar algo, pero lo detengo tomando sus manos.
—No he venido por comida, Aleksis —sonrío tomando su mandíbula y obligándolo a mirarme—. Descansa por un momento.
Él ríe tomando mi cintura sin despegar la mirada de mí. Creo que comienza a gustarme más —probablemente más que Alexis— y honestamente no puedo imaginarme que pasará con nosotros una vez que él decida viajar a otro país, de hecho, ni siquiera le he preguntado si aún lo tiene contemplado.
No despego la mirada de él y él sabe que ocurre algo por cómo me mira.
—¿Qué ocurre, Rakkaani?
—Nada —respondo entre risas—. Es solo que… seguro pensarás que es bastante infantil, pero no quiero quedarme con dudas —Observo que su mirada sigue en mí—. ¿Qué somos, Aleksis? ¿Esto va más allá de lo sexual? ¿Te intereso?
Las palabras lo sorprenden, lo sé por el cómo suspira y no deja de mirarme analizando lo que ocurre. ¿Por qué se piensa una respuesta? Entonces temo que Alma tenga razón.
—Mara, ¿esta pregunta es en serio? —Asiento sin despegar la mirada de él. Nunca me había sentido tan nerviosa como en este momento. No sé porque siento que son malas noticias—. ¿No habías pedido tiempo?
—Cierto… —murmuro—. Pero hemos salido mucho.
—En realidad, yo creí que estábamos saliendo desde que regresamos del bosque.
Suelto una pequeña risa nerviosa. No puedo evitar reír porque todo había sido confuso para mí por no preguntar, pero ahora entiendo lo horrible que se debió haber sentido él mientras yo iba por la vida negándolo como pareja y deseando a alguien más.
—¿En serio? —pregunto, él asiento—. No puedo creerlo, esto es muy vergonzoso para mí, no debí preguntar, pero… Perdón.
—Supongo que debimos hablarlo —dice él, ahora soy yo la que asiente—. Creí que lo habías asumido, así como yo lo hice. ¿Estas de acuerdo con salir o simplemente lo dejamos como algo casual?
—Lo siento —pronuncio avergonzada. No lo asumí porque siempre que lo creía resultaba que solo era una diversión de una noche y me hacía sentir mal. Volteo para mirarlo con una sonrisa—. Seamos pareja.
Él sonríe tomando una botella de vino rosado, el cual sirve en copas y brindamos. No sé cuánto duré nuestra relación, pero sé firmemente que será memorable.
.
Al día siguiente y desde temprano salgo de su apartamento despidiéndome de Aleksis y entrando al mío, donde me baño, tomo mi bolsa y mi ropa para ir a la oficina, a la cual llego tras unos minutos en el tráfico. Saludo a mis compañeros y dejo caer mi bolsa en el asiento.
Ixchel y César me miran con atención y después ríen, yo no despego la mirada de ellos. No sé qué traman.
—¿Qué ocurre con ustedes?
—Vimos tu historia —Dijo César. Vio, respondió y reaccionó en la historia donde parecía lo más oficial entre Aleksis y yo. A César le emociona más que a mí—. Solo quiero felicitarlos y desearles felicidad… no puedo —dice entre risas emocionadas—, me imagino a ustedes casándose y me emociono.
—César… —acusa Ixchel. —No te emociones demasiado.
—Lo siento. Sucede que soy un romántico sin solución —Voltea a verme—. ¿Piensas casarte algún día, Mara?
Me lo pienso por segundos, pese a ser cosas que nunca pienso, jamás me he imaginado estable en aquello llamado matrimonio, simplemente siento que sería complicado para mí porque siempre me he visto más como amante, que, como esposa, pero aun así no descarto la oportunidad. Todo es posible, pese a que no es una de mis metas porque inevitablemente pienso en que terminaré divorciándome.
—Son cosas que no pienso.
—Yo lo pienso todo el tiempo —dice César con voz triste—. A mí sí que me gustaría —Se encogió de hombros—. Ya encontraré a alguien que quiera lo mismo.
—¿Y Enrique? —pregunta Ixchel sin despegar la mirada de ambos sin despegar la mano de su mejilla—. Te veía futuro junto a él.
—No son esas cosas que preguntes cuando recién empiezas a salir, Ixchel. —La mirada de Ixchel mira fijamente a César quien comienza a reír—. De acuerdo, tal vez haya quien lo hablé, pero yo no.
Nadie añade más. Ixchel baja la mirada para continuar dibujando; César y yo nos centramos en nuestros trabajos. Eso hacemos todo el día, hasta que al terminar cada uno sale. César e Ixchel salen juntos pero cada uno tiene planes diferentes.
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Editado: 13.12.2021