No sé cómo explicarlo

026| Comida que evoca recuerdos

Pase el sábado durmiendo y leyendo gran parte del día mientras me recuperada de la resaca, pero fuera de esos síntomas desagradables después de ingerir alcohol en exceso, estaba la cruda moral.

No debí haberle dicho nada de eso a Alexis.

Es ahora, en un completo estado de lucidez que me arrepiento.

Quise llamarlo en varias ocasiones para disculparme, pero estaba tan avergonzada que ni siquiera lo intente, así que me limite a sentarme frente al televisor y vi un kdrama para pretender que no había nada por ocultar.

Fue el fin de semana más vago que había tenido en mi vida desde hace mucho tiempo, pero lo disfrute al sentir que necesitaba un descanso de todo para dedicarme exclusivamente a ver todos los capítulos de Youth of May.

El lunes, en cambio, tuve que volver a la vida de adulto e ir a la oficina, donde al entrar noto que Ixchel y César están dentro, hablando y me siguen con la mirada una vez que entro.

—¿Te dio su número? ¿Le diste tu número?

—¿De qué hablas?

—De Gabriel, obviamente —asegura. Yo rio al tiempo que niego—. Ya que, perdiste la oportunidad de tu vida.

—Ella crea sus propias oportunidades, César.

César asiente acompañado de una sonrisa. Yo me comienzo a leer en mi pantalla la lista de pendientes y ver todo el trabajo que tengo pendiente, y eso comienzo a hacer, hasta que la voz de César me interrumpe.

—¿La gente guapa siempre atrae a gente guapa? Algo que la gente fea nunca podremos experimentar.

—¿Y lo dices tu? —pregunta Ixchel—. Tu eres una hermosa creación.

 Rio, pero aún no se sobre que habla, entonces le pregunto con la mirada.

César me muestra la pantalla de su móvil, es una publicación: Aleksis y una hermosa —realmente hermosa— chica de buen cuerpo, rostro y cabello lindo acompañado de ojos azules y grandes. Me encojo de hombros.

—Es una persona demasiado sociable, es normal.

Pero pese a todo lo que diario me repito, el sentimiento de celos aparece en mi ser, pero solo sonrió mientras abro su perfil y veo que tiene más fotos con ella al igual que videos y varias historias que no vi.

Ellos notan que algo en mi me paraliza. ¿Celos? ¿Molestia? No, definitivamente solo son mis inseguridades saliendo a la luz, entonces sonrío.

—Tengo curiosidad por saber quién es.

—Nosotres también —dice César.

Trabajamos un poco —o en lo que cabe—, y en momentos libres bajamos hasta el inicio de las fotos en el perfil de Aleksis, ella aparece ahí, en muchas.

—Seguro son familia —murmura Ixchel.

Pero no son familia, y lo sé cuándo entro al perfil de ella y veo que también tiene fotos con Aleksis. Su nombre es Irina Kozlova, es rusa, es viajera y son expareja y están juntos en la costa de Campeche. Mi corazón late con fuerza.

Quizá, después de todo, Alma y Katia tenían razón. Ahora que Irina esta en el país y cerca de él yo solo paso a segundo plano a ser esa amante que siempre pensé que sería.

—Y la curiosidad mató al gato —susurra César al sentir la incomodidad del ambiente.

—No. Ha sido el mismo gato fue el que buscó la forma de destruirse.

Sé que no debería estar triste, pues muchas veces yo me reuní con Alexis, pero lo nuestro nunca paso, y aunque hubiese pasado, no contaría porque éramos niños aún.

Y también, muchas veces he hablado sobre mi desmesurada.

Veo las fotos. ¿Esto que siento a caso son celos? Suspiro hondo mirando los comentarios de los reels más recientes, donde textualmente «Es más guapa que la mexicana», y sí, es cierto. Es muy guapa, pero era algo que no necesitaba leer.

Cierro la aplicación y dejo mi móvil junto a mí.

—Cosas que pasan —susurro sin darle importancia.

Centro mi mirada en un correo y entonces recuerdo que la publicación de mi próximo libro será en los siguientes días. Pronto tendré a mi siguiente creación en mis manos, no puedo estar más feliz. Cuelgo un recordatorio en Instagram, puesto que también, en los siguientes días deberé estar recibiendo los libros físicos.

Mis ánimo y emoción se centra justamente en ese futuro hecho, y nada me puede hacer más feliz. Es la publicación número catorce y espero que haya más.

Trabajamos todo el día, a excepción del descanso, donde estuvimos en silencio. No tenemos tema de conversación entonces simplemente nos acompañamos.

Estoy ligeramente triste por lo visto. Antes, creía que no merecía su amor, pero ahora, es él el que no merece mi amor. Creo que ellos notan mi tristeza cuando me señalan con los hombros y con la mirada.

Pero absurdamente, me contradigo. Supongo, que, en el fondo, no puedo con la idea de que alguien no se pueda entregar por completo a mi, y que no sea exclusiva en su mente y corazón; mientras a mí, la idea de amar a más de una persona me  conquista. Soy tan egoísta que incluso aquel simple modo de ver la vida lo es.




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