Prólogo
Julie recordaba aquel día tan claro como si hubiera pasado solo hace unos días, la aceptaron en la universidad Ashton como era de esperarse, sus padres nunca se habían visto más orgullosos de ella en especial su madre quien no dejaba de abrazarla como si hubiera ganado un premio nobel. No podía negar que se alegraba por haber entrado a tan prestigiada universidad, sin embrago, aquella emoción que sus familiares sentían no era para nada parecido a lo que Julie sentía, para ella entrar a Ashton solo era otro objetivo más cumplido en su lista no tan larga de cosas que hacer, pero de todos modos sonreía ante todos como si estuviera genuinamente feliz. A veces le preocupaba no saber como distinguir cuando sonreía falsamente a cuando sonreía de verdad, si es que alguna vez había sonreído de verdad.
Tan solo entró a la Universidad se hizo de amigos y entró al primer club que le ofreció un folleto, gracias a su apurada decisión, Julie terminó siendo miembro del club de arte, a pesar de nunca haber sido buena en eso.
Después de su primer semestre en la universidad y gracias a sus notas impecables y a la confianza de sus padres, Julie empezó a vivir por su cuenta en un pequeño departamento que ella misma decidió pagar.
Estaba viviendo el sueño de todo estudiante universitario, estaba en su cuarto semestre en la carrera de arquitectura, sus notas eran envidiables, estaba rodeada de amigos y sus padres tenían total confianza en ella. A Julie jamás le ha faltado nada, tuvo la suerte de nacer en una cuna de oro, su familia es la dueña de la reconocida marca de perfumes Faivre y siempre cumplían todos sus caprichos. A pesar de ser privilegiada ella siempre se ha mantenido humilde y con una personalidad brillante, las personas a su alrededor siempre la han admirado y querido.
Todo en su vida es perfecto— Ella es perfecta —es lo que la gente dice de ella cuando la conocen.
Cuando la gente te dice constantemente lo que esperan de ti desde el día en que naciste y te crían de tal forma para cumplir con sus expectativas, no te queda más remedio que ser lo que ellos quieren que seas.
Ser la niña perfecta es el sueño de cualquiera, pero ¿a qué costo?
El pago que Julie Faivre tuvo que dar fue su propio ser, tener que fingir ser alguien formado por las expectativas a su alrededor la mantienen agotada la mayor parte del tiempo.
Sonríe.
Sé amable.
Sé honesta.
Nunca grites.
Nunca opines.
Las reglas que han mantenido su vida tan impecable son las mismas que la han mantenido encerrada en una burbuja que le ha asfixiado desde que era una niña.
Pero nadie puede fingir para toda la vida.
Pensó que al mudarse tendría aquella libertad que tanto había anhelado, pero durante 20 años de su vida no ha sido más que un títere movido por las cuerdas de aquellos a quienes satisface. Fue entonces que se dio cuenta que estaba vacía, y aún así nunca ha tratado de cambiarlo. Si vivir para los demás ha sido la forma en que ha vivido todo este tiempo no hay manera en que eso cambie ahora.
—¿Por qué debería cambiar? —se pregunta cada noche.
Pero no se ha dado cuenta que el preguntarse todo el tiempo lo mismo es el grito silencioso de ayuda que ella no ha podido escuchar.