¡no soy Ariel!

Conocidos de toda la vida

 — ¿Qué haces aquí? ¿No tenías una prueba? —preguntó Sam mientras se sentaba a mi lado en la mesa de la cafetería.

— Debería preguntar lo mismo ¿no tenías clases de matemáticas?

— Si pero el profesor estaba indispuesto, Mat le puso laxante a su café de la mañana, debiste ver su cara—arrugué mi cara imaginando la situación— Por otro lado, hace un rato vi a Hunter, Kendra tenía sus garras sobre él. Pobre de Brad... o no, puede que rompan y al fin tenga la oportunidad de acercarme a él —concluyó ella con una sonrisa ya que había estado enamorada del capitán de equipo de futbol desde el jardín de niños pero nunca había tenido el coraje de decirle, pero Brad era el novio de Kendra desde Dios sabrá cuando.

— ¿Y a mí qué, Sam? En ese par debe haber más ETS que en todo el país —acoté restándole importancia a la información de Sam.

No sabía por quién sentir lastima, por Kendra al tener que soportarlo, por Hunter que no sabía quién era ella en realidad, o por mí que tenía que cumplir con mi parte del trato en unas horas. Pensándolo mejor, empecé a tener la esperanza de que Kendra lo envolviera en sus redes, que él se olvidara de mi existencia y yo me librara de él. Era algo que sonaba realmente hermoso.

— ¿Qué harás por la noche? Es viernes, pasemos la noche viendo un maratón de Breaking Bad —propuso sacándome de mis pensamientos. Por otro lado, no sabía cómo decirle a Sam de que Hunter pasaría por mí esa noche. Nada me encantaría más que quedarme con ella en cama viendo como Walter se volvía ridículamente rico mientras moría.

— Saldré...

— ¿A dónde?

— Por ahí...

— Genial, iré contigo — ¿podría llevar a Sam? Supongo que estando con ella pudiera hacer como si él no estuviera ahí.

— ¡Perfecto! Saldremos con Hunter, está lista a las 8 pm.

— ¡Olvídalo, no haré de mal tercio! Ya era hora de que se dignara a invitarte a salir, se tardó. Llevan tres semanas peleándose como unos niños, recuerda el dicho ese de "los que se pelean, se aman" —no podía seguir escuchando las sandeces de Sam, por tanto, no vi de otra que irme de la mesa y dejarla con sus locas ideas— ¿A dónde vas, Ash? ¡No me ignores mientras te hablo! ¡Recuerda no pasar de primera base en la primera cita, sabes lo que dicen de las que lo hacen! —eso ultimó lo gritó.

Y con mis mejillas ardiendo hice como si no conociera a Sam y apresuraba el paso para salir de ahí lo más rápido posible mientras los demás estudiantes volteaban a verme con curiosidad.

Así era mi vida, pasaba vergüenza desde que había decidido salir del útero de mi madre a conocer el mundo exterior ¿En qué estaba pensando?

El resto del día transcurrió con relativa normalidad, no hubo incidentes, hasta llegué a olvidar lo que me esperaba en la noche, pero no duró mucho. Las horas pasaron volando y cuando menos lo esperaba la campana estaba sonando y todos salían cuan estampida de salvajes de esa cárcel llamada instituto.

*****

Y ahí estaba yo, en ropa interior frente a mi armario porque aún no decidía qué ponerme para salir a cumplir con mi parte del trato. Me quedaba sólo media hora para estar lista y yo sólo quería que ocurriera un milagro y que el Diablo me enviara una señal decidiendo que no podía salir hoy porque estaba muy ocupado con la víbora de Kendra. Ojalá le cayera la peste a ambos y no puedan levantarse de sus camas por el resto de sus vidas.

No quería parecer que me estaba esforzando por verme bien para él pero tampoco quería ir pareciendo una vagabunda ya que esta ciudad era bastante pequeña y todos se conocían, además, uno nunca sabe cuando va a encontrar al amor de su vida, incluso si estás con un tarado a tu lado.

Deseaba llamarlo y cancelar pero sería injusto, el trato era que si él me llevaba, entonces yo accedería a hacer lo que me pidiera, además ya había rechazado la primera opción y me daba miedo preguntar cuál sería la tercera. Por otro lado, no contaba con llegar tarde y perder la jodida prueba, para colmo había pasado la noche en vela estudiando. Además, tenía que hacer un trabajo con Hunter para recuperar los puntos perdidos. No tenía ni idea como sería eso, estando minutos juntos no hacíamos más que discutir, estando una hora o más nos íbamos a matar.

Los dioses se encargaba de hacer que esté cerca de él cuando yo quería estar lo más lejos posible.

Volviendo a lo que estaba, necesitaba apurarme por lo que opté por unos jeans rotos en las rodillas, un top blanco, una chaqueta negra que hacían juego con mis zapatillas y recogí mi cabello en una trenza un poco floja.

Me daba los últimos toques de maquillaje cuando el timbre sonó por toda la casa.

Rogaba por que todo fuera tranquilo y pasáramos desapercibidos en todo momento. Pero como todo lo que pedía era ignorado por fuerzas superiores, me preparaba mentalmente para cualquier catástrofe que estuviera en camino.

Bajé las escaleras y fui testigo de la primera catástrofe, me encontré a mi madre y a Hunter hablando como si se conocieran de toda la vida.

Acercándome a la puerta aclaré mi garganta para que notaran mi presencia y ambos se giraron a verme.

— Hija, no me habías dicho que estaban saliendo —dijo mi madre muy emocionada.

— No lo estamos, mamá —aclaré.

— ¿Cómo que no lo estamos? —preguntó Hunter fingiendo estar ofendido—. Bueno, tienes razón, cariño. Señora, es nuestra primera cita —dijo con orgullo a lo que yo le envié una mirada asesina.

Él no podía estar haciéndome esto. Ahora tendría a mi madre preguntándome por detalles todo el tiempo.

— No lo es. Sólo es una salida amistosa —traté en vano de explicarle porque me ignoró totalmente y siguió hablando con Hunter.

— ¿Dónde irán?

— Al cine. Prometo no traerla tarde.

Ya cansada de la escenita, me apresuré a salir y en el camino le tomé la mano a Hunter para que me siguiera. Giré a ver a mi madre y ella me giñaba el ojo mientras tenía sus pulgares alzados en señal de completa aprobación.



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En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

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