¡no soy Ariel!

¡No soy Ariel!

Hunter

Estaba un poco ansioso y a la vez fascinado por la presencia de Ashton. 

Estaba sentada a mi lado sobre el capó de mi auto viendo a la ciudad, mi sudadera le quedaba un poco grande pero en ella lucía perfecta, por no mencionar su cabello ondulado que danzaba con el viento y gracias a los rayos naranjas del sol su cabello se veía como fuego. 

— Es hermosa —dijo refiriéndose a la vista.

— Lo es —respondí refiriéndome a ella.

 No sabía por donde empezar nuestra conversación. Nunca pasó por mi mente que me gustara una chica tanto. La verdad me volvía loco cada vez que la tenía cerca y cuando no lo estaba, solo pensaba en ella. 

Había cometido varios errores a lo largo de estos meses con ella. Sobre todo el intentar darle celos con esa chica Kendra, me arrepentía de eso ya que me había ganado su desconfianza. Desde ese momento intenté explicarle pero ella no me quería escuchar y lo tenía bien merecido.

Por otro lado, no podía negar que me encantaba cuando se molestaba por las bromas que le hacía, se veía jodidamente adorable y aún más cuando su ceño se fruncía cuando la llamaba Ariel. Era algo que no entendía, Ariel era una princesa y Ashton lo era, ella sin darse cuenta siempre resaltaba del resto.  

— Ashton... —la llamé por su nombre pero ella me interrumpió.

— Hunter, sé el porqué estamos aquí —dijo cortando mi respiración.

Temía que me dijera de nuevo que me alejara de ella, era lo que menos quería. Sin embargo, me si ella había tomado esa decisión me vería en una encrucijada con solo dos caminos: aceptarla por respeto a ella o no rendirme. Me inclinaba por la última.

 Estos últimos días la había notado más nerviosa de lo usual cada vez que me acercaba, no entendía su comportamiento. Ashton si que sabía hacer cómo confundirme. Sé que la ponía nerviosa antes pero ella se hacía la dura para que no lo notara, pero siempre lo notaba y eso me divertía. Me aliviaba saber que tenía el mismo efecto que ella tenía en mí. No obstante, estos días su comportamiento era distinto, ella se cerraba y se alejaba de mí. Estaba muy preocupado.

— Antes de que digas lo que tienes en mente, Ariel. Quiero que sepas que tengo miedo de perderte —dije con rapidez sorprendiéndome a mí mismo—. Yo...

— También me gustas, Hunter —me interrumpió.

No podía creer lo que decía. 

Estaba seguro de que me rechazaría. 

Esto era un sueño. 

Con Ashton todo era impredecible. Era una de las cosas que me atrapó de ella.

Sin tiempo que perder rodeé su cintura con mi brazo y la acerqué a mí, con mi otra mano tomé con suavidad su cara sonrojada y la guíe a mis labios hasta que rozaran entre ellos.

— Y, Hunter, ¡No soy Ariel! —susurró sobre mis labios y yo reí por lo bajo.

— Eres mejor. Eres Ashton.

Y la besé como nunca antes. La besé con ternura y adoración. Quería transmitirle todo lo que sentía gracias a sus palabras. 

Me separé de sus labios y seguí repartiendo pequeños besos en sus mejillas llenas de pecas y finalicé depositando un beso en su frente.

— Se mía, Ash.

— Lo soy desde que robaste mi primer beso en mi armario —respondió rodando sus ojos haciéndose la ofendida.

Lo recordaba a la perfección. No fue la mejor forma de tener su primer beso pero Dios sabía que deseaba besarla desde que la vi en la clase de biología con su ceño fruncido. Me alegraba ser su primero.

Rodeé su cuerpo con mis brazos y la estreché contra mí. Enterré mi cara en su cuello y aspiré su delicioso aroma, ella siempre olía a vainilla. Para sorpresa mía, ella también me rodeó con sus brazos.

No sé cuanto tiempo pasamos así. Lo importante era que estábamos cómodos y felices uno con el otro.

Ashton

Me sentía feliz y orgullosa de mí por haber reunido la valentía suficiente para decirle a Hunter que me gustaba. 

Habíamos pasado el resto de la tarde hablando... 

¿A quién engaño? 

¡No quería despegarme de su boca! 

Él era adictivo.

La noche llegó y Hunter me llevó hasta la puerta de mi casa. Se inclinó, me dio un último beso de despedida y fue a su casa.

Al entrar descubrí a mi mamá con una sonrisa de oreja a oreja lo que me confirmaba que había visto todo por la mirrilla de la puerta. Era la verdadera vecina chismosa de la cuadra.

El universo entero junto a todas las deidades existentes me dieran fuerza para responderle a mi mamá todas las preguntas que se aproximaban. Pero nunca llegó una felicitación y buscó el teléfono en la sala para llamar a alguien.

Era extraño.

— ¡Vecina! —dijo emocionada— ¡Los espero el domingo para almorzar!

¿Qué? 

¿Estaba llamando a la mamá de Hunter?

¿Desde cuándo eran amigas?

— Mamá.

— La señora Miller y yo sabíamos que este día estaba cerca, ¿o creías que yo era la única que los veía por las ventanas?

Fin

 

***

N/A:

Hermosas personas al otro lado de la pantalla, ¡hemos llegado al final de esta historia!  

Ariel me hizo sufrir cada vez que se hacía la dura con Hunter jajajja. Muy terca pero admiré que no cayó rendida a sus pies y le dio lucha.

¿Qué les pareció?

Espero que hayan disfrutado leyendo tanto como yo escribiéndola.

Se han ganado mi corazón y muchísimas gracias por todo su apoyo a lo largo de estos meses.

Un abrazo gigante a todos.

❤️❤️❤️❤️❤️



#295 en Joven Adulto
#1728 en Otros
#467 en Humor

En el texto hay: comedia, romance, amor

Editado: 03.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.