Siento las manos de mi madre que intentan ayudarme a mantenerme de pie, mi pecho duele muchísimo de sólo imaginar lo peor.
—Él no… —mi voz sale tan ronca que hasta yo me sorprendo. —. ¿Está bien?
Lleva una mano a sus labios frustrado, en sus ojos veo la ganas de llorar, las ganas de derrumbarse pero por alguna razón se mantiene firme.
Niega con la cabeza tomando su mechón con fuerza.
—Lo siento…
Esa es la frase que me derrumba, grito con fuerza, lloro, mi pecho ya no se hunde, si no que siento como si me estuvieran cortando pedazo por pedazo el corazón, me duele tanto que mi respiración se corta.
Mi madre asustada me sostiene rápidamente y terminamos ambas en el suelo, me abraza y yo lloro, grito entre sus brazos, los espasmos no tardan en hacerse presente, seguido empiezo a hipar descontrolada mente.
Sus ojos es lo primero que viene a mi mente, y vuelvo a soltar un grito desgarrador.
—¡Él no…! Mamá por favor, no quiero, no quiero, me duele mucho, por favor que esté vivo, me muero —aprieto con fuerza su ropa bajo mis manos mientras lágrimas brotan de mis mejillas.
Es tan inexplicable lo que siento que está sucediendo con mi corazón.
—Te… tengo que verlo —me alejo de ella, me paro y avanzo hacia Antony. —. Llévame con él, me necesita.
—No puedo —murmura ronco.
Ignoro sus palabras y le paso por el lado para salir de la casa, quiero correr, quiero llegar hacia él, hablarle al oído para que sepa que estoy ahí, que nos casaremos y tendremos esa vida que siempre soñamos.
Una mano me detiene del brazo, su agarre es firme.
—¡Suéltame!—pido. No tengo ganas de lidiar con nadie, él tira de mi brazo metiéndome dentro de un tirón. —. ¡Suéltame! —grito empezando a lanzar golpes hacia él.
—¡Está muerto! —me grita, y el mundo se detiene para mí.
Mis ojos se clavan en los grises de él, mis manos tiemblan, me quedo pasmada analizando sus palabras. No me las creo, me niego a hacerlo.
—No —susurro en un hilo de voz.
Su mirada de lástima me asquea, mi brazo se libera del suyo ligeramente y llevo ambas manos a mis labios.
—No.
—Lo siento —suaviza su tono.
—¡No! ¿Cómo puedes decir eso? ¡Es tu hermano!
Corro nuevamente hacia la puerta pero él me detiene, sus fuertes brazos me mantienen elevada. Grito, golpeo y pataleo como loca.
—¡Cálmate! Mis padres no pueden dar la cara, esto no es fácil para mí…
—Me estás lastimando —lloriqueo. —. No hables, no lo hagas, Antonio está bien, por favor deja de jugar…
Me ahogo con mis palabras, empiezo a respirar de manera forzada, mi vista se nubla, miro hacia la puerta la cual se mueve de un lado a otro y todo se vuelve negro.
POV: Antony.
No quería hacerlo, pero tampoco podría dejarle eso a mis padres, quienes estaban tan dolidos, la salud de mi madre estaba en riesgo, entonces me vi obligado a decirle.
Siendo sincero no esperaba que ella reaccionara así, pero ver su rostro tan pálido, y el miedo tan grande en su mirada me partió por segunda vez el corazón en el día.
Lo único que podía asegurar, era que: ella en serio amaba a mi hermano.
Ver como gritaba que le dolía, fue como tener en tus brazos a alguien a punto de fallecer sin saber que hacer.
Lentamente con miedo la cargo entre mis brazos, su madre quien parece estar procesando las cosas, me indica que suba, subo con ella y la dejo en su habitación, según la noche de las declaraciones sé que es la segunda habitación la suya.
Observo su cuerpo que hace unos segundos sentía frágil entre mis brazos, su rostro rojo del llanto, es realmente hermosa, como siempre, mi hermano tenía buen gusto.
De sólo pensar en él, mi pecho se aprieta, tapo mi rostro y se me escapa un sollozo.
—Dios —jadeo frotando mi pecho.
Me siento al borde de la cama y tapo mi rostro, lloro, liberando ése dolor que tengo guardado que me lastima, sigo sin creerme como de la noche a la mañana he perdido a mi hermano.
—Anto —siento la mano de la señora sobre mi hombro. —. Ten.
Levanto la mirada, y tomo el vaso de agua que me está extendiendo. Miro su rostro y noto que también está llorando, no sé que le duele más, el corazón roto de su hija o la muerte de mi hermano.
—Deberíamos despertarla —comento tomando el vaso de su mano.
Ella niega con la cabeza.
—Mejor no, no quiero verla así —toca su nariz soltando una bocanada de aire. —. Será una tortura al despertar. Ella… estaba muy ilusionada, estaba dispuesta a sacrificar la empresa con tal de estar a su lado.
Trato de aligerar mis dedos alrededor del vaso para no romperlo.
—Le avisaré a mi esposo, aunque supongo que ya está enterado, Dios, no quiero estar aquí cuando despierte —literalmente ella huye de la habitación.
Tiene tanto miedo de la reacción de su hija que huye, sabe lo desgarrador que será que no quiere vivirlo.
Miro el frágil cuerpo de la chica, está más pálida de lo normal para su tono de piel. Quiero irme, yo no tengo porque estar aquí, si su madre huye, ¿por qué habría yo de quedarme aquí?
Decido irme pero la voz de mi hermano retumba en mi cabeza.
“Prométeme que la cuidarás por mí”
Zapateo fuertemente contra el suelo, esto es una situación muy incómoda, tenerla cerca, verla sólo me recordará a mi hermano y cuánto él la amaba.
En el silencio de la habitación, con la mujer más importante para mi hermano desmayada detrás de mí, lloro, aprovecho que nadie está para desahogar ése dolor que está atorado en mi garganta.
Inevitablemente luego de un rato me empiezo a preocupar, ella aún no despierta, eso no es bueno y me asusta.
Parado a dos metros de la puerta debatiéndome en que hacer, llevo ambas manos a mi cintura soltando un bufido.
Escucho un pequeño movimiento detrás de mí y no me atrevo a voltear a verla, no puedo, no sé pero no la quiero cerca.
—¡Antonio!
—No soy él —aclaro sin voltear.
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Editado: 25.09.2024