POV: MARÍA JOSÉ.
Te fuiste antes de tiempo sin hablar, sin explicar y ya no estás.
Miro la hora en la pantalla de mi celular, y lo guardo en mi bolsillo.
—Un trago más —pido haciendo sonar el vaso sobre la mesa.
Remuevo mi cabellera sintiendo calor, miro alrededor al escuchar murmullos detrás de mí.
—Ha perdido a su prometido, pobrecita.
—Que mal, es la prometida del famoso Antonio González, fue trágico.
—¡Cállense! —grito dándoles la cara. —. No quiero su lástima.
Me enderezo girando, y me topo con el otro vaso la cual tomo completamente.
—Deme una botella de vodka completa —pido.
Me sentía tan especial con él, a su lado el mundo no existía, sólo éramos él y yo, nada más. Toco el collar sintiendo el redondo anillo, mis ojos se aguan de sólo recordar lo romántico que fue al pedírmelo, Dios, lo amo tanto, pero hace horas que acabo de enterrarlo con todo el dolor de mi alma.
Él ya no está.
Dios, y eso duele tanto. No sé cuánto tiempo llevo tomando, ni cuántas botellas han pasado, sólo sé que no quiero parar.
Tomo la botella sobre la barra para alejarme pero otro idiota se me acerca por segunda vez en la noche.
Intenta acercarse al verme balancear pero lo empujo.
—Aléjese —advierto arrastrando mis palabras. —. ¿Qué? —empiezo a reír. —. ¿Le gusto?
Toco mi cabeza, la vista se me nubla y el dolor intenso en mi pecho regresa a la misma intensidad. Tomo otro trago para aliviar mi pecho, no quiero sentir, no quiero sentir más, esto duele mucho, y no lo soporto.
Sálvame mi amor, sálvame de esto, te fuiste, ¡te fuiste! Lo estaba olvidando, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué lo hiciste amor?
POV: ANTONY.
Entro a casa aflojando mi corbata, decidimos dar una semana libre a todos los trabajadores, lo necesitamos, mi familia no está en su mejor momento y no estamos para lidiar con los problemas de la empresa.
Por otro lado, ya está más que claro que no fue un accidente, alguien quitó los frenos de su auto, pero ella no lo sabe, sus padres decidieron no decirle, y aunque no es lo mejor, estoy de acuerdo, ella necesita recuperarse.
Veo a mi madre dando vueltas por toda la sala como un animal enjaulado.
—¿Qué sucede madre?
Ella sobresalta, pero suspira al verme.
—Ay hijo mío, Valeria se encuentra muy mal, María no aparece, desde que salimos del entierro ella no ha llegado a casa, ya van a ser las diez hijo —explica desesperada.
Ya veo lo rápido que se encariñó con su nuera, bueno antigua nuera. Tal vez mi hermano tenga razón, ella es fácil de querer.
—Ése no es tu problema mamá —le aclaro.
—Además de que su madre es mi amiga, no paso por alto el hecho de que es la mujer que mi hijo amaba con locura, y cuidaré de ella como si fuese mi hija
—Bien —lanzo mi saco a mi espalda y empiezo a avanzar hacia las escaleras para ir a mi recámara a descansar, no estoy de humor para hacer nada.
—Hijo.
Ése tono lo conozco, y no, eso no.
—No mamá —gruño como un niño pequeño.
—Por favor cariño, usa tus influencias, es mujer y puede pasarle muchas cosas.
Bufo.
—Ay mamá —chillo regresando. Tiro mi saco al sofá junto con la corbata, miro a mi madre quien sonríe satisfecha. —. ¿Qué hago con ella?
—Llévala a su casa o mejor tráela, no sé si Valeria pueda verla así, es su única hija y no acostumbra esas cosas.
—Vale, vale, sólo falta que la adoptes.
Saco mis llaves de mi bolsillo mientras salgo de casa, le envío un mensaje a mi asistente y mientras espero respuesta manejo sin rumbo.
En unos minutos me llega la ubicación y manejo rumbo hacia uno de los famosos bares de la cuidad de Málaga.
El alcohol es lo mío en su momento, pero no es algo al que soy adicto. Abriendo paso entre la multitud empiezo a buscarla, hubiera sido mejor enviar uno de mis hombres a buscarla, pero ya estoy aquí.
Suspiro aliviado al verla pero las cosas se ponen feas, dando zancadas llego hacia ella para alejarla de ése tipo, él parece estar borracho también por lo que no se rinde y termino pegándole.
—Toma eso bastardo —le muestra el dedo corazón. Se tambalea pero por nada suelta la botella que tiene en su mano izquierda.
—Vamos —la tomo del brazo.
—¡Ey! —reclama. —. Gracias, pero byeee…
Le quito la botella y antes de que chille la llevo a mi espalda para sacarla de ahí, y como lo típico en las mujeres, golpea mi espalda con sus puños gritando tonterías.
La dejo en la parte trasera de mi camioneta, y la miro, su vestido sube dejando a la vista sus muslos, del pequeño bolsillo de su vestido sobre sale su celular a punto de caerse.
—No tienes temor a que esos hombres se aprovecharan de ti, sola en un lugar así.
—No es que fuera mi primera vez —se remueve cayendo de lado.
Trae puesto el mismo vestido negro con que la vi ésta mañana en el funeral, sólo que ahora está arrugada y no tiene eso que llevaba en la cintura.
—Conociendo a mi hermano, a puesto a que eres virgen —cierro la puerta y subo al asiento copiloto para poner la camioneta en marcha.
—Pues porque es un caballero —habla arrastrando las palabras.
«Sí, claro»
Sus sollozos me vuelven loco en todo el camino, no espero que lo supere de una, pero ya han pasado una semana y no ha dejado de llorar.
—Me duele mucho-logra objetar a duras penas. —. Es ése dolor tan fuerte, más doloroso que la muerte de un amigo, madre, padre, es ése dolor de perder una parte de ti.
Las puertas se abren, y entro a casa para estacionar dentro.
Supongo que ya no será necesario esos hombres porque la celebridad no está, bajo del auto y voy al asiento detrás para sacarla.
Tomo su celular antes para que no se extravíe.
—Antonio —murmura pegando su cabeza a mi pecho, y me olfatea. —. Mi amor.
Esa chica es tan dulce, quisiera decir que no soy él, pero está borracha y no me conviene que empeore.
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Editado: 25.09.2024