POV: MARÍA JOSÉ.
Con las manos entrelazadas sobre mis piernas miro fijamente a la cámara y me limito a contestar.
—No puedo hacer nada, sé que nada puede traerlo de vuelta, pero yo sé que siempre estará conmigo —agacho la cabeza. —. Y en los corazones de cada uno de sus fans.
Llevo mi mano a mi cuello y acaricio el anillo colgado del collar.
—Lo siento, disculpen —me paro del sofá alejándome de la sala.
Salgo de la casa por la puerta trasera y en un mar de lágrimas me alejo de la propiedad. Es fácil decirlo, otra cosa muy distinta es hacerlo.
—¡María!
Volteo para verlo dar zancadas hacia mí.
—¡No! Por favor —alzo mi mano pidiendo que no se acerque.
Me doy la vuelta, y voy a casa, quiero, lo intento pero simplemente sigue doliendo como la primera vez. Ahora es cuando me pregunto: ¿En realidad el tiempo lo cura todo?
El tiempo pasa y el dolor sigue intacto, tal vez simplemente no es el momento de sanar, o tengo que esforzarme más.
Nunca le había hablado a un muerto, ni pasar horas frente a una tumba imaginando ser escuchada, no hasta que lo extrañé demasiado.
—Hola —saludo a mis padres pasando de largo.
—Tenemos que hablar —dice mi padre.
Desvío mi caminata hacia la sala y me siento frente a ellos.
—Iremos al grano —mi padre mira a mi madre y luego a mí. —. El trato sigue en pie.
—¿De qué hablan?—pregunto casi sin voz, me he quedado ronca del llanto.
—El trato se reanuda, pero ésta vez con Antony.
El silencio reina por un momento hasta que suelto una carcajada.
—Sé que quieren hacerme reír pero se pasan —digo entre risas.
—Es en serio —aclara mi padre con mucha seriedad.
Miro a mi madre y ella me lo confirma dos veces, una con sus ojos, otra con su leve asentimiento.
—¿No podemos ayudarlo de otra manera? —pregunto lo más pacífica posible, yo haría todo por Antonio, y aunque estoy furiosa quiero pensar que puedo arreglar las cosas hablando.
Ambos niegan con la cabeza, y lo entiendo, ellos también tienen que tener un beneficio.
—¡Sólo han pasado tres meses y una semana desde que murió Antonio y tienen el descaro de decirme esto!—mi lado furiosa sale de mí sin darle permiso. —. ¿Ustedes me quieren?
Escaneo sus ojos, no espero a que me contesten y salgo echando humo por los oídos de la casa.
Tengo claro mi rumbo, muchas cosas dejaron de importarme desde que murió, ya lo perdí todo, así que me vale todo lo demás.
Llego a la empresa en tiempo récord, pregunto por él tranquilamente y luego me apresuro hacia su oficina mientras la secretaria me pide que me detenga.
Cuando estoy frente a la puerta una mujer se me atraviesa colocando su mano al extremo para impedir mi paso.
Su piel tiene un tono bronceado, sus ojos son marrones oscuros, su cabello es un canela oscuro muy puro, sus labios tienen un tono muy rojizo que la hace ver provocativa. Viste un mini vestido que apenas cubre su trasero y con un escote exagerado, tiene un cuerpo envidiable.
—Apártate de mi camino —advierto desafiante, no estoy para soportarla, si me conociera no estuviera haciendo esto. Puedo parecer pequeña ante muchos, pero mis acciones son muy grandes.
—No puedes entrar…
—Eso lo veremos —golpeo mi puño contra su brazo y me adentro a la oficina al ella retirar su brazo gimiendo.
—¡Maldita…!
Dejo de escucharla al cerrar la puerta.
Doy zancadas hacia el hombre vestido de negro completo.
—¡Puedes explicarme que demonios! —grito alejando el asiento lejos para estar frente a frente.
Él suspira, como si se lo esperara.
—Primero baja la voz… —me pide alzando ambas manos hasta su abdomen.
—¡Primero nada!—golpeo la mesa con mi palma. —. ¡¿Qué?! Acaso después de él sobra una pesadilla.
—Te aseguro que no tengo nada que ver, así que no me culpes.
—¡No te creo nada! ¡Dejen de joderme la vida! Suficiente tengo ya.
—Tú deja de actuar como una malcriada, eres una mujer que sólo piensa en ti, le echas la culpa a los demás por todo lo que te pasa, ¡asume tus cosas! Deja de ser impulsiva, no sé que te vio mi hermano, ¡eres un dolor de cabeza! —escupe con rabia.
Trago saliva sorprendida, estampo mi palma contra su mejilla con fuerza porque quiero que lo sienta.
Alzo mi dedo índice y lo señalo. —Nunca vuelvas a hablarme de esa manera, tu no sabes nada de mí, absolutamente nada, no entenderás lo de tu hermano y yo porque eres un seriogante que no sabe nada del amor, espero que algún día te enamores.
Su rostro palidece, como si estuviera procesando lo que pasó.
—Eres una máquina —escupo con rudeza y me doy la vuelta alejándome de él.
[…]
—No tengo nada que perder —termino de tejer la trenza, estoy apunto se amarrarla las puntas cuando alguien la arrebata de mis manos. —. Ouch…
—Dios, mary, ya tienes veintitrés, deja de amarrarte las puntas —me regaña terminando de tejer las puntas por mí.
—Es que así no se desenreda —me cruzo de brazos.
—Sé que lo harás por él, pero y si sacrificándote por él terminas siendo miserable —coloca frente a mí un pequeño espejo para que me vea.
—No te preocupes, si Antony tiene algo que ver, te seguro que le haré la vida miserable inmediatamente que me case con él —bajo de la cama y me dirijo a mi maquilladora para que ella haga su trabajo de experta.
Se sienta al borde de la mesa y empieza a maquillarme.
—No tienen que llegar a tanto, después de todo tienen algo en común, ambos están lastimados, por otro lado no tienes que estar así con tus padres.
—Ya firmé —suspiro. —. Eso les hará feliz, supongo.
Un extraño silencio se forma entre nosotras, cosa que pasa escasas veces ya que siempre hay algo que comentar.
—Recuerdas al moreno que andaba con Antony —rompe el silencio al fin.
—¿Sí?—frunzo el ceño confundida.
—¿Son amigos?
—No tengo la menor idea, ¿por qué?
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Editado: 25.09.2024