POV: ANTONY.
No cabe duda de que la muerte de mi hermano fue planeado, y que ahora aparte de mi familia, Mary también está en peligro. ¿Por qué? ¿Qué mal había hecho mi hermano? Que yo sepa nunca hemos tenido conflictos con nadie, aunque como empresa seamos una competencia para muchos otros, nunca ha habido señales de amenazas.
—Adivina quién invitó a salir a tu esposa —la irritante voz de Hugo, que es lo último que quisiera escuchar, me saca de mis pensamientos.
—¿Crees que estoy para esas cosas?—respondo seco.
—Deja de sentirte seguro sólo porque han quedado en no salir con nadie, hasta donde veo, se lleva muy bien con el detective, además él no la ve com…
—Ya —alzo las manos no más arriba de mis hombros. —. ¿Qué quieres que haga? Ella ama a mi hermano muerto, y yo prefiero no dejar crecer esto que siento.
—Solo bésala —hace ademán con las manos mientras avanza hacia mi escritorio. —. Deja que tus labios le digan de lo que estás tratando de huir, déjate sentir —expresa, fingiendo un tono de voz de poeta enamorado.
Niego con la cabeza riendo, no puedo evitarlo, no sé que haría sin él, siempre logra sacarme una sonrisa cuando estoy amargado.
—Creo que la droga de Carmen está haciendo efecto —bromeo.
Su postura cambia a una muy seria, pocas veces se pone serio, es todo lo contrario a mí.
—Es una niña bonita, y vamos para serio —en sus ojos veo esa chispa de ilusión. —. Y no me vengas, estoy dispuesto a enfrentar a sus padres y quien sea —advierte señalándome, porque sabe que iba a comentar algo.
—Me alegra señor cupido —vuelvo a concentrarme en mi computadora.
—Yo sí quiero despertar con alguien al lado, saber que después de un día cansado alguien estará ahí para darme un masaje, sacarme una sonrisa y quien sabe, un pequeñín que me saque de quicio.
Mis manos quedan congeladas sobre el escritorio. En tres años tendré treinta años, ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Sólo ganar dinero, ser exitoso y buen hijo. Antes eso era suficiente para mí, ahora no sé.
—Necesito un trago —murmuro entrecerrando los ojos.
—Sí, luego termina en la cama de Dalia para que así nunca puedas alejarla en serio —su tono suena algo molesto, pero no entiendo la razón, frunzo el ceño y alzo la cabeza para mirarle pero sólo alcanzo a ver su espalda marchándose.
Paso por la oficina de Mary pero ella no está, me decepciona pensar que se haya ido con el detective ese. Aflojo mi corbata y me marcho antes que los demás, suelo ser el último en salir de la empresa, siempre, pero hoy que no le encuentro sentido a mi vida, no sé que hacer.
Las horas pasan, y no tengo ganas de mover mi trasero de éste bar, no es que en casa me esté esperando algo mejor.
—Mira nada más —siento una fría mano sobre mi hombro. —. Tú borracho y ella de seguro en una cita —suelta una carcajada para luego sentarse a mi lado. —. No le veo razón de respetar ése matrimonio, no es como que cada vez que nos acostemos yo salga a gritarlo a la calle.
—Ya te dije que no es por ella —aclaro disgustado, todos parecían sólo pensar en ella que no dejaban de mencionarla.
—A ella no le importas, sólo eres el hermano de su gran amor, de seguro ni te ha llamado, Antony —coloca su mano en mi muslo. —. ¿Acaso no me extrañas?
—Te quiero Dalia, pero ahora siento la necesidad de tener una vida de verdad —tomo mi saco sobre el respaldo de la silla, y me voy.
Al llegar a casa, la única luz encendida es la del comedor, ella está parada trazando algunas cosas. Me apoyo a la pared y la observo en silencio.
«No estaba con él» pienso feliz. »Sólo está terminando los planos por mí. Al menos piensa en mí«
Toma su celular sobre la mesa dejando de hacer lo que hacía, estoy tan perdido en ella que casi no me doy cuenta del zumbido de mi celular en mi bolsillo. Lo empiezo a buscar como loco para apagarlo pero es muy tarde.
—Si querías asustarme, pues fallaste —retoma lo que hacía.
—Yo…
—Ahora tengo dos hombres detrás a donde sea que voy, y tú ¿Cómo sabré si te pasa algo?
Ella… ¿estaba preocupada por mí?
—Lo siento —digo entre suspiros.
—¿Acaso murió seriogante?
—No soy así, es que a veces, no sé —masajeo mi frente frustrado.
—Entiendo, ven a revisarlos —toma su celular y se aleja para que yo tome su lugar.
Me acerco y reviso todo con detenimiento.
—Al detective le gustas ¿no? —suelto lo que tanto me carcome por dentro.
Su silencio es abrumador, decido esperar a que hable para no meter la pata o decir incoherencias.
—Es lindo.
¿Qué?
Giro la cabeza de golpe para mirarla.
Una pequeña risita se le escapa, pero no me mira, mantiene su mirada fija en la mesa.
—Es sólo laboral, tranquilo.
Eso es un gran alivio. Pero… ¿Ella está nerviosa?
—¿Podrías evitar emborracharte mediante nuestra estadía de casados? Nunca he lidiado con borrachos y no quiero hacerlo —su voz suena pasiva y bajita.
Frunzo el ceño mirándola mal.
—Ya volvió la niña fina —resoplo.
—Conmigo no sea seriogante, eres mi esposo —sonríe triunfante y empieza a alejarse.
—Su esposo —murmuro sacudiendo la cabeza.
POV: MARÍA JOSÉ.
La temperatura bajó radicalmente de un día para otro, la verdad no entiendo como es que ahora está lloviendo tanto en meses que no son de lluvia, el tiempo está alborotado.
Aunque en Pontevedra es peor, que es donde vivía antes de mudarme para Málaga con mis padres, por asuntos de trabajo, y así se reencontró con su amigo el señor Daniel Gonzales.
Entro a mi oficina, dispuesta a que un café sea lo primero que pida, pero me encuentro con una sorpresa.
Dalia.
—Tú ¿Qué estás haciendo en mi oficina? —espeto rápidamente mirándola de arriba bajo.
—Yo no sé que rayos estés haciendo y no me interesa pero que te quede claro que Antony es mío —farfulla avanzando hacia mí. —. Te puedo regresar de donde viniste.
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Editado: 25.09.2024