No soy Él

Capítulo #34 Luego matarme

El sangrado de su frente no se detiene, la herida no se ve nada bien y tengo miedo de las consecuencias.

—¡¿Dónde diablos está la ambulancia?! Llamen al doctor Martínez —ordeno hecho una furia, ella no despierta, esto me desespera, vuelvo a tomar el botiquín para ponerle alcohol debajo de la nariz nuevamente. —. Vamos, despierta por favor, vamos preciosa —suplico acariciando su cabello de forma hacia atrás.

Un chillido me hace dar un respingo, miro su rostro y veo la expresión de dolor en ello.

—Preciosa —murmuro, tocando su frente con delicadeza, ella suelta otro chillido y me obligo a alejar mi mano. —. Ya viene el doctor, estarás bien, descuida.

—No quiero que nadie me toque —dice con dificultad. —. Me duele mucho la cabeza —su tono es casi inaudible, un susurro adolorido.

Parpadea varias veces como si aún no pudiera verme bien.

—Voy a curarte —le digo, ayudándola a incorporarse. El abierto en su fino vestido deja ver su muslo arañado, me acomodo sobre la cama, y limpio la sangre en su frente. —. ¿Tocó algo?

Se queda en silencio y confundida por un momento pero luego niega con la cabeza, y gime por el dolor que le causa eso.

—Lo siento.

—No tocó nada —dice sorprendida. —. Sabía muy bien lo que hacía… ay…

—Lo siento —beso su mejilla, limpio la sangre que se encuentra en la comisura de sus labios. Cambio de lado, termino de romper su vestido donde empezaba la abertura, su piel se encuentra muy roja a pesar del rato que ha pasado.

—Dolerá —le advierto, ella asiente cerrando con fuerza los ojos. Me inclino para besarla, y pasarle el algodón, ella chilla contra mis labios pero es pasajero.

Empiezo por los pequeños arañones, antes de colocar el algodón con alcohol sobre el más grande que está sangrando, beso sus labios, chilla contra mis labios al sentir el alcohol pero me sigue el beso.

Me alejo y despacio limpio sus arañones.

—¿Qué demonios quería?—pregunto rabioso, en voz alta sin querer.

—Quería violarme y luego matarme —dice entre cortada, echándose a llorar.

Dejo todo a un lado y me acerco más para abrazarla, subo y bajo mi mano sobre su cabellera.

Se deja abrazar aferrándose a mí, poco a poco se va calmando. Repentinamente aleja su cabeza de mi pecho de golpe.

—El asesino de tu hermano —murmura mirándome atónita. —. El hombre al que está siguiendo el detective porque tiene las características del hombre del vídeo aunque no hayamos visto el vídeo —farfulla.

—¿Qué sucede?—pregunto, reincorporándome.

—Tengo varias fotos de él, tiene un tatuaje en el dorso de su mano, y… y sus uñas largas —exclama lo último. —. Quiere decir que yo soy la próxima, tu no eres su objetivo…

Frunzo el ceño confundido, sacudo la cabeza levemente para volver a mirarla.

—¿Estás queriendo decir que el asesino de mi hermano te hizo esto?

—Justo hoy que no estás, claro, alguien debió decirle, alguien que nos conoce, si él vino por mí es claro que él es el asesino…

Tomo sus hombros y los acaricio suavemente.

—Haber preciosa, cálmate, creo que pasas demasiado tiempo con el detective, olvídate de eso por ahora, ahora vamos con tu salud, luego prometo escuchar todas tus conclusiones ¿sí?—ella me mira indefensa con sus ojitos, se ve tan tierna aún estando así. —. Por favor, y te prometo que voy a encontrar a ese bastardo.

Asiente no tan convencida.

—Debo llamar…

La detengo.

—Empezaremos por ahí, no harás nada hasta que no te chequee el doctor, vamos, te quitaré esto —ella sube los brazos para sacarle el vestido por la cabeza. La rabia me inunda cada vez que veo esas marcas en su piel, pero todo esa ira la desataré cuando tenga a ése hombre en frente.

Dos toques en la puerta nos interrumpe, y suspiro aliviado de que no hayan pasado así por así.

—Ya llegó el doctor.

—Un segundo —pido. —. Te cubrirás con eso mientras tanto —la cubro con las sábanas, y ella se lo acomoda sonriendo pícara.

—En serio —dice riendo, y mi pecho se alivia gracias a eso. No me quiero imaginar que alguien la lastime, mucho menos yo.

—El doctor es de confianza, yo bajaré un momento con los chicos —le explico acariciando su pierna.

Ella se reincorpora.

—No los despidas, no tienen la culpa, por favor —me pide, y su rostro ya me convenció, no le puedo negar nada.

—Está bien —besa mis labios castamente.

Me paro de la cama, recibo brevemente al doctor y bajo inmediatamente para encontrarme con los dos idiotas a los que les pago una fortuna por cuidar una mujer en casa.

—¿Qué diablos estaban haciendo? Les pago una fortuna por cuidar una mujer en casa —exclamo molesto.

—Lo sentimos señor —dicen ambos con la cabeza gacha.

—Yo no sé como le van a hacer pero quiero a ése infeliz, no los voy a despedir, y tú Leonardo, confiaba en ti, eras el mejor hombre de mi hermano —reprocho, señalándolo.

—Lo siento señor, no volverá a pasar.

Suspiro pesadamente. Esto parece una pesadilla, y en serio quiero despertar.

—Creo que no fue buena idea quitar lo de tanta seguridad —meneo la cabeza. Para nada lo fue, pero como pensábamos que había sido un accidente.

—No es por da órdenes señor, pero sería bueno reforzar la seguridad, digo para como están las cosas —dice Leonardo, jugando con sus dedos nervioso.

—Sí —masajeo mi frente. —. Encárgate de eso, contrata los mismo u otros no sé, pero a ti te quiero como perro fiel detrás de Mary, no importa a donde vaya, tu la llevas, siempre —él asiente.

Me doy la vuelta pero regreso rápidamente al pensar en mis padres.

—Una cosa más, también de la seguridad de mis padres, no quiero flojos, esto no es broma —aclaro.

Subo por las escaleras sin dejar de pensar, aún no entiendo ¿Quién rayos quiere hacer nos daño? ¿Y por qué se fueron por Mary? De tanto pensar ni sé cuando llegué hasta la puerta y me quedé pensativo frente a ella.

Tomo el pómulo de la puerta, y entro, e inmediatamente mis ojos se encuentran con los de ella.




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