Sus palabras retumban en mi cabeza una y otra vez, los hombres de seguridad junto a mi chofer privado cuando vivía con mis padres la sacan a la fuerza.
Carmen me ayuda a regresar hacia el sofá para sentarme, casi me desmayo del susto, ¿Cómo es que ella sabía de mi embarazo?
—Tranquila Mary, piensa en el bebé —dice pasando su mano por mi frente. —. Tranquilízate, recuerda que cualquier cosa te puede afectar.
Quiero gritar, llorar, y más pero sólo me mantengo callada, no me sale nada, ella lo mató, no me equivocaba con ella, mi instinto nunca me falló, y para colmo vino a amenazarme en mi propia casa.
—¿Puedes creer lo que ella acaba de hacer?—pregunto casi sin voz.
—No pienses en eso, nosotros estamos aquí, no te preocupes ¿vale?
Por más que me lo dijera no era posible, ¿Cómo podría estar tranquila? Ella amenazó contra mí y mi bebé.
—Llamaré al detective —propongo, queriendo pararme pero ella me detiene.
Mantiene mis manos apresadas sobre mis piernas.
—Si por algo cortaste comunicación con él, fue para no preocuparte por esas cosas, así que relájate.
Mi respiración se vuelve pesada, se me empieza a ser difícil respirar y Carmen actúa rápido.
[…]
Mi mundo se viene de cabeza cuando me dicen que escapó, una furia inmensa me invade.
Todo terminó siendo en vano, ella terminó escapando de todos modos, pero olvidó las acciones de la empresa en su despacho.
No quedó de otra que hacerlo público, toda la policía la estaba buscando pero ella era una profesional, no había rastros de ella.
—¿Algún familiar?—pregunta el oficial.
—Sólo sé que tiene una hermana que vive a las afueras de Galicia, nunca hablaba de su familia, decía que no la querían y que nunca creyeron en ella —explico.
—Ya veo —suspira. —. Te pediré algo, no hagas nada ilegal.
Me paro de la mesa sin quitarle la mirada.
—Esperaré, pero si no hacen nada me encargaré de que ella pague por las buenas o por las malas, mi familia es sagrada —me doy la vuelta y salgo de la delegación.
No me queda de otra que ir a casa de mis padres y explicarle todo.
Mi madre se cruza de brazos mirándome molesta.
—¿Y ahora también nos dirás por qué Mary te pidió el divorcio?—pregunta arqueando una ceja.
Su pregunta me hace recordar lo tonto que fui, perdí el sobre que ella me había dado, la duda me estuvo carcomiendo, fui a verla ayer pero ni siquiera pude pisar la entrada de su casa y me negaron la entrada.
Tal vez debí ir antes pero estaba en la búsqueda de esa… ni sé como llamarle.
—Cuando ella se fue a Pontevedra pasó algo entre yo y Dalia.
—Te acostaste con ella —afirma. —. Claro, con razón ella estaba tan destrozada, a parte ahora resulta que tu amante es la asesina se tu hermano —exclama sarcástica. —. Fírmale el divorcio.
—Mamá… —suplico. —. ¿Por qué nadie me deja explicar antes de juzgar?
—¿Qué? ¿Te aplaudo? Estoy muy pero muy decepcionado de ti, Antony, nunca creí que fueras a caer en algo así, ¡tuviste a una malévola en la empresa por dos años!
—¡Lo siento! ¿De acuerdo? Siento no haber sido el mejor otra vez, ¿Cómo iba a saber que era una desquiciada?—exploto molesto, siempre he dado todo, al cien por ciento, un error y ya soy el malo.
—Me desquicia que lo tuviste en tus narices y no lo viste, fui a la empresa, tuve los reportes de todo, no le creíste ¿verdad? Mary lo descubrió todo —cierro los ojos al oír eso. —. Vi todas las pruebas, te confiaste tanto que ya ni revisabas, no me sorprendería si Mary no te perdona.
—Lo siento, lamento no dar lo mejor éstos últimos meses, pero tuve algo lindo de todo eso, conocí el amor. Estoy molesto, sí, pero más porque perdí eso que vale más que todo el lujo y dinero del mundo —resoplo, entro ambas manos en mis pantalones y me doy la vuelta para salir de ahí.
Conduzco con la determinación de seguir insistiendo, no me rendiré.
Bajo de la camioneta y ni siquiera me dejan avanzar los guardias.
—Por favor —les suplico. —. En serio sólo quiero verla, un momento, sólo verla, por favor, el otro día me sacaron cargado pero seguiré viniendo, pueden decirle que seguiré viniendo y más seguido hasta verla.
—Retírese.
—¿Qué tal si se ponen en mi lugar? Es la mujer que amo —exclamo frustrado.
—Por favor señor, la señora no se encuentra bien desde hace dos días, su presencia no le hará bien —habla el chofer de Mary.
—¿Qué le pasó?—pregunto preocupado.
—Un pequeño percance, deje que se mejore, si de verdad la ama.
Suspiro derrotado, miro hacia la casa y sólo logro ver su cabeza reposando sobre el reposa manos y su cabello esparcido sobre el sofá, desde los cristales. Me preocupa, quisiera saber como se encuentra, verla tal vez pero prefiero castigarme con la duda a ser la causa de que empeore.
Camino de regreso hacia la camioneta y me monto, me quedo largo rato allí pensando, golpeo el volante tres veces de la rabia que siento, no tengo nada, tengo dinero, éxito, sí, pero sin ella, sin una familia, con unos padres que casi siempre me han obligado a ser perfecto.
En la soledad de mi auto, lloro, lloro como un niño, siempre mantuve la empresa en lo alto, ¿Por qué simplemente no lo vieron como un pequeño inconveniente nada más? Ahora entiendo perfectamente a mi hermano, disfrutó su vida, la vivió rulin sin importar la empresa, su carrera o mis padres.
Recordarlo sólo me hace llorar más, y me desahogo, saco todo eso que contuve por tanto tiempo.
“¿No piensas darme sobrinos?, por favor no me digas que estás casado con la empresa”
“Te daré sobrinos, serán otras empresas provenientes de ésta”
“Muérete hombre del siglo no definido”
Respiro hondo, limpio mis mejillas y enciendo el motor.
“Prométeme que la cuidarías por mí”
“Lo prometo”
Sin importar la hora, manejo hacia el cementerio, se siente como una película de terror, ir a éstas horas a un cementerio, pero es el único lugar que me queda. Mary no me quiere ver, mis padres me van a regañar más, mi casa está fría y en soledad, mi única amiga me traicionó, mi hermano no está.
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Editado: 25.09.2024