POV: MARÍA JOSÉ.
Verlo llorar de esa manera, estrujó mi corazón, nunca pensé que me dolería tanto ver su reacción al saber de mi embarazo, me siento mal por ocultárselo, pero ya no podía hacer nada.
Quise con todas mis fuerzas levantarme y abrazarlo pero mi cuerpo no reaccionó.
Él me mira incómodo por mi pregunta, nos da la espalda a ambas y hace una llamada.
Carmen me ayuda a incorporarme, disculpándose por haberse exaltado.
—Necesito que hagas algo por mí, la quiero por las buenas o por las malas —volteo a verlo al escuchar su tono. —. Al diablo con la policía, ya me harté.
Miro a Carmen atónita, me paro de la cama con mucho esfuerzo, doy varias zancadas hasta llegar hacia él.
—¿Qué estás haciendo?—lo interrogo halándolo de su saco.
Él voltea a verme y la furia en sus ojos me provoca escalofríos. Le quito el celular antes de que dé esa estúpida orden.
—Yo sé que estás molesto —empiezo. —. Pero no puedes actuar como ella, deja que la policía se encargue, no ensucies tus manos con sangre, si no moviste influencias desde un principio, no lo hagas ahora que ya sabemos quién fue.
—No puedo hacer eso —dice firme en su postura. —. Dalia se ha empeñado en arruinar mi vida y no tengo ni puta idea de la razón, la copa rebozó, voy a encontrarla y…
—¡Antony por favor!—lo sacudo de su saco. —. ¿Qué hay del bebé que llevo dentro? Ahora no se trata sólo de nosotros.
—Más motivos tengo.
Su determinación por acabar con todo esto me preocupa muchísimo, sé que su paciencia había llegado a su límite, y lo entiendo perfectamente porque una vez sentí esas ganas de acabar con esa persona que me había provocado tanto dolor, deseo que pague por lo que hizo, pero ahora que estoy esperando un bebé, no pienso arriesgarme a nada.
—Vamos a tener un hijo, Antony, no hagas esto por favor, menos ahora —le suplico.
Suspira cansado, no dice nada y sólo me abraza fuertemente, disfruto de su masculino aroma tan sexy, no puedo negar que lo extrañé muchísimo, sus brazos reconfortan mi roto corazón, su calor calienta mi frío cuerpo.
Y sin darse cuenta, con éste abraso, me está devolviendo el alma.
—Te amo muchísimo Mary, eres ése sueño bonito en medio del infierno —susurra besando mi cabeza. Sus brazos me dejan, y el frío vuelve a mi cuerpo, abandona la habitación dejándome con el alma en la boca.
—Espero que no cometa ninguna locura.
Regreso a la cama para acostarme, no me siento nada bien, con todo lo que está pasando siendo que explotaré en cualquier momento.
—Esperemos que no —dice Carmen algo conmovida. Se ve preocupada. —. Hugo me contó que salió del cementerio a altas horas de la madrugada.
Me acuesto de lado con la mirada fija en la ventana.
—Ya lo perdoné, quería que sufriera un poco pero no puedo verlo así —confieso
Siento su peso sobre la cama y su mano sobre mi hombro.
—Es que de todos modos no tiene sentido, fue cuando lo suyo no tenía nombre y tampoco has dejado que te explique en qué condiciones pasó eso.
Volteo para poder verla.
—Es que, estuvimos juntos y lo considero infidelidad, es infidelidad —digo dolida. —. Aunque sé que… aún no había tomado mi decisión, pero él tenía esperanzas, entonces, ¿Por qué?
—Mary la cosa aquí es que si él recién te estaba conquistando no iba de loco a meterse con otra.
—Pero me mintió, no me dijo nada, le di la oportunidad de decirme lo que sea que hubiese pasado y lo negó.
—Ya, mejor descansa.
[…]
Hace mucho no tenía pesadillas, hasta que esa loca vino a amenazarme.
Me da pereza levantarme de la cama, pero no dormiré cómoda sino me quito éste vestido, me lo quito por encima de mi cabeza, en la oscuridad de la habitación busco con la mirada mi armario, siento que me queda a unos millones de quilómetros, no pensé que estar embarazada daba tanta pereza.
Me giro de lado y enciendo la luz de la lámpara, me paro a regañadientes para ir hacia el armario, pero me friso al ver a alguien sentado en el sofá cerca de mi armario.
—Es la pereza o ahora duermes en interior —comenta divertido.
Me tapo rápidamente con el vestido, suspirando aliviada después del susto que me dio.
—¿En serio?
—Me asustaste —exclamo lanzándole el vestido pero me arrepiento inmediatamente al recordar que estoy en interior. —. No me mires —ordeno.
—Eso es imposible —me mira pícaramente oliendo mi vestido.
Camino hacia el armario sintiendo sus ojos devorar mi cuerpo con la mirada, me cubro con un vestido azul liso sin mangas que me llega hasta los muslos.
—Tu vientre se ve hermoso —halaga sacándome una sonrisa.
Volteo a verlo.
—¿Qué haces aquí?
—El turno de Carmen acabó —contesta parándose, da cortos pasos hasta llegar hacia mí. Lentamente inclina su mano y lo posa sobre mi vientre, siento su mano temblar lo que me causa cosquillas.
Bajo la mirada para observar como acaricia mi pequeño vientre, levanto la mirada y me encuentro con sus ojos cerrados.
—Voy a ser papá —murmura entre cortada.
Asiento con la cabeza mordiendo mi labio inferior.
—Es tan increíble —suelta con la voz débil, abre los ojos y los conecta con los míos. —. Y aterrador a la vez —agrega limpiando debajo de sus ojos con el dorso de su mano libre.
Levanto mis manos llevándolos a su rostro. Seco las lágrimas que han brotado de ellos tiernamente.
—No llores —pido.
—Es que… no lo merezco —solloza.
Niego con la cabeza repetidas veces.
—No, no digas eso, claro que lo mereces, era momento de recibir una bendición tan grande en medio de tanto dolor —pego mi frente a la suya. —. Esto es nuestro, no sé cuando sucedió, pero no es un error.
—Lo siento mucho pero ahora seré más insistente.
Sonrío.
—Sólo no hagas ninguna locura.
—Ya calmé mi ira, puedes descansar tranquila —mueve su mano de mi vientre a mi espalda baja y me guía hasta la cama.
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Editado: 25.09.2024