Su semblante me dice que no se lo esperaba, junta sus pequeños labios en una línea.
—Mi madre sugirió algo así pero… no podemos escapar de esto —farfulla, pasando su mano por su cabeza.
—Mary —llamo. —. No estamos pensando sólo por nosotros, y no voy a estar tranquilo contigo en peligro.
Cierra sus ojos suspirando y me da la espalda.
—¿En serio no tienes idea de por qué ella está haciendo eso?—pregunta sin voltear a verme. —. Ella está muy dispuesta a hacerme daño con tal de que ustedes sufran.
Me acerco y la abrazo por la espalda.
—Eso no pasará —beso su cabeza. —. No tengo idea de por qué lo está haciendo, pero responderá por ello.
Se gira entre mis brazos buscando mis ojos.
—Esto es serio, Antony, yo no quiero alejarme de mi familia en momentos así, aunque me quiere a mí pero… —farfulla desesperada.
—Cálmate —pido, atrayéndola a mí, y abrazándola fuertemente. —. Por favor, piensa en nuestro bebé, que de ahora en adelante debemos tomar decisiones acorde a su bienestar.
Libera la tensión de su cuerpo y me devuelve el abrazo fuertemente.
—Tengo miedo Antony —susurra entre cortada. —. Jamás he estado en una situación así, sólo solía huir de reporteros por tu hermano, ahora no puedo salir a la calle tranquila, y no le puedo hacer frente a esa bruja porque tengo que cuidar de alguien más.
Su voz desesperada hace hundir mi pecho, si su aroma no estuviera apoderándose de mis sentidos ya estaría golpeando algo de la rabia, impotencia y desesperación.
—No te preocupes, sólo mantente tranquila y cuida de nuestro bebé —beso su cabeza suspirando hondamente.
Se aleja asintiendo, limpio sus mejillas con mis pulgares y le dedico una sonrisa.
Ella me devuelve la sonrisa, aunque no le llegan a los ojos, me alivia un poco. Muero por besarla, pero respetarla está sobre mis deseos, no sé en que condiciones estamos, pero supongo que habrá tiempo de aclarar eso, está más que claro que nos amamos, y yo estoy dispuesto a luchar para mantener eso de pie, ahora más que nunca.
—¿Ya puedo salir de aquí?—pregunta, haciendo una mueca.
—No he hablado con el doctor —contesto pensativo.
—De seguro mi madre sí, vámonos —demanda.
Alzo mi palma.
—Espérate, hablo con él y nos vamos pero no te muevas de aquí —le advierto antes de salir de la habitación.
POV: MARÍA JOSÉ.
Todos estaban de acuerdo, y apoyaban cien por ciento a Antony, entiendo perfectamente que hay dos vidas en una pero presiento que esto no cambiará nada, siento todo lo contrario.
Aún no saco de mi cabeza una pregunta: ¿Qué rayos le habrán hecho a Dalia? ¿Por qué todo esto? Estoy segura de que tuvo muchas oportunidades para acabar con la vida de Antony pero tal vez simplemente quiere algo más, verlo sufrir, no que muera así nada más.
Pero… ¿Por qué Antonio sí?
—Para —escucho la voz de mi amiga y regreso a la tierra.
La miro y otro caso confuso viene a mi mente.
—¿Qué sucede?
—Le terminaré —suelta sin rodeos.
—¡¿Qué?! Carmen Hugo te ama, Dios, ¿puedes creer que hasta me habló de bebés?
Ella no me mira, tiene los ojos fijos en mi maleta, sabía que algo pasaba, su rostro lo decía y como me evadía, sobre todo que no venía tan a menudo, y no era por la universidad.
—A veces simplemente no se trata de si se ama o no —encoge sus hombros.
La miro frunciendo el ceño sin entender nada.
—¿De qué estás hablando?—pregunto. —. A ver, mírame, ¡mírame Carmen! Un plan no funciona dos veces…
—¡Es la carrera o él!—grita, levantando la mirada al fin. —. Sabes que mis sueños están primero, y… hay alguien más…
—Mientes, no hay nadie más —le contradigo. —. Sólo quieres una razón para que él se aleje, y no pienso decirle eso.
—Ya te dije —sus ojos se aguan. —. No se trata de si se ama o no.
Aparta la mirada y me da la espalda.
—No, Carmen —doy varias zancadas antes de que pueda marcharse así nada más, inclino mi mano para tomarla del brazo, pero una fuerte punzada de dolor en mi vientre me detiene robándome un grito.
—¿Qué pasa?—pregunta, regresando rápidamente hacia mí.
—No sé —jadeo, llevando ambas manos a mi vientre.
—Siéntate —me ordena, llevándome hacia la cama. —. Tranquilízate, respira hondo, puede ser un fugaz dolor normal —me dice con cierta preocupación.
Antony entró con Hugo segundos después que me senté, Carmen se esfumó inmediatamente y por el rostro de Hugo supe que ya estaba herido, ahora iba a tener esa fachada de frío, tan lindo que él es. Sólo me quedo unos días en el hospital y ya me pierdo de casi todo.
—Hugo nos llevará, ¿estás bien?—asiento, mirando a Hugo, buscando algo en su mirada, pero no hay nada.
—Quise ver que estabas bien, los espero abajo —comenta, con voz apagada, no como el Hugo que conocí, y abandona la habitación.
—¿Sabes algo?—miro a Antony pero él niega.
—Pero me juró que no había hecho nada, él de verdad la quiere.
—Y ella a él —replico.
De hecho esto no se ve nada bien, yo defendiendo a mi amiga, y él a su amigo.
—Tal vez, pero yo sólo estoy seguro de mi amor por ti —toma mis manos apretándolas debajo de las suyas. —. Te amo tanto que me siento tonto.
Sus ojos se mantienen fijamente en los míos, una sonrisa se asoma por mis labios. Se acerca para besarme, estoy dispuesta a corresponderle cuando una bocina suena fuertemente.
—Mejor no lo hagas esperar —comento.
[…]
Cinco hombres de seguridad alrededor de la casa, tres chicas de ayuda, y un doctor privado que venía de vez en cuando, todo estaba muy tranquilo, demasiado, y eso me asustaba.
Antony prometió que una vez que viniera no se volvería a ir, pues una vez que me instalé tuvo que regresar por ése mismo asunto de Dalia.
¿Dónde estará ella?
¿Qué estará planeado hacer?
Sobresalto soltando un gritico de la impresión al sentir unos brazos alrededor de mi cintura. Giro, dándole la espalda a la ventana, y encontrándome con sus intensos ojos grises.
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Editado: 25.09.2024