No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 19

ZACK

Ella estaba huyendo de mí. Ese segundo beso la hizo tener que correr de mí a como fuera lugar. Como un tipo de mecanismo de defensa.

Tenía que admitir que me irritaba un poco que, en vez de arrojarse a mis brazos como estaba acostumbrado, ella huía de mí. Y lo hacía con más desesperación ahora que la perseguía.

Al parecer, esa siempre era nuestra interacción, sin importar el contexto de la cacería. Solo que está vez mi propósito no era obtener algo o asustarla, era tener una cita con esa chica despistada.

Era casi cómico que ni siquiera parecía darse cuenta de que su “mejor amigo” estuviera enamorado de ella. No sabía si lo había estado siempre, pero podía darme cuenta que esas miradas que él le daba no era de un simple amigo. Sin embargo, aunque me irritaba demasiado su cercanía a Eilana, no pude evitar querer saber cuál era la verdadera interacción entre esos dos.

Por eso había esperado en la oscuridad.

Y gracias a ello, pude presenciar una de las escenas más patéticas de la historia. Su mejor amigo había intentado reunir valor para confesarse, después de la salida de amigos que habían tenido, pensando que era el mejor momento para ellos, pero simplemente había sido demasiado cobarde como para poder decir las palabras textualmente.

Eilana lo miró sin comprender. Y supe en ese momento, que ella no estaba interesada en él. Sus comentarios siempre lo indicaban. Pero terminar de confirmarlo que solo lo veía como amigo, solo me hizo sentir satisfacción. Y aliviado.

Ahora tenía el camino libre. Y yo no iba a ser como ese idiota. Yo pensaba dejar en claro que me interesaba.

Fue por eso que decidí que la mejor manera de hacerle ver mi interés era simplemente mostrárselo.

Y la primera prueba de ello, fue hacer algo que nunca había hecho con ninguna chica.

Llevarla a sus clases. Ya que me había dado cuenta de que era algo que hacían los chicos que tenían novias. No era como si supiera de relaciones o esa mierda, pero qué mejor manera de hacerle a entender a la chica más despistada de la tierra que estaba interesado en ella que llevarla a sus clases y ayudarla con su mochila.

Esperé que saliera, y me di cuenta rápidamente que Eilana tenía la costumbre de dejar que los demás saliera primero, así que cuando ella salió del aula, estaba distraída colocándose bien su suéter y simplemente no estaba preparada para estar acompañada de alguien, y mucho menos de ser quién lo hiciera.

—Ten cuidado—indiqué cuando me di cuenta que había estado a punto de chocar con la puerta.

Mi voz hizo que ella brincará del susto y levantará su rostro de inmediato.

—Oh Dios mío, ¿por qué me asustas así? ¿Acaso nadie te ha dicho que es de malas personas hacer eso?—cuestionó molesta, pero se detuvo al darse cuenta de a quién se lo decía y suspiró mientras ponía los ojos en blanco—. Por supuesto que sabes, y por eso lo hiciste, ¿no es cierto?

—Te salvó y solo me insultas—declaré apenas conteniendo las ganas de sonreír.

—No te insulte.

—¿No lo hiciste?

—No—contestó y su mirada de dirigió al espacio entre mi cuerpo y la puerta—. ¿Piensas encerrarme para que no pueda pedir perdón y así suplicar por tu misericordia?

—¿Qué?

—Estas impidiendo que salga.

—¿Acaso temes de que pueda hacerte daño? ¿Qué pasó con lo de tenerme miedo?

Eilana me miró molesta. Y se enderezó armándose de valor para pasar por el espacio. No creía que tuviera valor, por eso solo la observé sin moverme. Ella empezó a acercarse. Y cuando tocó pasar enfrente de mí, su cuerpo rozó el mío. Su respiración se detuvo, sin embargo, continuó moviéndose. En el momento que me di cuenta de que estaba a punto de salir completamente del salón, mi mano voló a su mochila y la tomé de su hombro.

—Oye, devuélveme mi mochila.

—No. Quiero una respuesta, y la necesito ahora.

—No sé de que hablas—tendió su mano—. Dame mi mochila, Zack.

Ella reunió toda la ira en ese cuerpo pequeño y me miró furiosa. Sonreí. Era demasiado graciosa y tierna.

—¿Acaso buscas intimidarme con esa mirada?

—¿Si?

Me reí, y cuándo ella hizo un puchero, supe que era momento de terminar con este juego. Ella no podía decir que no había visto mis intenciones después de lo que iba a hacer. Rápidamente, mis brazos se colocaron a cada lado de su cuerpo, y la encerré para poder inclinar mi rostro al suyo. Mi vista quedó al mismo nivel que la suya. Ella tragó con fuerza al ver qué estaba demasiado cerca, ¿y lo mejor? La gatita ni siquiera buscó la manera de alejarse.

—Dejemos los juegos y dame tu respuesta. ¿Vas a salir en una cita conmigo?

—¿Quieres una respuesta ahora?

—Si.

Eilana mostró frustración, hasta qué de manera sorpresiva, sonrió de manera inocente.

—No puedo.

La miré con los ojos entrecerrados cuando me di cuenta de que estaba dirigiéndome a una trampa. Pero que no sabía cuál.



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Editado: 01.08.2024

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