ZACK
Había pasado una semana desde que fui rechazado.
Lo primero que había hecho al entrar a mi casa fue en busca de cualquier cosa que pudiera romper, y lo hice. Ese día, mi padre había encontrado la casa destruida. Pero la ira no disminuí, y tuve que recorrer al alcohol.
Sin embargo, por más líquido que ingería, el dolor seguía constantemente. Así que hice lo único que podía seguir haciendo, volví a tomar. Y quise follar. Mucho.
Pero, el olor como el tacto de ellas, me hacían sentir asqueado. Eso no me había pasado nunca. Así que decidí ir al doctor. Pero no funcionó tampoco. Me sentía atrapado.
Encarcelado. Así que fue a la casa del abuelo.
Ese lugar que me prohibían ir, pero que me negaba dejar ir. Sin embargo, tan pronto, la observé, quise retirarme. Me negaba a entrar. Pero me obligué hacerlo.
Este era mi mundo. Fui hecho para estar aquí.
No iba a dejar que ella me hiciera sentir como si estuviera mal. Sin embargo, entre más tiempo estaba sentado en esa sala vacía, más me sentía inquieto. Deseaba irme.
Estaba enloqueciendo.
Con frustración, tomé mi cabello con fuerza, y espeté con fuerza:
—Este es mi hogar, maldita sea.
No debía dejarme llevar por las palabras de una chica. No debía, pero lo hacía.
—Oye—brinque al sentir el contacto inesperado. Al ver que era mi tío, decidí dejar de verlo para preguntarle con dureza:
—¿Qué sucede? ¿Vienes a correrme?
—No, al contrario, hemos pensado tu padre y yo algunas cosas. ¿Quieres saber qué?
Sabiendo que esperaba mi respuesta, espete mientras miraba al frente sin hacerlo realmente:
—Claro.
—Bueno, viendo la forma como entraste al lugar donde estaba tu chica…—me tensé cuando hizo mención de ella, pero me obligué a relajarme—. Y respetando las direcciones que te dieron, hemos decidido darte una oportunidad de estar con nosotros. No creemos que sea justo de nuestra parte negártelo. Era evidente que mi padre deseaba lo mejor para ti, pero somos familia. ¿Qué mejor lugar que trabajes aquí con nosotros? Después de todo, siempre hemos sido lo que somos. No hay forma de cambiarlo de ninguna forma.
Mi cuerpo se puso frío.
Esta era mi oportunidad.
Lo era.
Pero…
No había peros. Que mierda. Era mi decisión. Solo mía.
—¿Zack? ¿Qué sucede? ¿Por qué estas temblando? ¿Estás enfermo?
Obligando a mi cuerpo rígido a relajarse, pero sin lograrlo, espete:
—¿Por qué ahora?
—¿Por qué ahora? ¿No deberías estar feliz? Te hemos dado lo que has estado pidiendo todo el tiempo. Es tu oportunidad de tomar tu lugar en el negocio. ¿Qué es lo que te retiene?
Nada me retiene. Nada, y al mismo tiempo, todo.
Viendo a mi tío, dije con
seguridad:
—Lo siento, tío, no podrá ser posible.
La sorpresa de mi tío solo duro unos segundos, para después sonreír enormemente:
—Es por ella, ¿no es cierto?
Con reticencia, asentí.
—No me aceptará si estoy en el negocio. Tiene miedo de que algo le pase. Quiere una vida normal. Tranquila. ¿Y no sé cómo mierda hacer eso?
Mi tío se carcajeo al ver mi incertidumbre.
—No te preocupes, empieza por poco. Primero, ve a la universidad, después, solo sigue la corriente
.
¿Seguir la corriente? ¿Con ella? Puede que eso sea posible.
Muy posible.
Levantándome, miré a mi tío:
—Gracias.
Golpeo mi hombro mientras decía con una sonrisa:
—El que te vayas del negocio, no significa que dejaremos de ser familia. Cada vez que necesites algo, no dudes en llamarnos.
Asentí, pero pronto recordé algo:
—¿Podrías hacerme un favor?
—Claro.
—No quiero que nada perjudique mi nueva vida, y si es necesario una nueva identidad, que así sea.
—No te preocupes por eso. Nos hemos encargado de que nada interfiera con tu nueva vida. —Por su mirada sombría supe que era mejor no preguntar, y después con una sonrisa divertida terminó de decir—: Tómalo como un regalo de la familia.
Asentí, y con un golpe en su hombro, me despedí de mi tío, y de mi vida pasada.
Era momento de una nueva vida.
En un nuevo rumbo.