Mientras le explicaba a mi padre las condiciones del trato y le pedí que no me obligará a casarme con Max.
- ¿Eso por qué? - Me pregunto poniendo sus codos en la mesa y entre lazando sus dedos. - Ustedes son amigos desde antes de nacer para ser exactos.
- Lo se papá, es... Es solo que... Quiero un amor, así como el tuyo y el de mamá, no algo que mis padres me obligaron a aceptar por mi bien.
- ¿Hay alguien que te gusta? - Me pregunto y abrí los ojos como platos blancos tan grandes que parecían desorbitarse de su lugar… - Sabia que algo sospechaba. - Pensaba para mí misma.
- Creo que sí, - respondo bajando la cabeza y entrando una cucharada más de desayuno; - es la primera vez que tengo estas sensaciones, pero trato de no aferrarme a esto ya que todo se vuelve un problema desde que descubren que soy la princesa de Emporio Krofort Williams y la consentida de la actriz de Hollywood Cantú Portezuela.
- Ese es un punto a mi favor, con él no tendrías por qué ocultar tu identidad. - / Lo difícil del caso es que tiene razón, pero siendo como soy sabía que había dicho que no y no cambiare de opinión.
- Sabes qué eso no cambiará nada de mi negación, ¿verdad? - Quiero que lo firmemos como un contrato en la oficina con los abogados bajo mis condiciones; o no me haré cargo de la empresa tampoco.
- ¡Hope Margaret! Está bien lo hare, no dejare a tu hermano sin representante legal sanguíneo.
- Esta muchacha me sacara canas verdes, - dice mientras niega con la cabeza y se pone de pie con ambos brazos.
- Arréglate iremos a la oficina. – Me dijo saliendo por el ventanal que da a mi balcón.
Salió de la habitación y finalice con mi desayuno, tome el jugo de kiwi y me fui a mi cuarto de baño, me saque la peluca la ropa y entre a la ducha; y me duche de pies a cabeza, lo necesitaba.
Una vez termine, me coloque todo, una vez más maquillándome también, solo mis padres y Max sabían sobre mi cambio para ocultar quien soy; en verdad a parte de aquellos en PrayMond que solo habían visto mi cara y el corte, me mire al espejo una última vez y salí dejando cerrada la puerta tras mío.
Bajé a la puerta principal donde me esperaba la Ford de papá subí con los guardaespaldas que iban conmigo uno de copiloto el chofer y el que iba a mi lado y nos fuimos directo a la oficina principal. Allí aguardaban reporteros que preguntaban sin parar sin siquiera desmontarme los guardaespaldas de la otra Ford rodearon la mía alejando un poco a los reporteros.
Una vez baje, ellos abrían paso entre los periodistas y estos me abordaban con preguntas - ¿Señorita será la sucesora de su padre? ¿Es usted su verdadera hija? ¿Hará cambios en el Emporio? ¿Qué piensa su padre sobre el lavado de activos? ¿Venderán las acciones? ¿Es verdad que están en quiebra? ¿Su padre está malversando los fondos de la empresa? ¿Por qué aparece hasta ahora? Entre todo tipo de preguntas fuera de lugar.
No respondí ninguna, entramos a las oficinas y subimos directamente a las oficinas principales y la de mi padre; subimos por el ascensor lo cual odio como si fueran la causa de mi muerte, esa sensación tan horrible que producen en el estómago cuando subes y cuando bajas.
- Buenos días señorita Krofort, tome asiento por favor, - dijo el abogado principal de la empresa.
Me senté al lado izquierdo y papá ya estaba sentado en la silla del lado derecho esperando a que yo llegara.
- Bien, - dije sin inmutarme, el abogado coloco sus manos en su teclado para iniciar con la redacción del contrato.
Mi padre empezó a declarar sus condiciones sobre estudiar en una de las tres universidades más prestigiosas de Estados Unidos y sobre hacerme cargo de todos los negocios de la familia al igual que mi hermano que venía en camino.
Cuando iba a llegar al punto del tema sobre el matrimonio coloque mi mano sobre su brazo izquierdo y lo mire con ojos tiernos, pero a la vez diciéndole que no lo haga.
- Por favor papá, ya habíamos hablado; ¿Verdad?
- Está bien hija y guardo silencio, en ese momento el abogado nos observó y bajo la cabeza negando con una sonrisa no muy notoria en su rostro, le parecía tierno que fuéramos tan cercanos.
- Bien señorita dígame lo que desea poner en el contrato, - dijo el abogado.
- Yo, Hope... ... ... Acepto todas las condiciones y más que me ponga mi padre en cuestiones de negocios y la familia Krofort Cantú menos el que se interponga en mi vida privada y personal como persona adulta que soy.
Luego de ello continúe con cláusulas muy claras y explícitas de que no podía interponerse en mis relaciones amorosas de noviazgo, matrimonios, relaciones de amistad.