Soobin suspiró mientras caminaba hacia la sala de juntas. La jornada escolar había terminado y aún había papeles sobre su escritorio que necesitaba revisar. Una parte de él deseaba saltarse sus responsabilidades e irse a casa, dejándole su trabajo a otros, pero le era difícil pedir ayuda aún cuando se trataba de algo tan pequeño.
La puerta de la sala se abrió antes de que él pudiera hacer algo y una de las delegadas de primero apareció, alzando la mirada con sorpresa antes de sonreír.
- Oh, presidente, buenas tardes.
- Buenas tardes, Yuna. ¿Necesitabas algo? - Era extraño que los delegados se presentaran si no se había fijado una reunión.
- ¡No, no! Solo olvidé algo el viernes pasado. - Golpeó ligeramente su cabeza, sintiéndose tonta. - Te dejo trabajar. - Agregó luego, haciendo una pequeña reverencia para finalmente pasar por su lado y comenzar a alejarse.
Soobin la miró con atención, su mente iluminándose en un instante. ¿Y si...?
- ¡Yuna, espera un poco! - La llamó, la muchacha giró a verle con curiosidad. - Eres amiga de Shin Ryujin, ¿cierto? - La chica asintió automáticamente. - Ella es amiga cercana de Beomgyu, ¿no?
- Oh. - Sonrió con entendimiento. - ¿Quieres hablar con ella sobre Beomgyu, Soobin oppa? Justamente me está esperando ahora, si quieres puedo llevarte hasta donde está ella.
El pelimorado se quedó un minuto en silencio, pensativo. Buscando su teléfono, terminó por hacerle una señal a su joven compañera para avisarle que haría una llamada.
- Soobinie, ¿sucede algo?
- De hecho, sí. - Presionó sus labios. - Discúlpame, Yeji, ¿podrías hacerte cargo del papeleo que ha quedado en mi escritorio? Sé que probablemente estoy pidiendo mucho, pero...
- Soobin-ah. - Le interrumpió, riendo suavemente. - Soy tu mano derecha, se supone que mi papel es cubrirte en caso de un inconveniente. ¿Ha sucedido algo? - Su voz denotaba preocupación.
- Me ha surgido un asunto familiar... o algo así. - Murmuró. - ¿Lo puedo dejar en tus manos entonces?
- Por supuesto.
- Gracias, Yeji, de verdad te debo una.
- ¡Hmm! Entonces te la cobraré, ¿vale? ¡Ten una buena tarde!
El pelimorado cortó, soltando un breve suspiro. Ciertamente, odiaba pedir ayuda, pero por una vez quería ordenar sus prioridades. Y Beomgyu definitivamente era su prioridad ahora, por eso es que no vaciló al momento de pedirle a la chica que por favor lo llevara hasta donde estaba la amiga de su hermanito.
- Ah, Soobin-ssi, ¿le ha sucedido algo a Beomie? - Ryujin se sintió inquieta cuando vio al hermano mayor de su amigo dirigirse a ella.
- Oh, no, él está cumpliendo su servicio comunitario, hasta ahora no ha habido problema. - Sonrió de manera apacible. - Tan sólo... - Aclaró su garganta, intentando sonar calmado. - Me he enterado de que han tenido problemas con unos cachorros, ¿es así?
- ¿Hablas del cachorro sin hogar? Hmm, Beomie y Huening Kai han salido todos los días para buscarle una familia, pero no ha habido resultados. - La chica hizo una mueca en sus labios, casi como un puchero. - Beomgyu se veía realmente triste porque no podemos seguir manteniéndolo en mi casa, tampoco queremos que vaya a parar a un refugio.
- Ya veo... - Desvió la mirada, tanteando sus opciones. - Tú... uhm... ¿me dejarías verlo?
- ¡Por supuesto! Tendríamos que ir a mi casa. No hay problema, ¿cierto?
- No, en absoluto.
La chica sonrió, alegre, haciéndole una seña para que le siguiera mientras Yuna caminaba también a su lado. En el camino ambas jóvenes le hablaron de cómo Beomgyu había salvado a los cachorros de un grupo de matones y prácticamente lo alzaron en el cielo como un héroe. Soobin se limitó a escuchar la historia de labios de ambas chicas, agradecido de poder contar con ellas para poder enterarse de todo debidamente. Aunque se sentía orgulloso del buen corazón de su hermano menor, no podía dejar de recriminarse el hecho de haber sido completamente ajeno a la verdad.
Soobin odiaba pecar por ignorante, pues no había nada peor que alguien que hablaba sin saber.
- No le hemos puesto nombre aún. - Mencionó Ryujin cuando Soobin se agachó para observar al cachorro que agitaba felizmente su cola ante el nuevo invitado. - Temíamos que se encariñara más con nosotros si es que le poníamos un nombre, así que por eso no lo hemos hecho. - La chica sonrió con cierta tristeza, a su lado Yuna presionó de manera confortable su hombro.
- Los chicos se han pasado el fin de semana completo buscándole un hogar, pero parece que las personas no quieren perros mestizos. - Habló ahora la menor. - Beomgyu lucía realmente deprimido ayer cuando ha regresado con él.
El pelimorado tomó al cachorro entre sus manos, alzándolo. Los ojos del animalito eran de un chocolate intenso y no pudo evitar sentirse conmovido. ¿Cómo era posible que alguien se atreviera a lastimar a un ser tan indefenso? ¿Y cómo es que todos han rechazado darle un hogar? Podía comprender perfectamente el sentir de su hermanito.
- No se preocupen. - Soobin lo acobijó entre sus brazos, una suave sonrisa extendiéndose en sus labios. - Lo llevaré a casa.
- ¿En serio? - Ryujin lo miró sorprendida. - Pero, Soobin-ssi, Beomie ha dicho que a su madre no le gustaban los animales. ¿Estará bien de todas formas? - El joven acarició delicadamente la cabeza del cachorro, asintiendo.
- Sí, mamá podría ser un problema, pero me aseguraré de convencerla. - Sonrió, sonando bastante confiado. - No se preocupen, chicas, y gracias por dejarme venir por él.
- Gracias a ti por encargarte. ¡Beomgyu es muy afortunado de tenerte!
Los ojos del pelimorado perdieron cierto brillo mientras agachaba la mirada, observando a la criaturita que descansaba en sus brazos.
- Supongo... - Susurró. - De momento, no vayan a decirle nada a Beomgyu, ¿de acuerdo? Quiero que sea una sorpresa.
Ambas amigas asintieron, un tanto emocionadas. Soobin siguió mirando al perro y suspiró. No habría problema en convencer a su madre, ¿cierto?