Beomgyu abrió los ojos lentamente, pestañeando variadas veces antes de por fin enfocar su mirada en el chico que yacía dormido a centímetros de él. Aunque Kai Kamal Huening lucía completamente en paz cuando dormía, no pudo evitar recordar cómo la noche anterior, tras llegar a su casa, lucía como un chico perdido que sonreía forzosamente sólo para complacerle.
- Hyuka... - Susurró, extendiendo su mano hacia él para acariciar su cabeza, sin dejar de mirarle.
¿Confías en mí?
Usualmente despertarse a su lado lo hacía sentir renovado, feliz, porque no había nada mejor que empezar tu día junto a una de las personas que amabas. No obstante, su corazón estaba tan carcomido por las dudas e inseguridades, que la presencia de Huening Kai en su vida ya no despertaba sólo felicidad.
¿De verdad no confías en mí?
Beomgyu era mayor que él, sí. Beomgyu no era un genio y estaba seguro de comportarse muchas veces como un niño llorón, sin embargo, le gustaría que el menor no lo viera de esa manera. El castañito quería que Kai Kamal Huening dijera en voz alta "te necesito" y él no dudaría en envolverlo con sus brazos mientras le prometía un mañana mejor.
Pero Kai Kamal Huening no era del tipo que pedía ayuda.
Detuvo sus caricias, giró sobre su cuerpo, su mirada perdiéndose en el techo. La imagen de Yeonjun pasó por su cabeza y tembló, porque aún podía sentir esa mirada ardiente sobre él y esa boca que parecía querer devorarlo como si de una presa se tratara.
Sus acciones y gestos no contenían ni una pizca de amor.
Beomgyu no era un chico complicado. Ciertamente, él no soñaba con un primer beso bonito ni mucho menos que este fuera con el príncipe de sus sueños. Bien, a Beomgyu ni siquiera le gustaban los príncipes y era demasiado consciente de los seres llenos de imperfecciones que se hacían llamar humanos como para crear un escenario de fantasía. Pero incluso ante todos los contras, él no quería recordar aquel suceso de manera triste, aún si todo se daba de manera tonta o inesperada. Y lamentablemente para él, incluso si no tenía ni las más mínimas expectativas para ello, su corazón igualmente había salido lastimado.
- Beomgyu... - La voz ronca de Kai Kamal Huening lo llamó, sus ojos oscuros no tardaron en posarse en él. - ¿En qué estás pensando? - Preguntó, adormilado, aún más curioso. Su mejor amigo se limitó a negar con la cabeza, como si no tuviese importancia. - Beomgyu... - Repitió, ahora un poco más despierto. - Ayer cuando llegaste a casa... parecía que habías estado llorando. ¿Tu madre te hizo algo?
- No fue mamá, Hyuka, yo sólo... vi una película triste.
- ¿Aquí es cuando te creo? - El castañito sonrió, enseñando sus dientes. - La chaqueta, esa que estabas usando, ¿de quién era? - Le cuestionó.
- ¿Sólo porque ando con una chaqueta que nunca has visto ya significa que ando con alguien, Hyuka?
- No olía a ti, no intentes engañarme. - Gruñó, molesto con que el mayor siguiera haciéndose el tonto con el tema.
- Hyuka, eso es horrible, te estás comportando como una novia celópata. ¿Quieres revisar el cuello de mi camisa también? Quizás encuentres rastros de lápiz labial en ella. - Bromeó, provocando que el menor le diera un rodillazo por debajo de las mantas. - ¡Ah, Hyuka! - Se quejó, haciéndose bolita bajo las mantas. - Taehyun me prestó su chaqueta porque hacía frío, pero te juro que no estoy buscando un nuevo mejor amigo.
- ¿Qué hacías con Kang Taehyun? ¿Él fue quien te hizo llorar?
- Sólo hablamos de la rutina de baile y... ¡ya basta! Si te digo que estoy bien, tienes que creerme, ¿no? ¡Yo siempre te creo cuando tú dices algo! - El rubio se tensó, sus ojos chispeantes mirando con enojo al mayor aún cuando sus palabras habían sido suficientes para callarlo. - No me veas así, Hyuka, sabes que no dudaré en venir a ti si ocurre algo. - Murmuró con pena, abrazando su torso para luego frotar su rostro contra la camiseta del menor.
Huening Kai suspiró, abrumado, la culpa creciendo en su interior. ¿Quién era él para hacer reclamos cuando desde un principio se había acercado a ese chico a sabiendas de que era el hermanito de su ex novio? Bien, sus intenciones jamás fueron malas, sus intereses eran nulos, sólo quería conocerle y ya, pero jamás pensó que terminaría estrechando un vínculo tan fuerte con él y, ahora que el castañito era parte de su vida, no quería arruinarlo.
Así que se tragaría sus pesares, aprendería a vivir con aquel engaño, lo que fuera para no perderle a él.
***
- Yeonjun. - Taehyun sacudió a su mejor amigo. - ¡Hey, imbécil! - Lo tironeó con más fuerza, provocando que el mayor soltara un quejido mientras se removía sobre el sillón.
- Taehyun, ya, ¡ya! - Apartó las manos del de cabello ceniza, enterrando sus dedos en sus cabellos azules luego. - Ah, mierda, mi cabeza va a explotar, ¡¿por qué tienes que ser tan ruidoso desde temprano?! - Le recriminó, abriendo apenas los ojos porque incluso eso le causaba dolor.
- ¡Te mereces ese dolor y más, tarado! ¿Quién te manda a asaltar mi casa y ponerte a beber como un podrido vicioso? - Yeonjun tomó un cojín, hundiendo su rostro en él en su pobre intento de apaciguar los reproches de su mejor amigo. - Vete a duchar, apestas en todos los sentidos posibles.
- ¿Por qué me tratas así? - Lloriqueó. - Estoy destrozado y tú sólo me tratas con palabras feas, ¡estás terminando de pisotear mi corazón!
- ¿Al menos recuerdas algo de lo que pasó ayer?
- Por supuesto que sí. - Suspiró. - Vine a tu casa y me emborraché hasta perder la consciencia, fin de la historia.
- Yeonjun. - Taehyun se hincó a su lado, mirándole como si fuera el imbécil más grande del mundo. - Beomgyu estuvo aquí ayer. - Y ese comentario fue suficiente para que el peliazul se incorporara de un brinco, lanzando lejos el pobre cojín antes de llevar sus manos a su cabeza nuevamente, gimiendo de dolor debido a la resaca. -Yo realmente estoy sintiendo pena por ti, ¿sabes? - Agregó, sólo para echar más sal en la herida.