No soy Soobin

Capítulo 45

Yeonjun observaba fijamente al chico que se había quedado dormido tras haber llorado. Apartó la bolsa de regalo, depositándola delicadamente sobre su mesita de noche. Sentado a su lado, lo acobijó sin dejar de estudiarlo y extendió su mano hacia su cabeza, enredando sus dedos entre sus castaños cabellos que a pesar de lucir desordenados no dejaban de ser suaves.

- Es lindo...

De una manera más inocente, ciertamente.

Pasó su lengua por sus labios, sintiéndose repentinamente abrumado al verlo descansar con esa expresión de completa paz. Una parte de él sólo deseaba que así se conservara para siempre, pero era consciente de que al menor le esperaba todo un proceso para superar los últimos acontecimientos. Suspiró rendido, inclinándose sobre él para besar su cabeza como tantas veces había hecho y se levantó con intención de salir de aquella habitación. No obstante, por primera vez desde que había entrado, no pudo evitar dar una mirada panorámica al lugar, curioseando. Un estuche de guitarra yacía en una de las edquinas y se preguntó seriamente si además de ser bueno en los deportes y el baile, el menor también era capaz de tocar un instrumento musical. Imaginarlo así le llenaba de ilusión y una sana envidia, porque aunque él había intentado antes aprender a tocar guitarra, lo cierto era que recordar acordes no era lo suyo y había terminado dándose por vencido. 

Quizás ese era su constante problema; quizás él nunca estaba intentando seriamente conseguir lo que quería.

Soobin vino a su mente como tantas veces y mordió su labio con fuerza, porque probablemente su atención había sido por lo que más había trabajado en toda su vida e, incluso así, tampoco terminó por conseguirla.

Caminó hasta la puerta, deteniéndose un momento en el muro lleno de fotografías de paisajes y objetos. Su corazón se sentía más ligero mientras admiraba aquellas tomas, porque la belleza que irradiaba cada una de esas fotografías era simplemente indescriptible.

- No tiene fotos de personas. - ¿Había una razón en particular para ello?

Cerró la puerta, bajando las escaleras cuidadosamente al escuchar voces cerca. Su idea era buscar a Soobin para avisarle que se marchaba, mas sus pasos se volvieron cada vez más precavidos a medida que avanzaba hacia el salón. 

- ¿Ha venido otro amigo de Beomgyu? - Era la voz de un hombre, había cierta gentileza en su voz muy similar a la de Beomgyu.

- Kim Yeonjun, sí. - Y ese era el chico al que estaba buscando. Ahora, ¿cómo entrar ahí sin sentir que estaba interrumpiendo?

- Su cabello es muy extravagante. - Yeonjun tragó saliva con nerviosismo al escuchar la voz de la señora Choi, muy lejos de parecerse al del resto de su familia. - ¿Acaso en el instituto no tienen una política por tintes de cabello?

- Mamá, ¿es en serio? - Soobin estaba cansado. - ¿Al menos has visto mi cabeza? ¿Por qué necesitas una política para Yeonjun, pero no para tu propio hijo? Es un chico amable, responsable e inteligente, creo que tiene muchas más cualidades que destacar que su color de cabello.

El peliazul sintió perfectamente sus mejillas calentarse mientras llevaba una mano a su corazón. Dios, no, eso no, ¿de verdad su corazón insistía en sentirse como el de una colegiala? Sin embargo, era difícil pasar del hecho de que por primera vez sabía qué pensaba Soobin de él. Y todo era bueno, sus palabras eran netamente positivas. ¿Cómo no iba a sentirse feliz entonces?

- Yeonjun ha trabajado todo el año en la directiva junto a mí y ha sido de mucha ayuda, me gustaría que no lo descalificaras tal y como hiciste con Huening Kai.

Así que... ¿la madre de Soobin no sentía agrado por Kai Kamal Huening?

- Decías las mismas cosas de Kai Kamal Huening, creo que tengo derecho a dudar de tu percepción de las cosas, Soobin, eres alguien incapaz de ver el mal en la gente. Por otro lado, ¿no es amigo de tu hermano? Beomgyu es incapaz de atraer buena gente y lo sabes, es un muchachito problemático.

Yeonjun retrocedió automáticamente tras escuchar aquel comentario. ¿De verdad una madre podía hablar así de su hijo? Bien, él podría empatizar un poco si hubiese algo de verdad en sus palabras, pero Beomgyu estaba lejos de encajar con aquella descripción. Y sí, Kai Kamal Huening podía ser un dolor de cabeza asegurado, pero a kilómetros se notaba que cuidaba de ese niño como si fuera la más valiosa pieza de arte en el mundo y a su vez el menor estaba lejos de ser una mala persona. Holgazán, contestador, pasota, pero definitivamente el chico rubio no era la mala persona. 

- Ya basta, tenemos visita, no deberían de alterarse ahora. - Suspiró rendido el hombre mayor. - ¿Por qué no invitas a ese chico a almorzar con nosotros, hijo? Me gustaría agradecerle por venir a ver a Beomgyu.

- Eso es, tráelo, ha pasado demasiado tiempo encerrado con ese niño, ya comienzo a sentirme enferma. Es más, ¿no debería salir tu hermano de su cuarto también? Ya va siendo hora, él no puede pretender seguir en ese estado por más tiempo.

- Está enfermo, mamá. Acaba de perder a alguien muy importante para él, ¿puedes dejarlo fuera de esto? Necesita tiempo para recuperarse, podría llevarlo mejor si ustedes fuesen más comprensivos.

- ¿Comprensivos? ¿Alguien importante para él? Él ni siquiera lloró cuando murió mi madre. ¿Entonces debo creer que repentinamente su mundo se está acabando por alguien que apenas llegó a conocer? Por donde lo veas, cariño, eso no tiene sentido. Sólo está haciendo una tormenta en un vaso de agua y exigiendo nuestra atención, tal y como siempre.

- Él no está haciendo una tormenta en un vaso de agua. El tiempo que llevas conociendo a una persona no determina cuán grande es el cariño que le tomas, ¿lo sabes, mamá? Y de todas formas, si de exigir nuestra atención se trata, ¡está claro que se la debemos!

- ¡Soobin! - Esta vez su padre levantó el tono, mirándole con reproche. - No debes de levantarle la voz a tu madre.




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