- ¿Has visto mi cuaderno viejo de composición? - Huening Kai abrió abruptamente la puerta de la habitación de su hermana, provocando que esta abriera los ojos con pesar para mirarle.
- ... ¿qué? - La pregunta con suerte salió de sus labios y el menor bufó molesto, caminando hasta su librero para comenzar a hurgar en él. - Huening Kai... - La mayor limpió los restos de saliva de la comisura de su labio, comprobando con ojos adormilados que eran sólo las 10 de la mañana. - Mierda, Huening Kai, ¿qué haces despierto tan temprano? - Frotó sus ojos, mirándole estupefacta. - ¿Tienes una puta idea de a qué hora llegaste anoche? Sinceramente, esperaba que durmieras como mínimo hasta las 5 de la tarde.
Pero Huening Kai no respondió, simplemente tiraba libros y cuadernos al piso con el fin de dar con su objetivo. La chica se levantó en un suspiro, caminando pesadamente hasta él para comprobar qué era lo que molestaba a su pequeño hermano desde tan temprano.
- ¿Qué buscas?
- El cuaderno de composición que usaba el año pasado. - Lea rascó metódicamente su barbilla mientras veía al rubio lanzar descuidadamente sus pertenencias. - No está en mi cuarto. - Agregó antes de dejar caer una pila de libros de música.
La mayor se cruzó de brazos, mirándole con reproche, pero la mirada no afectó en absoluto al contrario que ni siquiera le prestaba atención. Se inclinó hacia él con intención de recordarle el paradero de su dichoso cuaderno, no obstante, su atención fue completamente desviada por las marcas moradas en el cuello del menor.
- Así que... ¿una noche movida? - Se dejó caer sentada en la alfombra, apoyando su espalda contra la pared. Huening Kai por primera vez le miró y la mayor no tardó en señalar su propio cuello. - Tú... deberías esconder eso de papá y mamá. Es decir, no es como si se fueran a molestar, pero bueno... - Y eso bastó para que el rubio llevara una mano a su cuello, levemente avergonzado, pero mucho más irritado. Dirigiéndole una mirada amenazante a su hermana mayor, no tardó en regresar a su búsqueda. - ¿Cómo debo interpretar esas marcas? ¿Ustedes volvieron o sólo...?
- Sólo pasamos el rato... - La cortó.
- Las personas que tienen sentimientos por el otro no pasan sólo el rato, Huening Kai. - Entornó los ojos.
- Él terminó conmigo.
- ¿Antes o después de follar contigo? - Sólo un segundo después un libro impactó directamente en su rostro. - Oh, mierda... - Se quejó, sobando su nariz. - ¿Sabes algo? Él no terminó contigo anoche, él realmente lo hizo hace bastante. - Canturreó, encogiéndose en su lugar cuando el menor alzó otro libro en su dirección. - De acuerdo, de acuerdo. - Levantó sus manos. - No estoy siendo de ayuda, entiendo, lo siento. - Silencio. Huening Kai siguió buscando, maldiciendo por lo bajo de vez en cuando, y Lea suspiró antes de finalmente preguntar: - ¿Cómo te sientes?
- ¿Cómo crees que me siento? - Soltó las palabras toscamente, tomando un libro con tal brusquedad que la estantería incluso tembló. - Como una mierda, Lea, así me siento. Hay cosas de las que me arrepiento ahora. Hay cosas que aún necesito saber. Pero, lamentablemente, mi tiempo ya acabó. Soobin ya tomó su decisión.
- Huening Kai...
- ¿Qué? ¿Vas a decirme que soy un imbécil por darme por vencido así sin más? ¿O vas a decirme que tendré más arrepentimientos si me detengo ahora? O mejor aún, ¿vas a decirme que dejaré de sentirme como la mierda con el tiempo y lo superaré tarde o temprano?
- Más bien, yo iba a recordarte que me pediste el año pasado que tirara el cuaderno que buscas, pero si quieres escuchar otra cosa, entonces imagina que acabo de decirte todo eso.
- ... ¿qué?
- Que imagines que acabo de decirte todo eso.
- ¡¿Tiraste mi cuaderno?!
- Dijiste que me deshiciera de él. - El menor le miraba estupefacto.
- ¡Estaba enojado, imbécil! ¡No se supone que debas de hacer caso a lo que dice un pobre idiota en un arranque de cólera! ¡Eres tan...! - Lea se levantó, escuchando a su hermanito decir cientos de palabrotas. Abrió su armario, buscando una caja que guardaba al final y, luego de rebuscar un rato en ella, sacó el objeto que el menor buscaba. - ¡¿No dijiste que lo habías tirado?!
- No, tú pediste que yo lo tirara, yo no dije que te hubiese hecho caso. - La extendió en su dirección, Huening Kai no demoró en arrebatárselo para comenzar a hojearlo. - ¿Qué buscas con tanta desesperación?
- Yo... estaba trabajando en una canción. - Confesó, mordisqueando su labio mientras leía aquellas páginas que había olvidado. - Quería... quería que él la escuchara. - Agregó en un murmullo.
- Dijiste que terminó contigo, que se acabó, que no hay vuelta atrás, que colorín colorado este cuento se ha acabado. ¿Y ahora me dices que quieres enseñarle una canción? - La chica le miraba estupefacta, mas Huening Kai se limitó a entornar los ojos y caminar hasta la puerta.
- No entiendes, no es sobre nuestra relación. Esto es... algo que tengo que hacer. Soobin no es el único que tiene cosas pendientes.
- Terminarás más dañado si insistes, Huening Kai. - El menor se encogió de hombros, restándole importancia. - Tu dignidad...
- ¿Dignidad? - Huening Kai rió, girándole a verle. - Mi dignidad la perdí anoche luego de lanzarme sobre él y pedirle que tuviéramos sexo en un puto estacionamiento sólo porque necesitaba retenerlo un poco más antes de poder aceptar que ya no lo tendría. - Sus palabras temblaron mientras su mirada oscurecía. - ¿Y sabes qué es lo peor? Que no fue mejor, no me siento mejor. Y él en vez de decepcionarme y terminar de romperme, me abrazó como si me pidiera que tuviera un poco más de amor por mí mismo. - La chica le miró con tristeza y caminó hasta él, posando sus manos en sus hombros en un intento de reconfortarle.
- Puedes llorar, ¿sabes? Soy tu hermana, idiota, no te juzgaré.
- No, yo... - Negó con la cabeza. - Necesito trabajar en esto ahora.