No soy una falla

Capítulo 23

Ya nos habíamos vuelto a cansar de tanto caminar.

El sol comenzaba a descender y muy pronto nos alcanzaría la noche, por lo cual necesitábamos llegar al Deltágono cuanto antes.

Hacía aproximadamente una hora que venía contando árboles, hasta que uno de ellos llamó mi atención.

—Esperen. —Frené en seco. Me detuve a analizar aquel árbol de ramas torcidas y hojas moradas—. Estamos perdidos.

Lo único que nos faltaba era estar caminando en la dirección incorrecta.

—¿Por qué lo dices? —me preguntó Katherine—. Según este aparato estamos en la dirección correcta.

—Porque recuerdo que ya pasamos frente a este árbol antes. Fue allí atrás donde Luke hizo del baño —contesté fastidiada.

El rostro de mi amigo rubio se tornó carmesí y de repente pareció haber entrado en calor.

—En mi defensa no descargaba desde hoy en la mañana —intentó justificarse él, luego de sentirse ofendido por mi comentario.

—En vez de fijarte en los árboles podrías estar dándole a Luke una mano con el GPS, Scarlett —me reprochó Colin tomando parte en el asunto.

Mi expresión de indignación debió de ser muy evidente, puesto a que Ares intervino antes de que yo pudiera decirle a su hermano alguna grosería.

—Tú no tienes derecho a culpar a nadie. —Ares lo apuntó con su dedo índice—. Y Scarlett está en lo cierto. Estamos perdidos.

—Tú siempre le das la razón porque estás en algo con ella —comentó Sofía con un tono apenas audible para que todos termináramos impactados por lo que había dicho.

¿Acaso alguien más tenía ganas de desquitarse o culparme de algo?

—Esa cara de buenita que te cargas es solo una máscara al parecer, bien que te lo tenías guardado. —Rio Katherine luego de darle unas palmaditas en la espalda a Sofi—. Nosotros estamos intentando hacernos los que no nos damos cuenta de los besitos y caricias que se dan para no incomodarlos y tu abres la boca.

—¿A qué se debe tu comentario, Sofi? —Intenté no sonar ofendida, a pesar de que sus palabras sí me habían hecho sentir mal.

Me quedé observándola y pude notar cómo ella inflaba sus mejillas para disimular su nerviosismo.

—Discúlpame —comentó finalmente—. Estoy cansada y no sé por qué me las estoy agarrando contigo—. Incluso estoy empezando a escuchar voces en mi cabeza —confesó abrumada.

—Hey, no pasó nada. —Me acerqué hacia ella y la abracé—. Todos estamos cansados y la mente siempre nos juega malas pasadas cuando no podemos pensar con claridad.

—De hecho... —comenzó Kate—, yo también oigo voces. ¿Tú escuchas algo Luke?

Él asintió suavemente e intentó rebuscar las linternas que cargábamos en la mochila ya que no podíamos ver con claridad.

—Están todos locos —bufó Colin.

—Nadie está loco, Col... —comencé a hablar, pero fui interrumpida por una mano que cubrió mi boca.

Alguien consiguió derribarme al suelo e intentó amordazarme con un pañuelo, pero alcancé a darle una patada en el pecho y lo lancé hacia atrás.

Me levanté rápidamente para ayudar a Luke, a quien tenía más próximo, pero cuando intenté acercarme alguien ya había conseguido tumbarme nuevamente.

—Suéltame hijo de tu... —Me colocaron un pañuelo en la boca sin dejarme terminar mi oración.

Entre los empujones y los golpes pude ver cómo intentaban amordazar al resto de mis amigos.

—Esa boquita sucia no te ayudará, preciosa. —me advirtió una voz masculina.

Luego todo se sumió en oscuridad y perdí el conocimiento.

Estaba empezando a retomar la conciencia y mi cabeza dolía como el infierno luego de que la golpearan con quién sabía qué.

Conseguí pestañear sin ninguna dificultad y de a poco mis ojos comenzaron a enfocar. No conseguí ver nada más que una capucha de tela arpillera que bloqueaba un poco de mi vista. Alcanzaba a distinguir algunas sombras, pero nada muy específico.

—Veo que están retomando la conciencia —comentó la misma voz masculina que probablemente había conseguido desmayarme—. Quitenles las capuchas y las mordazas.

Una silueta comenzó a aproximarse hacia mí. De un solo tirón consiguió sacarme la bolsa de la cabeza y se llevó consigo varios de mis cabellos castaños.

Aquella muchacha de cabello café con mechas doradas se inclinó sobre mí para comenzar a desatar el pedazo de tela que cubría mi boca.

Intenté mantener mi cabeza gacha para que no pudieran ver mis ojos fugaces. La gente podía enloquecer ante ellos y en el laboratorio me tocaron varias de esas horribles experiencias.

Me dediqué a analizarla mientras ella se tomaba su tiempo. No podía ver mucho ya que su cabello voluminoso y despeinado tapaba gran parte de mi vista. Su piel era bronceada y tenía una de sus cejas con una línea diagonal que la cruzaba, lo cual llamó mi atención.

Una vez que se alejó pude ver su rostro completo, de pómulos marcados y gruesos labios, con sus ojos anaranjados apuntando en dirección a uno de los chicos que la acompañaban.

«También podrías desatarme las manos y los pies», sugerí para mis adentros.

Nadie me estaba prestando demasiada atención por el momento, lo cual me dio algo de tiempo para analizar a cada uno de nuestros secuestradores.

Eran en total cinco: dos chicos y tres chicas. No parecían tener ningún parentesco entre ellos y me llamó la atención que vistieran el mismo uniforme que el nuestro solo que parecía más gastado.

—¿Qué tenemos aquí? —preguntó retóricamente la única voz que yo podía reconocer.

La voz le pertenecía a un chico más o menos de nuestra edad, aunque parecía mayor debido a su barba perfilada. Cabello negro, de piel no tan blanca y ojos violetas. Con rasgos que me eran familiares como su nariz puntiaguda y mandíbula enmarcada.

¿Quién eres? Me sentí tentada en preguntarle. Pero me dediqué a callar y a examinar el lugar en donde nos tenían cautivos.

Era un cuarto no muy grande, de paredes beige y una tenue luz amarilla que apenas alcanzaba para evadir la noche. Noté una ventana con barrotes negros y la única salida era una puerta de madera astillada. Al fondo del cuarto parecía haber una escalera caracol, que terminaba en una planta alta.



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En el texto hay: accion, amor, lgbt+

Editado: 18.03.2023

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