No te acerques a Holden Scott

Capitulo 13

"Es fácil vivir con los ojos cerrados,
interpretando mal todo lo que se ve."

John Lennon.

. . .

—¿Por qué no dibujas algo para complementar el proyecto?

Le lancé una mirada al chico sentado en la cama de mi habitación. Habíamos estado toda la tarde allí terminando el proyecto con más lentitud de la que podría ser aceptable. Holden fingía escribir algo en su carpeta y yo de alguna manera me encontraba dibujando las hojas con la lapicera. Pero qué mencione lo del dibujo quería decir que me vio y eso hizo que mis mejillas se calienten.

—¿Quieres reprobar?—Ironicé mostrando lo que había había hecho con un mueca divertida.

—Es cierto, está horrible—concordó riendo—, desde aquí se veía mejor. ¿A ver? Pásamelo.

—Ya dejaste en claro que dibujo horrible—bufé en broma—, no intentes redimirte.

—No puede estar tan mal.

—Es abstracción.— Le entregué el dibujo en cuanto me tendió de la mano y solté una mueca.—Mi tía Lucía sabía de arte, ella decía que lo que no se entendía por definición era abstracto.

Holden me miró con una ceja alzada y una mueca divertida antes de seguir examinando el dibujo. No era lo mejor que podía hacer, eran garabatos tontos que no tenían sentido y un monigote al lado, pero quizás desde lejos podría ser algo como... Abstracción.

—Oye, no está tan mal—concedió alejando el papel para mirarlo con un ojo cerrado y la sonrisa más brillante que le vi.—Es decir, si lo ves así...

Me levanté hacia la cajonera y abrí el último cajón, donde guardaba los recuerdos que me traje de la ciudad. Saqué el cuaderno de hojas amarillas del fondo y un paquete de Kit-Kat de la bolsa de dulces que me regalaron mis amigos antes de partir de la ciudad.

Al voltearme vi a Holden siguiendo mis movientos con demasiada atención. Parecía tenso, sostenía con fuerza la lapicera en su mano y apretaba los labios, pero fingí ignorarlo mientras me sentabas a su lado y le tendía el Kit-Kat.

—Aunque no lo creas soy bueno dibujando—mencioné cruzando las piernas y sonriendo con suficiencia mientras él abría el paquete rojo y partía los chocolates.—En la ciudad tomé un curso de realismo con mi tía y déjame decirte que era de los mejores.

Holden me entrego la mitad del chocolate sin prestar atención y miró la hoja abierta de mi cuaderno con la boca abierta. Pero yo ya no prestaba atención a las hojas amarillas sino a su mano cubierta de cicatrices y quemaduras. Contuve la respiración. Nunca lo había tenido tan cerca. Miré un poco más arriba, a los pocos centímetros de piel que la camiseta dejaba al descubierto, y sentí que la sangre abandonaba mi rostro cuando vi las marcas de quemadura cubiertas por finas costras recién hechas.

Holden se estiró hacia mi rozando su hombro con el mío y me estremecí. Tomó el cuaderno de hojas amarillas de mis manos, sus dedos rozaron los míos haciendo que una corriente suba por mi brazo y se apartó para pasar las hojas de una en una.

—Joshua, esto es genial—exclamó con los ojos muy brillante. Tragué saliva sin dejar de mirar sus manos lastimadas y luego su rostro lleno de moretones. Alguien le hacía daño, ¿Cómo podía alguien hacerle daño a un monstruo? ¿Quién...? Holden se volteó sonriendo con ese brillo que me  llenaba de calor y mis mejillas se volvieron más rojas.—Eres todo un profesional, deberías dedicarte a esto.

—Si yo...—Bajé la mirada hacia el dibujo que me enseñaba y comprendí lo que quería decir. El rostro de mi madre sonriendo nos miraba desde la hoja. Aparte la mirada—, ya no dibujo.

Parpadeo confuso.

—¿Por qué?

—No tengo la formación.

—Claro que no—dijo con una sonrisa dulce—, si no te dedicas a ello nunca tendrás la formación.

—No me refiero a eso. En el taller que hice con mi tía conocí a una chica que dibujaba y pintaba desde que tenía 5 años, era la mejor y logré ver varias de sus pinturas en galerías.—Encogí los hombros.—Me hizo sentir un poco mal, yo a los 5 años estaba aprendiendo que sacarme los mocos hacia sangrar mi nariz y ella... Bien, me desanime y ya no lo hice. Eso es todo.

—Yo creo que lo haces bien, tienes potencial—observó él con suavidad antes de continuar pasando las páginas—. Mi padre era pintor, de los que tienen galerías privadas y mucha gente tonta con mucho dinero y pase mis primeros años entre artistas destacados, puedo decirte que esto—alzó el cuaderno sonriendo—, es bueno.

Mis mejillas iban a estallar.

—Gracias.

—Y además—agregó pasando los dedos sobre un dibujo echo con bolígrafo—, en este pueblo nadie sabe de arte, aquí serás mejor que Picasso.

Me reí.

—¿Tu padre era pintor?—Pregunté con timidez. No sabía que esperar, Holden era así de incierto y por la manera en la que se tensó al oírme comprendí que no esperaba la pregunta, pero en vez de huir como creí que haría solamente asintió—. ¿Y tu madre?

El vestigio de una sonrisa apareció en su rostro cuando paso la página hacia otro dibujo menos profesional y al responder ni siquiera alzó la cabeza.

—Ella se encargaba de cuidar que no estorbe a mi padre mientras pintaba.

—¿Los extrañas?

—Mucho.— Me miró con aquella tristeza que cargaba en el interior de sus ojos y me arrepentí de preguntar cuando volvió a pasar la pagina.—A veces, me hubiera gustado morir con ellos.

Tragué saliva.

—No creo que ellos hubieran querido eso—susurré mirando sus manos lastimadas y sintiendo la necesitada de tomarlas. No aliviaría su dolor y tampoco podría curarlas, pero quería sentir que tan ásperas era su piel y acariciar los lugares dónde las heridas parecían menos dolorosas.

Sentí a Holden girar la cabeza hacia mí y suspiré al ver como pasaba página. Alcé el pedazo de chocolate sin intención y antes de darle un mordisco me detuve. Sus ojos estaban clavado en los míos y tenía la boca entreabierta mientras me observaba contener la respiración. El calor en mi vientre aumento hasta llenar mi pecho y mi corazón comenzó a latir con fuerza.



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En el texto hay: misterio, suspenso, boy love

Editado: 31.03.2022

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