Capitulo 23

Tuvimos que mover la televisión de la habitación de principal hasta la mía y, como yo estaba herido fueron Charlie y ella junto con mi madre los que cargaron con el aparato y el mueble. Yo en cambio fui el encargado de estorbar con las muletas porque el pasillo era demasiado angosto para los cuatro.

—¿Qué película veremos?—Preguntó Sara al terminar de conectar todo, dejando su abrigo en mi cama y sentándose en el suelo junto a mí. Tenías las mejillas ruborizadas por el esfuerzo y sus ojos brillaban tanto que me hacían sonreír.

—Traje algunos DVD por si no sabíamos que mirar—dijo Charlie sacando de su mochila los estuches con las películas. Sara y yo lo miramos buscar películas entretenidos—. ¿Por qué me miran así?

—¿DVD?—Pregunté divertido—, ¿Qué tienes?¿50 años?

—Sigo sin comprender.

—¿Acaso no conoces Netflix?—Se río Sara y Charlie la miró desconcertado.

—¿Netflix?

Encendí la televisión mientras le explicaba por qué debería sacar la nariz del libro de vez en cuando y ver la maravilla de una plataforma de películas y series y él escucho atento, y un poco fascinado, hasta que termine.

No era tampoco cosa de otro mundo pero cuando decidimos buscar todas las películas que trajo en DVD como demostración y encontramos todas no le quedó otra opción que aceptar que era una buena plataforma.

En todo momento Sara se río y fue amable. Esperaba que se portará rara luego de lo que sucedió con nosotros y el accidente y la manera tan extraña en que Abbi la trataba últimamente, pero al parecer no sentía ese tipo de rencor. Fue la que sugirió ver una aventura y también la que sacó fotos para postear en Instagram y en Facebook con hashtag y etiquetas (cosas que también tuvimos que explicarle a Charlie).

—Joshua—llamó mi madre a la puerta cuando íbamos por el comienzo de la película. Puse pausa cuando abrió la puerta y la miré sonreír a mis amigos—. ¿Quieren algo de comer?¿Hay galletas y palomitas?

—¿Hay palomitas?—Pregunté y ella encogió los hombros.

—Puedo hacer.

—¿Ustedes quieren?—Pregunté a mis amigos y cuando asintieron vacilantes me estiré para alcanzar las muletas.—Iré yo, quiero agua también.

—Espera, te acompaño—dijo Sara estirándose hacia el abrigo y ayudándome a levantar.

—Joshua—volvió a llamar mi madre cuando pasamos por su lado para ir a la cocina. Me detuve y dudo lanzándole miradas a la puerta de mí hermana—, ¿Por qué no invitas a Abbi y a Holden a ver la película?

Mi estómago se contrajo y de repente sentí la necesidad de tirar esa estúpida puerta abajo.

—¿Abbi y Holden están en aquí?—Mi madre asintió y el nudo en mi vientre se hizo peor—, ¿Y están en su habitación?

Vaciló, miró la puerta y asintió.

Bien, eso no podía afectarme. Intenté dar un paso atrás y un intenso dolor se extendió por mi pierna al apoyar el pie roto. No, no debía afectarme, pero lo hacia.

Mi madre intento ayudarme pero me sacudí sus manos al instante. Estoy bien, le dije aunque dentro mío se estaba abriendo un vacío de inseguridad, tristeza y traición. Ella me miró apenada, retrocedió y me dijo que si necesitábamos algo más le avisarnos. Luego se encerró en su habitación.

Estaba bien, me lo repetí el trayecto hasta la cocina. Abbi me evitaba, pero está estaba bien. Holden también me evitaba y estaba bien. Ambos se juntaban y fingían que yo no existía, y estaba bien, ¿no?¿Por qué no se sentía como si estuviera bien? ¿Por qué se sentía como si me estuvieran traicionando?

Aparte la idea en cuanto llegue a la cocina y encontré a Sara lavándose las manos. Se volteó secándose con un trapo y me preguntó dónde estaban las palomitas con una sonrisa de oreja a oreja. Exhalé para centrarme, le indique que busque en la alacena y yo me acerque al cajón de galletas para buscar también ahí, pero no fue hasta que revisamos una puerta cerca de la heladera que encontramos la bolsa.

Yo fui por la manteca, Sara puso la sartén al fuego y de un momento al otro teníamos un cuenco de palomitas, dos paquetes de galletas, vasos y dos botellas con jugo. Tomé una pastilla para el dolor de la pierna y mientras Sara subía las primeras cosas yo espere junto a los vasos y las botellas. Si, era lo único que podía hacer y me sentía patético e inútil. Me senté a descansar mi otra pierna y dejé las muletas a un lado. Saqué el móvil del bolsillo, miré varias notificaciones y abrí las fotos que subió Sara para darle «me gusta».

—¿Necesitas ayuda?

Alcé la mirada hacia la puerta de la cocina, dónde Holden estaba parado con su estúpida gorra de lana y su chaqueta negra y bufé.

—No, gracias.

Asintió cabizbajo, camino hacia la heladera y tomó dos botellas de agua. Se volteó hacia la salida, y tomó de mí no mirar su manos lastimadas mientras sostenía el plástico, pero justo antes de salir se detuvo a mirarme arrepentido.

—Lo siento.

Mi estómago dio un vuelco.

—¿Qué sientes?

—Siento que...

—¿Joshua, podemos...?—Sara abrió la puerta y tropezó con Holden. Se enderezó a mirarme, luego a él y el rubor llego a sus mejillas cuando retrocedió.—Hola, Holden.

Él le sonrió tímido.

—Hola...

—Sara.—Sonrió ella, brillante.

—Claro, Sara. Lo siento.

—¿Estás aquí con Abbi?—Holden asintió cabizbajo y me lanzó una mirada, pero Sara lo ignoró siendo amable—. Nosotros veremos una película en la habitación de Joshua, si quieren pueden acompañarnos.

El vacío en mi estómago de agrando y de repente quise salir corriendo.

—No creo que podamos—rechazó Holden—, nosotros... Estamos haciendo algo importante y Abbi...

Sara asintió y camino hacia la mesa donde estaban las botellas de agua.

—Bien, entonces será para otra.—Tomó ambas en brazos y al mirarme sus ojos ya no brillaron—. ¿Vamos?

Asentí tomando las muletas junto con los vasos, porque en algo debía ayudar, y nos encaminamos hacías la escaleras con pasos lentos. Holden debía estar esperando en la cocina para poder subir, debía estar haciendo tiempo, seguramente... Detuve esos pensamientos. Ya no me importaba Holden.