—ella no tenía por qué pegarte —Claus reprimió el odio creciente que sentía por la mujer que no quería que Layla conociera.
—bueno eso es normal, malinterpreto lo que sucedido —se encogio de hombros a pesar de que su ansiedad está creciendo en su interior, Claus parece un demonio tragándose toda la luz de la habitación.
—tenían que avisarme —gruño aún más enojado dispuesto a levantarse de la silla.
—sí, claro —bufo la chica murmurando bajo y rodando los ojos.
—¿Qué? —quiso saber aún sentado, pero inclinando todo su cuerpo hacia el frente.
—solo mírate —señalo Layla con las palmas abiertas —si me lo permites decir, tienes un genio de los mil demonios…con…todo respeto —quiso desaparecer al ver el rostro blanco de la ira de Claus bajando las manos y metiéndolas bajo la mesa.
—lila, lila, lila —Claus se levantó inclinando el torso sobre la mesa, quitando los platos de su camino. —solo a ti te puedo permitir una insolencia como esta… —gruño sonriendo de medio lado, pero Layla solo lo miro con asombro cuando este bajo la mirada hasta los pechos de la chica.
—no es ser insolente —murmuro sosteniéndole la mirada con el ceño levemente fruncido —pero tienes que entender que por tener dinero tienes que ir por la vida coqueteándole a todas
—¿eso te molesta? —Claus parecía divertido mientras Layla solo está más indignada.
—si fueras mi… —Layla se atoro con las palabras cerrando la boca de golpe.
—dilo —la reto.
—si fueras mi novio, no dudaría en dejarte —dijo muy segura, no iba a tolerar que jugaran con ella, ni por todo el dinero del mundo, podía bromear con ello todo lo que quisiera, pero a la hora de la verdad no dudaría en dejarlo, mudarse al campo y cambiarse el nombre.
—ooh… ¿en serio? —los ojos bicolores ahora parecían estar más cerca de su rostro, Layla ya no podía retroceder más, sus pies ni siquiera llegan al suelo para mover la silla, no al menos que se acercara a Claus.
—muy en serio —dijo con firmeza sin apartar la mirada, dispuesta a morir por lo que creía.
—¿crees que te dejaría ir? —la mujer no hablo, pero tampoco cambio su semblante, Claus por primera vez titubeo en lo que creía, la mujer frente a él seguía sosteniéndole la mirada, se veía decidida y el temió. —bien. —dijo alejándose y Layla solo soltó todo el aire que estaba conteniendo.
—¿bien qué? —cuestiono Layla al fin poniéndose de pie cuando lo vio alejarse hasta la ventana detrás de él.
—el postre —una mujer algo mayor entro con un carrito viendo la escena.
—adelante —la mujer incluso escuchando la voz de su jefe dudo unos segundos terminando por entrar y recoger los platos siendo ayudada por Layla.
Claus miro a las mujeres sin querer decir nada, no solo tenerla de cerca y enojarse lo ponía de malas, también el tirón en su herida en su pierna lo tenía en conflicto.
Paso su mano libre por su barbilla mientras con la otra se aferra al bastón.
—¿Cómo sabe
—te recomiendo que si no quieres que cualquiera sepa que te gusta, no lo escribas en línea —dijo cortante disimulándolo con una sonrisa.
—usted no parece un hombre que este muy pendiente de esas cosas —Layla tomo con los dedos un trozo del pastel comiéndolo sin imaginar que para Claus ese gesto le hizo calentar aún más.
—oh linda, te sorprendería —volvió la vista a la ventana intentando concentrarse en el problema inicial. Emilia fue al hospital y golpeo a Layla.
Mateo le fuera dicho sobre ello pero ¿Por qué no lo hicieron los guardias o incluso Salvatore? Sabe que su temperamento es muy malo, y si Layla lo decía mejor resolverlo con calma, por esta vez.
—esta bueno —la mujer no se quería ni sentar, devoraba el pastel a trozos que podía sostener con su dedo índice y pulgar, soltando un suspiro por lo dulce y esponjoso del pastel en su boca.
Justo como a Layla le gusta.
Si iba a morir esa noche, mejor tener una buena cena.
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Editado: 20.08.2024