—¿Cómo? —pregunto en español, si ella quería excluirla en griego, ella lo haría en español.
—solo iré a dejar a Clarissa en su casa —vio que al menos Claus se creyó su asombro, Mateo tenía razón, pero ¿Cómo?
—bueno… ¿me dejaras aquí? Prefiero tomar un vuelo a Italia, no tengo problema en hacerlo sola. —el hombre golpeo la mesa y ella se sobresaltó, estar del otro lado del mal humor de Claus despertaba sus ganas de golpearlo al igual que el pánico.
—te quedaras aquí, volveremos a Italia juntos —La mujer no tenía reparo en poner cara de cordero al matadero y la fachada de Layla está flaqueando.
—bien, tampoco me tienes que gritar, Claus —se mordió el labio inferior bajando su mirada al plato viéndola la comida que aún no se había atrevido a tocar.
—lo siento, no es mi intensión. —el hombre se volvió dócil en cuestión de segundos tomando la mano de Layla haciéndola levantar la mirada solo para ver los ojos dispares de Claus mirarla con cariño.
Su corazón no entendía al hombre, como podía acostarse con otra mujer en sus narices y tratarla con cariño.
El odio en la mirada clara de la mujer frente a ella es más que obvio, cuando Claus no la miraba.
—come, por favor… —suplico el viendo como Layla solo jugaba con la comida.
—lo que comí anoche no me hizo bien —y tampoco es mentira, con los sustos de toda la noche su estómago se revolvió tanto que pensar en el desayuno con esa mujer simplemente le quitaba las pocas ganas de comer que tenía.
—¿quieres que prepare algo para ti? —Layla negó lentamente.
—no, estaré bien —pero el hombre se levantó rápido y corrió a prepararle algo.
Vio como Clarissa apretaba la mandíbula por su delgada piel en la cara cada musculo se podía ver con facilidad.
Layla no pudo evitar sonreír al ver como Claus se movía con rapidez en la cocina, la rubia estaba por decir algo, pero Layla se le adelanto.
—¿puedes prepararme waffles? Solo dos, no tienes que exagerar. —se levantó de la mesa tomando una manzana verde y dejando a Clarissa sola en la mesa.
La mujer suspiro fuerte.
Entendía porque Claus estaba tan obsesionado con ella y porque se le está haciendo difícil seducirlo sin que este ebrio.
Las primeras veces que lo encontró fue directo a su cuello, pero él simplemente la rechazo, esperaba que quitando a Emilia las cosas fueran fáciles de nuevo, pero cuando volvió a insistir la mujer le dijo que ahora había una morena en sus planes.
Por más que intento averiguar de ella lo noto, Claus la protegía tan bien que la mujer simplemente parecía no darse cuenta que dos hombres la vigilaban.
Uno enviado por Claus, su mejor espía y el otro enviado por ella.
La tenía tan privilegiada que esperaba que Vera Alonzo le sirviera de algo, pero incluso esta no fue útil, ni siquiera en el último momento.
Qué bueno que murió sabiendo que toda su familia lo había hecho. Pensó para sus adentros y eso fue lo que le regreso la sonrisa al rostro.
—tranquila, te tomaras este té, va a ayudarte —murmuro peinando los cabellos castaños color miel de la mujer incluso más bajita que ella solo por centímetros.
Los vio y supo que las cosas tendrían que acelerarse, solo un poco.
Se levantó digna esperando que Claus volvía a posar sus ojos en ella, pero la única manera era.
—ese perro no estaba amarrado? —Hades miraba detenidamente a todos los presentes a través del cristal de la cocina, haciendo que este se empañara y oscureciera su vista en señal de peligro.
—sabes que él no hará nada —hablo bajo Layla a Claus tomándolo del brazo.
Este dudo un momento antes de suspirar, Layla ya había ganado un punto.
—comeré rápido y volveré con él, daré un paseo por el bosque —el hombre asintió.
Layla se fue rápido viendo como el gran perro se quitaba del cristal y caminaba lentamente de regreso a su pequeño paraíso frente al riachuelo.
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Editado: 20.08.2024