—¡¡levántense!! —las niñas se levantaron de un salto del suelo, ambas habían tomado solo la sabana y se habían abrigado con ella.
Tomaron de la mano a Davida y la hicieron soltar a la pelirroja cargándola.
—¡no! ¡No! ¡Suéltame! —grito Davida pataleando y golpeando al hombre.
—Nooo Davi!! —lloriqueo Tabitha soltando golpes hasta que con su puño golpeo en la entrepierna al hombre, justo donde su tía le había explicado y el hombre se retorció soltando a la niña haciendo que Tabitha hiciera lo mismo con el otro hombre y mientras Davida le clavaba sus dientes en el brazo.
Ambas niñas comenzaron a correr sin saber por dónde ir, hasta que encontraron una puerta y el frio de la mañana las golpeo de repente.
—pe-queñas perras! —escucharon detrás de ellas los gritos y pasos de los hombres.
—vamos, cualquier cosa es mejor que estar allí —le aseguro Davida comenzando a correr hacia el bosque.
No sabían a donde ir, pero mientras estuvieran lejos de esos hombres malos estarían bien.
Siguieron corriendo durante un rato hasta que se escondieron detrás de unos árboles.
—¿A dónde vamos Davi? —el bosque inmenso y el frito las hizo temblar y abrazarse.
—no lo sé… —la pequeña miro a todos lados aterrada.
Los sonidos de los arboles al viento acompañado de las aves cantando ahora parecía una película de terror.
Paso un largo rato y el sonido de sus estómagos las hizo comentar a caminar nuevamente internándose más en aquel bosque hasta que dieron con una casa.
—¿habrá personas? —murmuro Tabitha con temor de que más de esos hombres estuvieran allí.
—vamos —susurro Davida caminando hasta una de las ventanas encontrando que dentro estaba completamente abandonado.
—esta solo… vamos —rodearon la casa y entraron por una pequeña abertura en la esquina de la puerta.
La casa estaba sin mucha iluminación y las telarañas adornaban las paredes el techo tenía muchas grietas
Ambas siguieron caminando hasta llegar a una cocina, un área mucho más abierta y más iluminada sin grietas en el techo.
El clima con nubes grises no era el mejor.
—¿crees que nuestras mamás nos estén buscando? —Davida saco el anillo de su cuello del disfraz solo para mirarlo.
—mami y la tía vendrán, lo sé —el anillo grande atado al collar era lo único que su madre le había dado al menos para esa noche.
Era el anillo de casado de su padre.
Su madre siempre lo llevaba puesto los días especiales, justo los días en que más lloraba.
—y papi nos cuidara desde el cielo —dijo con seguridad dándole un beso al anillo y volviendo a guardar el mismo.
—no pudieron ir tan lejos —dijo uno de los hombres siguiendo el camino, las niñas eran pequeñas por lo que era difícil saber hacia dónde estaban.
—el jefe nos matara si le pasa algo a esa zanahoria hija suya —ambos gruñeron.
—es mejor encontrarlas antes de que llegue el jefe o nos mataran a nosotros —siguieron con sigilo buscando a los alrededores.
Estando a solo unos metros cerca de la casa donde estaban las pequeñas.
Ambos señalaron la casa y con cuidado la rodearon encontrando a las niñas en la cocina, Tabitha al ver el rostro del hombre por la ventana grito.
—las encontré —la puerta rota por donde ellas habían llegado fue tirada haciendo que corrieran por la casa, pero el otro sujeto rompió una de las ventanas y entro acorralándolas a ambas.
—deberías dejarla aquí… después de todo solo necesitamos a una —dijo uno de los hombres mientras tenían a Tabitha cargada apretándola con fuerza para que no se fuera a soltar.
—¿y porque no matarla? —saco un cuchillo y Davida se quedó quieta con lágrimas rodando por sus ojos.
—porque sus padres nos mataran —le recordó el hombre.
—Aquí nadie la encontrara —el otro se quedó en silencio mirando a la niña quien se veía pálida del miedo.
—haz lo que quieras… fue a ti a quien te toco —dijo el hombre saliendo y dejando a la pequeña sola con el hombre.
—vamos a ver… que hare contigo —se rio con malicia haciendo que la pequeña no parara de llorar.
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Editado: 20.08.2024