No Temas Perderme

Capítulo 24

El sábado por la mañana me desperté con la sensación de que todo lo que había pasado estos últimos años solo había sido un mal sueño y que mi madre estaba bien, pero en cuanto abrí los ojos supe que nada había cambiado

El sábado por la mañana me desperté con la sensación de que todo lo que había pasado estos últimos años solo había sido un mal sueño y que mi madre estaba bien, pero en cuanto abrí los ojos supe que nada había cambiado.

Otro día más, me encontraba tumbado en el sofá de la habitación del hospital y mi madre se encontraba, a mi lado, en la camilla.

Desvié rápidamente la mirada y apreté los labios, conteniendo las ganas de llorar. No soportaba verla tan apagada. Me incorporé lentamente y abrí la mochila para buscar la carta que me había entregado mi padre el día anterior, antes de irme al instituto.

Encontré el sobre en uno de los bolsillos. Lo abrí y comencé a leer lo que contenía en su interior. Era una citación para acudir al juicio en el que se dictaría una sentencia firme para el culpable del accidente que tuvimos mi madre y yo.

Hace tres años encontraron a un hombre de unos cincuenta años estacionado en una gasolinera cercana al lugar del accidente, con el capó y el parachoques delantero totalmente destrozados. Tras analizar las pruebas, las cámaras de seguridad y el coche, confirmaron que aquel hombre era el culpable del accidente. Fue condenado por conducir bajo los efectos del alcohol, por conducción temeraria y por habernos abandonado a nuestra suerte.

Los nervios se apoderaron de mi cuerpo solo de recordarlo y empecé a sentir una opresión en el pecho horrible. Estaba comenzando a marearme y necesitaba salir de la habitación.

Recorrí los pasillos del hospital hasta el jardín exterior, donde reinaba el silencio y la paz. Arrugué el papel y lo lancé al suelo con toda la fuerza que pude. Librarme de él me permitió respirar hondo y relajar mi cuerpo.

—¡No puedes hacer eso! —gritó alguien a mi espalda. Extrañado, me giré para descubrir de quien era esa voz y me encontré con una chica agachada en el lugar donde había tirado el papel. Lo cogió y al levantarse pude ver perfectamente quién era.

—¿Nora? —pregunté sorprendido.

—¿Dylan? —Miró el papel que sostenía en sus manos y después a mí—. Creo que esto es tuyo. —Se acercó y me tendió su mano para que cogiera la bola de papel—. Deberías pensar más en el medio ambiente y no tirar papeles al suelo, sobre todo cuando tienes una papelera a tu lado.

—Lo siento, estoy cabreado e iba a tirarlo en cuanto me calmara un poco. —Algo hizo clic en mi cerebro y caí en la cuenta de que no tenía porqué darle ninguna explicación—. Espera un momento, no tengo porqué darte explicaciones.

Tiré el papel a la papelera y comencé a caminar de nuevo hacia el interior del hospital.

Cuando entré en recepción, me di cuenta de que Nora me seguía. Aligeré el paso y entré en la sala de espera, con la intención de despistarla, pero Nora entró detrás de mí y se sentó en una de las sillas.

—¿Por qué me estás siguiendo?

—No te estoy siguiendo —dijo con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho—. Estoy esperando a que mi hermano salga de rehabilitación.

—¿Tu hermano? —Notó enseguida mi cara de asombro y asintió—. Lo siento, no lo sabía.

—No pasa nada. ¿Y tú que haces aquí? —me preguntó por curiosidad.

—Creo que tengo que irme —dije esquivando su pregunta.

Nora no aceptó mi respuesta y se levantó para seguirme de nuevo. Subí a la segunda planta y retomé mi camino hacia la habitación donde estaba mi madre.

—Todavía no me has dicho qué haces aquí —insistió.

Me detuve bruscamente y chocó contra mi espalda.

—¿No tienes cosas que hacer?

—No.

Nora no me conocía, ni yo a ella. Nos besamos en la fiesta de James y bailamos juntos, pero nada más. Por eso, no entendía porqué tenía tanto interés en mí.

—Este pasillo no me trae buenos recuerdos —dijo dando unos pasos hacia atrás—. Mi hermano estuvo en esta planta cuando tuvo el accidente.

—¿Tu hermano tuvo un accidente?

—Sí. Es piloto de carreras y tuvo un accidente de coche en la pista, en una de sus competiciones. Ha estado unos días grave, en coma, y ahora le toca recuperarse.

Al escucharla, algo se removió en mi interior y se me hizo un nudo en la garganta.

Mi madre lleva mucho más tiempo en coma y no había dado ninguna señal de que fuera a despertarse pronto.

—Mi madre. —Al pensar en ella, las palabras salieron inconscientemente de mi boca y me arrepentí al instante.

—¿Tu madre? —dijo sorprendida—. ¿Qué le ha pasado?

—Un accidente de coche.

—Lo siento mucho. —Intentó acercarse a mí, pero retrocedí unos pasos y ella se dio cuenta—. Dylan, si necesitas ayuda puedes contar conmigo, es mejor que no pases esto solo. Estuve en la misma situación que tú y si no hubiera tenido a alguien a mi lado, no sé qué habría sido de mí. Si te cierras y no expresas tus sentimientos, es peor.

Nora me comprendía más de lo que yo pensaba, pero si ella había pasado por lo mismo que yo, también debía entender lo complicado que era para mí compartir mi dolor con los demás.

Había pasado tanto tiempo sufriendo solo, en silencio, que no podía concebir compartir mis sentimientos con otra persona.

—Tengo que irme.

Nora asintió apenada, pero no me detuvo cuando di media vuelta y regresé a la habitación. Cerré la puerta tras de mí y respiré hondo para relajarme porque mi cuerpo no paraba de temblar.




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