No tuve que perderte para saber lo que tenía. No tuve que pensarte para extrañar tu cercanía. Ni mirar tus ojos para soñar con su utopía, no tuve que abrazarte para vivir en armonía, pero sí tuve que escribirte por pensar que sos poesía.
No tuve que animarte para saber que sonreías. No tuve que acostumbrarte a compartir esa alegría, ni siquiera escucharte para captar tu melodía por eso decidí inmortalizarte como si fueses sinfonía.
No tuve que cambiarte para saber si te quería. No tuve que soltarte por pensar si volverías, tampoco tuve que desearte para creer que eras mía, pero sí quise inventarte como mi propia teoría.
No tuve negarte encontrar tu ironía.
No tuve que imponerte para ver tu rebeldía.
Mucho menos traicionarte por conocer tu alevosía, me basta con amarte hasta el final de nuestros días