No vayas a casa

Capítulo 27: Reacciona

 

Antes de que pudiera asimilar de forma consciente que la voz que escuchó a la distancia era la de su hijo, el instinto se lo dijo y la hizo reaccionar, aunque esto fue al mismo tiempo qué él lo hacía. Una gélida e inhumana sonrisa apareció en sus labios, transmutando la desconocida expresión anterior en una mueca salvaje e incontrolable.

El vaso cayó de su mano.

—Será mi primera diversión real.

Algo en su gesto, o quizás en la respiración, hizo que Iris supiera al instante que todo había cambiado de forma definitiva, y que el tiempo para los pensamientos había terminado para siempre; pero fue más que eso, se trató de una reacción similar a la de un animal en caza, que, activado por la presencia de la víctima, pasaba de la observación a la acción. Él soltó una especie de bufido, mientras inspiraba y sus ojos, aquellos ojos antes cristalinos, parecían iluminarse por causa de una fuerza por completo incontrolable. Iris reaccionó en una milésima de segundo, y al mismo tiempo que él volteaba y levantaba el brazo para empujar la puerta, ella alcanzó uno de los cuchillos de la mesada y corrió hacia él, empuñándolo con fuerza.

—¡Nooo!

Con precisión casi quirúrgica, clavó el cuchillo en el antebrazo derecho, causando un horrible grito por parte de él; sin detenerse a mirar ni a pensar en nada, empujó la puerta de vaivén y corrió con todas sus fuerzas, mientras en segundo plano escuchaba el grito de él, mezclado con otro sonido que no conseguía identificar. Subió las escaleras a toda velocidad, llegando a tiempo al segundo piso para ver a Benjamín saliendo del cuarto; en ese momento, verlo con su pijama y una evidente confusión en el rostro, provocada de seguro por los gritos y estar despertando, no hizo ningún efecto en ella, más que decirle que era necesario darse prisa, ya que él no podría reaccionar de la manera apropiada.

—¡Ven acá!

Se apresuró hacia él y lo tomó en sus brazos, intentando no distraerse en su expresión ahora más confusa y definitivamente asustada por su voz al punto de la histeria.

—¡Mamá!

El pequeño soltó un grito de miedo, que a pesar de surgir un instante antes, no le dio tiempo a reaccionar de la forma adecuada; apenas estaba girando el cuerpo para regresar a la escalera, cuando percibió la cercanía de otro cuerpo, y todo se revolvió.

Impulsada por la fuerza de él, cayó de espalda, perdiendo el control de sí misma y a la vez, no pudiendo mantener en sus brazos al pequeño; por un momento todo se volvió oscuro, y de inmediato el juego de colores pasó frente a sus ojos, convirtiendo el techo y el suelo en una sola cosa. Activada como por resorte se volvió y logró ponerse de rodillas, descubriendo que, por causa del brutal empujón de él, había caído un par de metros más atrás, mientras el niño estaba en el suelo, casi al borde de las escaleras.

El hombre se arrojó casi a cuatro patas en el suelo, llegando con una asombrosa rapidez hasta el pequeño, al que tomó de los hombros, acercando su cara a la suya, sonriendo de forma desquiciada, soltando una respiración jadeante y entrecortada. En el brazo derecho había una gran mancha roja, pero no señas del cuchillo con el que ella lo había atacado.

—Contigo, estaré aquí para siempre.

Iris se impulsó producto de una fuerza interior que no conocía, pero que la dotó de la energía necesaria para reaccionar a toda velocidad, sin medir consecuencias para sí misma ni el nivel de peligro al que podría estar expuesta. Entró a su cuarto a toda potencia, y tomó del pequeño mueble a poca distancia de la entrada la foto de tocador que reposaba en él, empuñándolo como un arma, de forma similar a como lo había hecho con el cuchillo tan sólo unos segundos antes. Salió del cuarto mientras él continuaba sacudiendo al pequeño, que lloraba incesantemente presa de un terror más allá de su comprensión, y gritando de forma desesperada, asestó un golpe directo en la cara. El cuadro se destrozó en mil pedazos, que volaron en todas direcciones mientras el marco de madera y la base se quebraban por efecto del impacto; él fue arrojado hacia la izquierda, mientras el niño se soltaba de sus manos y caía como un bulto hacia la derecha, nuevamente a sólo unos milímetros del borde de los escalones. Iris no sintió el rechazo en los músculos de los brazos ni el daño en la resistencia física, sólo se concentró en avanzar y tomar entre sus manos al pequeño, que en un terrible estado de shock sólo atinaba a quedarse en el suelo sin hacer nada más. Logró tomarlo a medias de un brazo y de la cintura, y sin tiempo que desperdiciar, comenzó a bajar atropelladamente las escaleras, con un único objetivo en mente, que era llegar hasta la puerta de salida; nada más importaba, no podía pensar en otra cosa, y estaba en la obligación de concentrar todas sus fuerzas en llegar hasta ese punto y conseguir escapar. Sin embargo, en medio de la cacofonía que se había formado en sus oídos, no pudo escuchar bien lo que estaba a punto de suceder, por lo que tampoco tuvo el tiempo, nuevamente, de reaccionar de la forma apropiada. Cuando faltaba la mitad del tramo de escalones para llegar hasta la planta baja, sintió nuevamente un impacto, físico, pero esta vez fue mucho más localizado, un tipo de golpe diferente; esta vez sostuvo con fuerza a Benjamín entre sus brazos, mientras descubría que todo era fruto de un nuevo ataque, en esta ocasión en la forma de un empujón con las manos, que la arrojó de costado contra la pared. A punto estuvo de perder el equilibrio, pero se mantuvo, sólo para ver el rostro de él a una mínima distancia, y sus manos tomarla por los hombros para sacudirla violentamente contra la pared.



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En el texto hay: misterio, paranormal, terror

Editado: 03.11.2020

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