Noche Mágica

El mejor regalo

Amo las vacaciones, cerramos el primer semestre con broche de oro, ganamos el campeonato, ahora en la sala de mi casa luce una bella medalla que siempre me recuerda ese día. Nunca descubrí al dueño de las notas, en la final me enviaron una botella de agua con otra nota que decía: te mereces ese premio y más mi pequeña, perdona, no sabía que lo dulce no es lo tuyo ─ ¡valla que son insistentes! Que les habré hecho para que me quieran coger de parche todo el tiempo.

Salgo de mi casa a toda prisa, debo ir a danzas, ¿¡Qué les puedo decir!?  No soy fan de estar en la casa sin hacer nada.

Al llegar veo al profesor despidiendo a uno de sus grupos, entre ellos están mi hermana la cual no desaprovecha para insultarme a voz populi.

¿ahora pretendes ser un esqueleto rumbero? ¿te pondrás la falda o la colgaras?

Un insulto estuvo a punto de salir desde lo más profundo de mi ser, su risa retumba en mi cabeza al igual que en todo el lugar, trato de no amargarme la existencia, la observo de mala gana y me retiro.

Hundí mi entrecejo al ver la cara de burla de todos los presentes, una sensación de impotencia se instala en cada poro de mi piel, como me gustaría tener el poder de mandarlos a la luna con solo trinar mis dedos.

Una chica da vuelta regalándome una sonrisa bienvenida, dice con una voz tan suave que ayuda a que mi enojo se estabilice, gracias digo entre dientes.

─ ¿Eres hermana de Lisbeth?

Lamentablemente sí, pero quizás podrían olvidar ese detalle, solo deseo ser un intento de bailarina de danza folclórica sin la sombra de la hermana perfecta, digo con tono altanero. ¿sonaría muy grosero? Para ser franca, no estoy interesada en hacer amigos, solo quiero que el tiempo de mis vacaciones sea productivo y pase rápido. El afán de ver pasar el tiempo, tiene nombre propio, “Carlos” por una fuente confiable me enteré que volvería en diciembre o antes, razón de más para recrear la escena perfecta del árbol adornado con su presencia.

 

Mi tiempo libre, ya no están libre, entre mis actividades de casa, los entrenamientos de micro, las danzas y mis encuentros con la biblioteca, hago que el tiempo pasa como agua entre los dedos.

Hoy es un día especial, es mi cumpleaños número 14. Pensé que podría tener un día alejado de todo y de todos, pero no debo ser egoísta, una parte de mi tiempo la pasare con mi bella madre. Escucho como sus pasos se acerca de manera acelerada, como todos los años, ingresará con mi desayuno favorito.

¿Maite? Mi hermosa muñeca hoy esta de cumpleaños, deseo que todos tus sueños se cumplan, que miles de bendiciones sean para ti, te amo mi bella princesa hermosa. ─ ¿Madre eres ciega? No veo a ninguna hermosa acá, está es un garabato mal armado.

Las palabras de mi hermana desde el umbral de la puerta, solo me hacen recordar que cada año ella no desaprovecha para tratar de dañar mi cumpleaños. Pero no estoy dispuesta a que este año logre su objetivo, este año será diferente. Madre se acerca, me abraza y en susurro dice que no le preste atención, que ella lo hace solo para molestarme.

 

Después de un exquisito almuerzo con mis padres voy camino a la biblioteca, en mi pequeño pueblo solo hay una, no deseo hacer fila para tomar un libro que estoy culminado, sin olvidar que es la tarea que dejo el profesor de español.

Hola Maite, acá esta tu libro, no lo preste a nadie ya que hoy es un día especial, me dice María la bibliotecaria con una sonrisa tierna ¿Sabes que no debes revisar los datos personales? Digo fingiendo indignación, ella solo eleva sus hombros, luego se hace la ofendida, en lo que estallamos de la risa. Para ser una señora de edad, tiene un sentido del humor bastante amplio, es amable y me trata de manera especial, ella es una mujer agradable en todo el sentido de la palabra, pero es exigente con las normas que impone para poder hacer uso del lugar.

El tiempo en la biblioteca pasa volando, solo las palabras de María me vuelven a la realidad, ella dice que es hora de salir, elevo la mirada y en el lugar solo estamos las dos ¿Dónde están todos? No sé, creo que el hombre traga niños ya se los llevo, dice maría con cara de asombro, ruedo los ojos en lo que me rasco el cuello.

Te vi tan concentrada, que no quería interrumpir, pero ya debo cerrar. En el tono de voz María refleja su pesar por tener que despacharme o echarme, pero soy yo la que esta interfiriendo con su merecido descanso. Gracias y perdona, digo en lo que me acerco para darle un abrazo de despedida.

Al estar en la salida de la biblioteca, la voz agitada de María me detiene, al voltear veo como su andar es acelerado, agita las manos, ¡que olvidadiza soy! Dice golpeando su cabeza con un libro. Toma este es mi regalo de cumpleaños, espero lo disfrutes creo que las pepas de mis ojos casi se salen de su puesto, nadie en la vida me había dado algo tan valioso, ¿¡un libro!? Atino a decir. No Maite, es un cerdo, dice ella con burla en este momento tengo oídos sordos a lo que burlas se refiere, mis ojos no se despegan de esta hermosura que tengo en mis manos, su titulo se repite una y mil veces como la letra de una canción rayada “¡Juventud en Éxtasis”! un grito de emoción se escucha en el lugar, inicio a saltar abrazando a María por darme el mejor regalo de mi vida, anhelé tanto tener este libro, cuando Natalia mi prima venia de vacaciones, lo traía, pero no tuve la oportunidad de leerlo, ella es un tanto odiosa con sus cosas y en especial con los libros.




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