—Mi Lord.—Desideux se arrodillo y bajo su cabeza hasta clavarla en el suelo— efectivamente hay un reino en mitad del bosque, las criaturas han hecho demasiado bululú, fue fácil encontrarlos, su fuerza se está volviendo cada día más grande y cuentan con el apoyo de la druida.
Amadeus rondo por el castillo del timbo al tambo, no dijo ni una sola palabra, esbozo una media sonrisa cuando volvió a sentarse en el trono.
—Mantenme más informado… y recuerda que la guerra ya viene.
—Si mi lord.—Desideux se levantó del piso he hizo la reverencia de siempre, se marchó con paso apresurado antes que la noche acabara, tenía que seguir observando las cosas que pasaban en el bosque.
Mau dibujo una sonrisa en su rostro cuando vio llegar a Helena, tenía ganas de sentirla, de abrazarla, de volver a tener ese calor encima suyo.
Mau la arrebato de un zarpazos rápido y dando algunas vueltas en el piso, puso a Helena contra su cuerpo, dejándola debajo de sus músculos fornidos y duros, Helena jadeo al sentirlo nuevamente, parecía que ya tenía todas las energías que había perdido en la batalla. Rápidamente puso sus manos de vampira en la espalda musculosa de su interlocutor, y lo miro a los ojos, observando esos labios carnosos preparados para besar.
—Parece que ya has recuperado todas tus energías mi hombre lobo—Helena cogió el rostro de Mau entre sus manos.
El lobo estaba completamente extasiado al sentir sus manos cálidas y sudorosas como las de una niña, en su cuerpo, hacía que creciera el deseo tan enfermizo y necesario entre sus pasiones, amaba como su vampira le sacaba cada parte de su ser, y lo exponía al sol.
—Por ti claro que sí.
Helena deslizo sus manos hasta la cicatriz en donde la flecha había impactado, miro a Mau a los ojos, directamente exponiendo sus emociones, pero más aquella preocupación que sintió cuando vio caer a su lobo desde aquel sitio tan alto del castillo, tuvo pánico en su corazón, hasta sus palpitaciones e detuvieron por un segundo, gracias a Dios Mickjabel estaba allí para recatar el día.
—Me preocupe mucho por ti Mau.
En el interior del lobo su bestia interior rugió, se sentía tan animado que le importaba un comino la herida, se podía abrir cuando quisiera pero iba a tomar a Helena hasta palparla completamente, quería el roce de su piel desnuda creando calor encima de su vientre.
Lo ansiaba.
—Yo me preocupe mucho cuando supe que te padre te había secuestrado…
Mau cogió las manos de Helena y las unió, luego entrelazo sus dedos, era algo tan romántico que hacia el ambiente íntimo. Helena agradeció que tuviera la idea de cerrar la puerta con llave, nadie en el mundo podía entrar sin el permiso de alguno de los dos.
—Mau quiero que…
—¡Schhh!
Mau no dejo hablar a Helena y le planto un beso tierno y suave, quería disfrutarla con todo el tiempo del mundo, era de día así que ella no escaparía a ningún lado, la tarde y la noche eran para ellos, no iban a dejar que nadie los interrumpieran, Mau cogió el cabello de Helena entre sus manos y lo olio, inspiro su olor, era tan conmovedor que derritió el corazón de Helena, siempre la hacía sentir tan mujer, que seguramente era el único que hacia aquellas caricias tan exóticas
—No me hagas sentir como una ninfa—Bromeo la vampiresa.
Mau espeto una de sus risas tan bufas como los comentarios de Helena.
Luego beso su cuello con parsimonia, mordisqueo un poco la nuez de Adam tan menos pronunciadas como las de las lobinas pero más sensual, y bajo más hasta llegar a la clavícula, desde allí sus ojos contemplaron las pequeñas cicatrices que tenia de la mordida que le había proporcionado meses atrás, se veía tan deleitante que quiso volverlo a hacer.
Abrió su boca completamente hasta que pareció que le iba a morder, sin embargo Helena lo detuvo y luego puso sus dedos adentro de su boca, tan animada, Mau con la lengua empezó a hacer círculos, Helena rio un poco.
—Me encanta que seas tan excitante.
Mau rugió en un tono bajito, no necesitaba sacar todas sus fuerzas para disfrutar de la vampiresa, seguramente Helena iba a disfrutar lentamente como lo estaba haciendo Mau, luego siguió el camino bifurcado que lo llevaba al sendero de sus pechos.
—Ahora es que empieza lo bueno.
Mau quito el vestido con el que se cubría la chica, revelando sus pechos generosos y que rebotaban en su barriga, era satisfactorio y una punzada de dolor lo embargo al ver sus pezones rígidos, Las manos de Helena cogieron el dorso de Mau y las guio por donde necesitaba que pasara sus aspeas manos, porque estaba siendo víctima de la necesidad y de un calentón tan horrible que nunca pensó, en su vida experimentar.
Mau cogió sus pechos con la boca y empezó a mordisquearlos, haciendo que Helena se arquera en un movimiento sublime.
Poco a poco los apretones a sus pechos fueron cogiendo fuerza, Mau la deseaba con tanta pasión, que nunca había experimentado tantas caricias, enseguida Helena cogió las cinturas del lobo con sus piernas y las cruzo en los talones, ahora era nada más suyo nadie la iba a apartar de esa bestia hambrienta de su cuerpo.
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Editado: 27.09.2020