—No te vas a escapar mi chupa sangre—Mau acompaño sus palabras de una risa burlona que la hacía verse mucho más maduro de lo que parecía.
Sin más dilaciones Mau pego su boca a la hendidura de Helena, besando lentamente sus pliegues y profanando el terreno con una lengua traviesa, su interior húmedo y también caluroso, cuando Mau resoplo, Helena se estremeció en un orgasmo, dejando salir todos aquellos exhalos contenidos en su garganta y un gemido gutural que hacia arder por dentro a su amante.
—¡Piedad mi lobo!
Mau volvió a Reír.
—¡Nunca eres una chupa sangre que tiene que pagar por todos sus pecados!
Pero para Helena era mejor que la encerraran nuevamente en la torre del castillo sin agua ni comida, que estar dos segundos bajo la influencia de aquella lengua de Mau, que parecía ser la de una víbora que soltaba un veneno voluptuoso que la hacía desvariar, ese hombre lobo era su perdición.
Dejando de hablar Mau volvió a pegar su boca a la entre pierna de Helena, y mordió su vientre de arriba abajo, ella se estremeció como nunca y hasta gimió más de una decena de veces, que para Mau era más que suficiente para hacerlo tocar el cielo.
—Deberías gemir más fuerte Helena.—Ella se enrojeció. Si es que todo lo anterior no lo había conseguido.
—¡No! Que pensaran los demás… no quiero ser una ninfómana.
Mau rio...
—Creo que no lo serás, gemirás nada más para mí, eso sí suena genial.
Ella cerró los ojos y lo hizo.
Aunque se sentía un poco avergonzada quería complacer a su lobo, y hacer que se encendiera para probar aquellas caricias tan enardecedoras que sabía aplicar, lo estaba incitando y aunque no fuera la mejor en eso, sabía que mientras el chico se sintiera más capaz el aumentaba su ego.
Y quería probar todo el ego que tuviera contenido.
Helena subió sus manos hasta los barrotes de la cama, y dejo que sus pechos se elevaran como una montaña, Mau los acaricio con sus manos sin apartarse de la hendidura de la chica, ella se sintió tan llena que casi se dejaba ir, casi se desmayaba del placer.
—No te vayas a quedar dormida Helena te quiero hacer el amor por toda la tarde—Declaro el lobo.
Ella tampoco lo pensaba hacer.
Mau con más fuerza hundió un poco su mandíbula en los adentros, en las fauces de la entre pierna de la chica, haciendo gemir brutalmente a Helena, hasta mordisqueo un poco su interior, estaba claro, era tan necesario para ella, estar al lado de Mau que no lo olvidaría por los próximos dos o tres siglos.
Ella bajo uno de sus brazos hasta ponerlos encima de la cabellera rebelde y juvenil de Mau, el pelo tan negro como la oscuridad combinaban en su piel clara, regados por su vientre y piernas, era superiormente una sensación tan magistral que nadie la equiparaba.
—¡Mau basta! ¡Me estoy disolviendo!—Su voz ronca la hacía deleitar a los oídos de Mau, pero sabía que estaba casi al límite por sus caricias tan efusivas.
Me equivoco perdonadme no son caricias. Era el amor convertido un movimiento en el sexo de la vampira.
Que más podía demostrar el lobo para que supiera que la quería hasta el último huesito débil y delicado de su cuerpo.
O su piel tan clara que lo hacían alucinar.
—¡Jamás parare! Te amo y dije que te voy a hacer el amor hasta el último segundo de este día. Hasta que ya no pueda más—Declaro con determinación.
Era como librarse de la muerte, seguramente un sentimiento tan embargante que lo hacía levitar por el aire, lo albergaba en la mirada penetrante de su chica.
Mau se sacó los pantalones de un tirón, y luego concedió una sonrisa esquiva a los ojos de su vampira.
—¡No Mau no resistiré!
Es que la vampira no estaba preparada para un coito.
—Entonces estas encendida… me encanta.
Mau pasó su lengua por el cuello de la vampiresa hasta hacerlo llegar a sus pechos. Luego subió a sus orejas y la beso tiernamente susurrando.
—Te amo…
Esas palabras no colaboraban con el estado de la vampira, en cualquier momento se vendría, en cualquier momento se dejaría desfallecer.
Era su límite.
Mau coloco la punta de su miembro en la hendidura de Helena, haciéndola arquear las caderas, era una prueba que decía la verdad estaba casi siendo torturada, pero a Mau le encantaba esas cosas, el encantaba estar de tal manera tan enardecedora.
Pero de repente Vanesa se materializo en el cuarto y tras un grito de asombro Helena tapo sus cuerpos con una Sabana embargada por la vergüenza.
—Lo siento no sabía que estaban haciendo eso...—Mascullo— tuve que haber usado la comunicación mental, pero no importa. Venía a decirles que los habitantes de la aldea están preparando un festival para nosotros, los consejeros y el rey, entonces creo que debemos asistir y planear algo…
Mau tapo su desnudes. Aunque a Vanesa no le importaba para nada, era solo un hombre más, la druida solía tener a miles de guarda bosques desnudos en los campamentos del bosque, no había nada que no hubiera visto ya, aunque Mau parecía estar un poco mejor dotado que sus escoltas.
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Editado: 27.09.2020