p r o l é p s i s

YO SABÍA QUE iba a pasar algo extraño: el aire que respiraba estaba cargado de una inusitada energía.

Y así fue.

El lunes pasó algo totalmente inesperado.

Ese día las personas que salieron de sus casas se quedaron estupefactas.

Los autos, en las avenidas, se impactaban entre sí: empezaba a reinar un caos gigantezco en Ciudad de México.

Las clases se suspendieron. Los soldados se desplegaron por las calles.

El Presidente de la nación salió a emitir un mensaje cargado de escepticismo que poco satisfació a las personas. Y es que aquello que se veía en el cielo era increíble. Aunque, mejor dicho, no eran tanto aquello que se veía, sino aquello que no se veía.

Nunca amaneció.

El Sol había muerto y una negrura asfixiante lo cubría todo.

Este es la historia de lo que pasó antes, y de los horrores que vinieron después de que el Sol se negó a salir.