Pues y aquí estoy, con el inspector del colegio. Por un momento pensé que alguien me creería, pero, ¿Quién creería semejante tontería?
Estoy aquí; sentado, molesto, con hambre, esperando a que se le dé la gana al inspector recibirme y con esta hada que no me deja en paz.
—¿Te puedes ir? Ya tengo suficientes problemas y estoy cansado.
—Lo siento. —Me responde el hada hablándome en mi hombro izquierdo.
—Pero ¿qué?
—Ya te di mis disculpas ¿Qué más quieres?
—No, no es eso. Es que, no pensé que me responderías, se supones que eres un objeto producto de mi cansancio.
—Esperate un poco. Te visito, te doy problemas sin mi intención, pero, te pido disculpas, te hablo ¿y me tratas como objeto?
Soy un hada, tengo vida, corazón y sentimientos. Más cuidado con tus palabras niñato.
—¿Por qué te veo? No entiendo nada.
—No tienes que entender nada y me ves porque quieres verme. Me ves porque yo quiero, puedo hacer que sólo me vean las personas que yo quiera.
—Pero ¿Por qué yo?
—Porque yo lo decidí. Y Agnar me ha hablado mucho de ti.
—¿Y quién diablos es Agnar?
—Cuida esa boca niñato insolente. —Se enfada
—Pero no me respondes nada.
—Todo a su tiempo, niñato. Además, son muchas palabras para tan poco tiempo.
—Bueno, entonces sólo respóndame una cosa. ¿Qué se supone que quieres de mí?
—Noel, todo es indispensable a su tiempo.
Editado: 06.08.2019