Normal vida

Capítulo II: En la micro

A mamá se le asoma una leve sonrisa coqueta cuando le recuerda, termina de pelar las papas y me hace la señal de lavarlas. Ella ahora una señora y mamá de dos hijos, con el cansancio en sus ojos, pero con esa energía positiva, esa alegría innata que la caracteriza, la cual podrá ella estar muy triste pero siempre te alienta y te regala esa magia de sentirte bien y escuchado. Continua mientras me espera a terminar de lavar.

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-Ale cuando yo lo conocí, Dante era un tipo de unos 25 años, muy alto; yo quedaba bajo sus hombros y siempre se reía por lo chiquita que yo quedaba a su lado. Se notaba su cuerpo tonificado, su cabellera castaña clara y esos ojos pardos matadores. 

Aquel día andaba de jeans, camisa y una chaqueta de cuero, gafas en la cabeza y su mirada en mí. ¡Ay! Recuerda que eran los 90'. -me dice al ver mi cara de " qué raro" cuando me lo describe- Él mataba con esa pinta. 

Al subir a la micro iba preocupada por lo que vendría y como el trayecto a casa duraba al menos 40 minutos, me gane a la ventana mirando el paisaje de siempre. Duré al menos quince minutos ida en mis pensamientos, hasta que siento ese perfume a mi lado, cuando volteo veo que hay un chico, al chico más guapo e intimidante que he visto en mi vida y estaba mirando hacia el otro lado con una sonrisa nerviosa.

Seguimos el viaje y me percaté que me miraba de reojo y sonreía. Por un minuto pensé que podría ser algún tipo de asaltante y me asusté, pero al ver su reloj y su ropa, descarté esa idea. Luego dentro de mí dije: << quizás se baje antes que yo>> Pero ¡qué va!

Bajé de la micro y seguí mi camino, dentro de mi había una pequeña sensación de decepción porque el chico guapo siguió en el bus y sabía que no lo volvería a ver. En el trayecto hubo ese flechazo, esa sensación de conexión y atracción, que a la mayoría les ha pasado. Un amor de tránsito. Reía por dentro mientras escuchaba mis tacones al caminar.

- ¡Hey! Hasta donde me harás caminar.

Sentí una voz varonil detrás mío que me invadió. Se sentía algo cansado y volteó a ver con asombro.

Era él. Dante.

 




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